viernes, 28 de diciembre de 2018

(Día 713) Gaspar de Espinosa le dice a Hernando Pizarro que, si no se arreglan pacíficamente, les vendrán muchos problemas a Francisco Pizarro y a Diego de Almagro. Le reprocha también a Hernando Pizarro que quiera la libertad para así continuar la guerra.


     (303) Habló luego Almagro con los embajadores de Pizarro, y ya de entrada les dijo que él sabía que su gobernación se extendía hasta la ciudad de Lima, pero después, con la idea de ocupar de inmediato el máximo terreno posible hasta que llegara el obispo de Panamá para establecer los límites de las gobernaciones, consultó la opinión de sus capitanes y sus consejeros. Hubo distintas propuestas, pero se escogió un límite que dejaba en poder de Pizarro la ciudad de Lima.
     Llamó a los emisarios de Pizarro, los recibió rodeado de sus consejeros, y les dijo: “A todos estos caballeros que conmigo están, les parece que, si yo tengo por límite el territorio del cacique de Navarro, podemos estar en paz hasta que venga el obispo de Panamá”. Le respondieron que les convenía consultar la  opinión con Hernando Pizarro, y Almagro se lo autorizó, pero, cuando salieron, comentó con los suyos: “Si esto se ha de hacer siguiendo el parecer de Hernando Pizarro, bien creo que ninguna cosa que buena sea se hará”. Rodrigo Orgóñez, erre que erre, dijo: “Yo sé que la venida de estos licenciados es solo para alargaciones,  e que habría sido mejor cortarle la cabeza a Hernando Pizarro y estar nosotros ya en el cabo de La Nazca”.
     En la visita de los negociadores a  Hernando Pizarro, vamos a ver una magnífica actuación del Licenciado Gaspar de Espinosa, llena de sensatez  y sin morderse la lengua: “Le dijeron lo que había pasado con Almagro e hasta dónde pedía que fuesen sus términos. Hernando  Pizarro les respondió que se concertasen de la mejor manera que pudiesen, con condición de que él fuese suelto de la prisión. El licenciado Espinosa le habló así: ‘Yo tengo experiencia de que en las Indias, siempre que se contiende en diferencias, algunos gobernadores pierden sus haciendas, y la mayoría pasan por grandes calamidades e ásperas prisiones, y aun mueren en ellas. Yo aseguro que, si el Gobernador Pizarro no se concierta con el Adelantado Almagro, no les faltarán penas muy grandes, y Su Majestad, viendo sus disensiones, pondrá remedio por fuerza en esta tierra, que es suya”.
    Luego le reprochó a Hernando su egoísmo: “Que vuestro parecer no sea dado como hombre que, por desear su libertad, acepta cualquier concierto, e después cualquier cosa le vale para vengar sus enojos viejos y enciende la guerra. Así que, el parecer que se diere sea deseando la paz, e no solamente verse suelto para seguir la guerra”. La respuesta de Hernando Pizarro fue que su voluntad solo era servir a Su Majestad,  y le dijo al licenciado Espinosa que llevara el asunto según su criterio, con tal de que dejara intactos los derechos del Gobernador Pizarro. Cieza termina el párrafo dejando  claro que Hernando solo tenía una idea fija: “Después el licenciado Espinosa y sus compañeros se marcharon, quedando Hernando Pizarro muy deseoso de que se concertasen con el Adelantado Don Diego de Almagro de tal manera que él fuese liberado de la prisión”.

     (Imagen) Hay que alabar a GASPAR DE ESPINOSA por su prioritario deseo al aconsejar a Pizarro y a Almagro sobre sus violentas diferencias: puso por encima de todo el logro de la paz. Había sido muy duro como conquistador bajo las órdenes del temible Pedrarias Dávila, pero, en este  conflicto, sus planteamientos fueron de pura sensatez, tratando de que se impusieran la razón, el bien general y el servicio a la Corona, y de que se refrenaran las ambiciones personales. Acabo de ver un documento en el que el Rey, el año 1527, lo nombró juez de residencia, con la misión de pedir cuentas a los oidores de la Audiencia de Santo Domingo. Era un trámite habitual pero de mucha responsabilidad. Lo veo como una carambola porque el hecho tocó de lleno a un sobrino de mi biografiado SANCHO ORTIZ DE MATIENZO. Se trataba de JUAN ORTIZ DE MATIENZO. Él y los demás oidores estaban inmersos en la corrupción. Había mucha porquería que limpiar. Aunque Gaspar de Espinosa era un hombre brillante y enérgico, muy zurrado en la guerra y en los laberintos legales, no se atrevió a destituirlos. Eso ocurriría años después, cuando continuaron haciendo desmanes en la Audiencia de México, de la que fueron sus fundadores. Y, para variar, quienes los sustituyeron fueron unos de los mejores oidores de toda la historia de las Indias, entre los que se encontraba un dechado de humanidad y sabiduría: VASCO DE QUIROGA; dejó  tan buen recuerdo entre los nativos, que aún lo llaman en Michoacán TATA VASCO, y hasta tienen allá un colegio con ese nombre.



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