miércoles, 12 de diciembre de 2018

(Día 699) Alonso de Alvarado sitúa su tropa junto al río Abancay. Pedro de Lerma se escapa con otros soldados para unirse a Almagro. Pero antes, según el cronista Pedro Pizarro, le pasó datos a Almagro sobre el mejor sitio para el ataque, todo ello en venganza por haber sido despojado de su categoría militar.


     (289) Tras lo dicho, Cieza entra de lleno en la batalla de Abancay. Alonso de Alvarado  bajó con varios de sus capitanes al puente del río Abancay para defender el paso, ordenándoles que todos los soldados estuviesen con las armas preparadas por si llegaban los enemigos: “Diego de Alvarado, Gómez de Alvarado e los otros presos, al saber que el capitán Alonso de Alvarado estaba situado en el río, enviaron un escrito a Almagro con un negro del licenciado Prado para que se viniese con toda prisa, y supiese que entre los de Alvarado tenía muchos amigos. Dicen que Pedro de Lerma, el capitán Diego Gutiérrez de los Ríos y otros tenían sus pláticas con los presos, y que hablaban mal de Alonso de Alvarado, y otras cosas que callo. El cual se enteró, y queriendo castigar a aquellos perturbadores, subió al real, donde vio que había algún alboroto entre los españoles, diciendo  unos a otros que quién les metía  a tener batalla contra Almagro por amor de Pizarro, y otras palabras de esta suerte. Al saberlo, Alonso de Alvarado determinó prender a Pedro de Lerma, quien, barruntando su intención, salió huyendo del real durante la noche, y con mucho trabajo llegó al río, logrando pasarlo con ayuda de los que lo guardaban, de los que algunos se fueron con él. Desde allí, corriendo su vida mucho riesgo, fue a juntarse con el Adelantado Almagro”. La escapada de Pedro de Lerma fue un gran disgusto para Alonso de Alvarado. Mandó a varios capitanes en su persecución, pero no logaron alcanzarlo.
     En la versión del cronista Pedro Pizarro (que estaba preso en el Cuzco con Hernando Pizarro, bastantes de sus hombres y su hermano Gonzalo) los datos son algo diferentes, pero aclaran las circunstancias, y hasta lo que dio origen a la traición de Lerma. Aunque su breve relato nos revela también el final de la batalla de Abancay, vendrá bien encajarlo ahora y completarlo después con la crónica de Cieza. Oigamos a Pedro Pizarro: “Ya dije que Antonio Picado le quitó el mando a  Pedro de Lerma y se lo dio a Alonso de Alvarado, porque, siendo secretario de Don Francisco Pizarro, podía tanto como él, pues no ordenaba más que lo que Alvarado quería, y fue la causa de harto mal en esta tierra. Pedro de Lerma venía con Alonso de Alvarado disconforme en su pecho, sin darlo a entender, por la afrenta que le había hecho Pizarro de quitarle el cargo de General y habérselo dado a Alonso de Alvarado. Traía muchos amigos y hombres principales el Pedro de Lerma, y visto que tenía coyuntura para vengarse, dicen que trató con ellos que le escribiesen a Almagro pidiéndole que atacase sin miedo, pues ellos le ayudarían a tomar presos a Alonso de Alvarado y a su gente”.
     Le mandaron el escrito a Almagro, y, aunque antes había dudado en lanzar el ataque, se fio de Lerma, poniendo en marcha su ejército de inmediato. La colaboración de los traidores va a ser decisiva. Pedro Pizarro deja claro que, en el inicio del ataque, hubo una colaboración activa de Lerma y sus hombres con Almagro: “Sabido por Pedro de Lerma y sus amigos la venida de Almagro, fingieron estar muy del lado de Pizarro, procurando que los pusiesen en la parte del vado, para señalarse más a su servicio (por ser el sitio de más peligro), y, lográndolo, dieron aviso de ello a Almagro, diciéndole que acometiera en el puente y, al cuarto del alba, se volviese al vado, y que lo hallaría sin obstáculos”.

     (Imagen) Concentrando datos: El mencionado DIEGO GUTIÉRREZ DE LOS RÍOS pertenecía a una ilustre familia cordobesa. Su tío, Pedro Gutiérrez de los Ríos, fue un extraño caso de gobernador (de Castilla del Oro, en la costa colombiana) que llegó a Indias para someter a juicio al terrible Pedrarias Dávila, pero no estuvo a la altura de su cargo, y decidió irse a batallar a las órdenes de Pizarro en Perú. Tío y sobrino lucharon juntos, aunque, como sospecha Cieza, el sobrino estuvo un tiempo bajo el mando de Almagro. Lo confirma el documento de la imagen, ya que en él el Rey ordena que el hijo de Almagro (a quien solo le quedaban unos meses de vida) le pague a Diego una deuda  de su padre, se supone que por los servicios que le prestó. Poco antes (en 1540), Diego estuvo en España, y declaró como testigo en una causa contra Hernando Pizarro, en la que una tal Leonor Becerra lo hacía responsable de la muerte de su hijo, el extremeño Hernando Alvarado de Mirandilla (del bando almagrista), porque un criado suyo lo mató de un arcabuzazo. Diego volvió a las Indias, y, sin duda por influencia de su tío, el viejo exgobernador, que siempre permaneció fiel a la legalidad, lucharon juntos en la batalla de Chupas contra Diego de Almagro el Mozo, quien perdió la batalla  y fue ejecutado. Por otra parte, Hernando Pizarro, cuando decidió venir a España se libró (quizá intuyéndolo) de las guerras civiles posteriores, y sobrevivió mucho tiempo a sus tres hermanos, Francisco, Juan y Gonzalo, pero, al llegar, lo abrasaron a procesos sus enemigos, siendo condenado, por lo que estuvo preso en el Castillo de la Mota más de veinte años (aunque con ciertas comodidades).



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