(497) Después Perálvarez dejó libres al resto de los almagristas, pidiéndoles
que le dijeran a Almagro el Mozo que se
conformara con el daño que ya había hecho y se dejara de rebeldías. Fue
luego hasta Jauja, desde donde siguió
caminando, no sin antes insistirles a los indios en que no se aliaran con los
almagristas.
Pero ninguno de los dos bandos pensaba sinceramente en la paz. Aunque el
capitán almagrista Cristóbal de Sotelo era partidario de salirle al paso a las
tropas de Perálvarez, se impuso el criterio de Juan de Rada, que iba muy
enfermo, y tomaron la decisión de no perseguirles, y dirigirse directamente a Jauja.
Como era de prever, la doble capitanía de Sotelo y Alvarado resultó
problemática: “Como mandaban Sotelo e García de Alvarado, no podía haber buen
orden, porque lo que el uno mandaba, pareciéndole al otro no convenir, mandaba
lo contrario. E, como Sotelo era tan cuerdo, como ya otras veces hemos dicho,
pareciéndole que, si los dos mandaban, se perderían, dijo que él, mirando este
daño, solo quería la autoridad que su persona tenía sin el cargo, y que, puesto
que García de Alvarado era persona tan principal, usase en solitario el cargo
de General, para que, con el parecer de los capitanes, se hiciese la guerra
como él pidiese. A todos les pareció bien, y sólo quedó García de Alvarado como
General, aunque a la mayoría de los soldados, y aun de los capitanes, les
pesaba que no fuera Sotelo el General, pues era en gran manera querido, e sabía
tratar a los soldados de tal forma que, andando bien corregidos, era por ellos
amado”.
La tropa de Perálvarez Holguín había conseguido despistar a los
almagristas y se dirigía hacia Bombón, después de haber pasado por Jauja, adonde
llegaron por fin sus enemigos, quienes lamentaron el tiempo perdido, y
decidieron continuar la persecución. Tarea nada fácil porque se les complicó la
marcha. Jarreaba agua sin cesar y el paso de los ríos se hacía imposible.
Tuvieron otro contratiempo: “Viendo los indios (porteadores) las dificultades, cogían comida y se ausentaban para
no dejar los caminos cubiertos con los muertos por las cargas que los
cristianos, cruelmente, les hacían llevar. Con estas causas tan dificultosas,
es difícil que una tropa pueda alcanzar a otra”.
Los almagristas partieron de Jauja, pero tuvieron que dejar en aquel
valle a Juan de Rada porque se encontraba muy grave. La prueba de que estaban
llenos de dudas es que, en un punto determinado, dieron la vuelta, con un
cambio total de planes que descartaba, de momento, atacar a los pizarristas:
“Decidieron seguir desde Jauja hasta la gran ciudad del Cuzco, pasando por la
de Huamanga, para engrosar su ejército con la gente que en aquellas ciudades
hubiese, e aguardar a ver con qué intención entraba Vaca de Castro en el reino,
e si se juntaba con el bando de los pizarristas, conforme a lo cual
determinarían lo que más conviniese”.
(Imagen) Haré como Cieza: desviarme un poco porque me sale alguien al
paso. Resulta que hay un JUAN ALONSO que, por haber nacido en BADAJOZ, se le
confunde a veces con el de la imagen anterior, aunque sus biografías fueron muy
distintas. Este, en concreto, resultó un aventurero empedernido. Formó parte
del reducido grupo de españoles que convivieron con los indios. Recordemos
casos muy peculiares. Alonso de Molina, uno de los Trece de la Fama, se quedó
con otros dos compañeros entre los indios, por puro gusto y a la espera de que
los españoles volvieran, pero nunca se supo qué fue del trío. Gonzalo Guerrero
y Jerónimo de Aguilar fueron apresados por indios de Yucatán. Los españoles de
Cortés trataron de recogerlos: Jerónimo aceptó, pero Gonzalo no quiso abandonar
a los niños mestizos “tan bonicos que tenía”. Gonzalo Calvo de Barrientos se
fue a vivir con indios chilenos (¡atravesando el desierto de Atacama!) al
cortarle Pizarro una oreja por cometer un hurto. Álvar Núñez Cabeza de Vaca
anduvo durante más de siete años entre tribus indias norteamericanas. El JUAN
ALONSO del que hablamos ahora nació en Badajoz hacia el año 1471. Se hartó de
batallar por Centroamérica, y huyó para vivir con los indios de la zona. En
torno al 1513, andaba de campaña por allí el gran Vasco Núñez de Balboa, y se encontró
con que Juan Alonso formaba parte de la guardia personal del cacique Careta.
Fue providencial, porque Alonso logró que se estableciera una buena relación de
amistad entre los indios y los españoles. Descubierto el Pacífico, se incorporó
defitivamente a las tropas de Balboa como navegante y como intérprete, sin que
se sepa qué fue posteriormente de su vida.
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