martes, 2 de abril de 2019

(Día 794) Es evidente que Pizarro no quiso evitar la guerra con Almagro. También es sospechoso que llegara al Cuzco después de su ejecución. Hernando Pizarro impulsaba a sus hombres a que fueran de conquista. Pedro de Candía irá al frente de una que resultó desastrosa.


     (384) Este pobre ‘mozo’ va a ser una de las figuras más tristes de la historia de las Indias. Le vemos ahora con solo dieciséis años, y pasará pronto por el mal trago de la ejecución de su padre, aunque no fue testigo directo. Estará luego bajo la tutela de quienes lo ejecutaron. Quizá disimulara su odio, pero lo llevaba en lo más profundo de su alma, hasta el punto de liderar la conspiración que acabó tres años después con el asesinato de Francisco Pizarro. Empujado por las circunstancias, llegó a rebelarse contra el Rey, y fue sometido por su enviado, Vaca de Castro, siendo después procesado y ejecutado a la edad de veinte años. Lo veremos con detalle en su momento.
     Mientras se desarrollaba la batalla de las Salinas, muchos le dijeron a Pizarro que debía ir al Cuzco y parar aquella barbaridad, pero les contestaba con  una excusa para no hacerlo: “Les decía que lo haría si no estuviesen los indios en rebeldía, pues era necesario llevar mucha gente para atravesar sus pueblos. En ese tiempo llegó fray Vicente de Valverde con el nombramiento de obispo, que fue el primero que hubo en Perú (recordemos que, tres años después, lo mataron los indios en la isla Puná)”. Curiosamente, cuando supo Pizarro en Lima que la batalla de las Salinas había terminado con victoria de los suyos, tuvo la natural alegría y, dejando de lado su excusa anterior sobre el peligro del viaje, decidió  ir al Cuzco. Es evidente que no deseó que se evitara el enfrentamiento con Almagro, pero todo indica que tampoco quiso perdonarle la vida, puesto que fue tan despacio que, cuando llegó a la ciudad, ya lo habían ejecutado.
     La aventura de Alonso de Alvarado en territorio de los chachapoyas va a ser exitosa, pero hubo mucho desastre y sufrimiento en varias de las que Hernando Pizarro impulsó para que sus hombres (que ya temían el mal resultado) quedaran satisfechos en conquistas hipotéticamente interesantes, aunque es cierto que en algunos territorios se encontraron más tarde grandes riquezas mineras (por ejemplo, en Potosí). El primero que se apuntó a las campañas que promovió Hernando Pizarro fue Pedro de Candía, convertido para entonces en un hombre muy rico. Como ya sabemos, su  protagonismo en la conquista de Perú fue de primer orden, sobre todo hasta el momento en que apresaron a Atahualpa. Pero le faltaba capacidad de mando e inteligencia práctica, como nos muestra Cieza: “Era vecino de esta ciudad del Cuzco un Pedro de Candía (es raro que le dé un trato casi anónimo). Tenía en dinero cien mil ducados, y, para gastarlos y quedarse sin nada, bastó que una india de su servicio, con quien se decía que tenía conversación (puritano Cieza), le dijera que, pasada la cordillera de los Andes, daría con una tierra muy poblada y riquísima. Al tener aquella noticia, creyendo que era cierta, sin acordarse de que en estas cosas nunca dicen verdad los indios y ocasionan que se pierdan muchos capitanes con sus hombres, le pidió a Hernando Pizarro que le diese aquella conquista, cuya tierra se llamaba Ambaya, nombrándolo a él como capitán de la expedición. Hernando Pizarro, como lo que más deseaba era ver fuera de la ciudad a los muchos españoles que allá estaban, porque había más de mil seiscientos, le dio la conformidad”.

     (Imagen) Todos tenemos defectos, y la valía depende del conjunto, positivo o negativo. Tomemos como ejemplo  al dominico FRAY VICENTE DE VALVERDE, del que hemos visto muchas actuaciones. Sin duda tuvo sus ambiciones personales, pero pesaba mucho en su haber la valentía y una  profunda fe religiosa, inevitablemente impregnada de caridad. Recordemos que se jugó el tipo saliendo ‘a cuerpo gentil’ para enfrentarse cara a cara con el superpoderoso Atahualpa, sin otra arma que un libro de rezos. En el preciso instante en que Pizarro y Almagro están a punto de empezar un duelo a muerte, fray Vicente llega a Lima, no solo como el primer obispo del Cuzco, sino también con otra responsabilidad, la de Protector de los Indios, cargo creado con evidentes buenas intenciones, pero difícil de ejercer, debido a los abusos que cometían los españoles con los nativos. La imagen muestra parte de las sugerencias que el obispo le envió al Rey. Después de centrarse en la importancia de su evangelización, le sugiere en este folio lo siguiente: “Que es mejor que las encomiendas de indios sean perpetuas, para evitar irregularidades. Que no conviene que los indios de un mismo cacique se repartan entre dos españoles, porque se presta a conflictos. Que de ninguna manera se les traslade de sus poblados tradicionales. Que no se conceda indios a los gobernadores, ni a los funcionarios, para evitar que disimulen el mal tratamiento que otros les hacen. Que, si se les impone tributos, que sean tasados según sus posibilidades. Que no se les obligue a mayores trabajos que los que ellos suelen tener”. Recordemos que, tres años después, los indios mataron en la isla Puná al obispo y a todos los españoles que lo acompañaban.



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