(285) El espíritu ventajista y apasionado
de Don Alonso Enríquez de Guzmán (muy amigo de sus amigos y muy enemigo de sus
enemigos) intenta ‘colar’ en su crónica que, sin duda alguna, Almagro tenía
derecho a la posesión del Cuzco: “Nosotros le respondimos a Alonso de Alvarado
que Hernando y Gonzalo Pizarro estaban presos por delitos que habían hecho, por
quejas que de ellos se daban de fuerzas y cohechos, y por haber levantado la
tierra con mano armada contra las provisiones reales, las cuales llevábamos con
nosotros y se la presentamos (a Alvarado)
diciéndole que nosotros éramos mensajeros y que no teníamos culpa ninguna. Las
cuales provisiones no quiso ver ni a nosotros acabar de oír, diciendo (de hecho, con absoluta lógica y buen
criterio) que era menester que el Emperador enviase un repartidor de los
límites de las gobernaciones, y que dejásemos las espadas, las cuales, aunque
nos pesó (ya hemos visto la reacción
altiva de Diego de Alvarado), nos quitó, y nos puso en grillos y cadenas a
todos, con grandes guardas de centinelas. Con muchos indios, nos hizo una
cárcel de cal y canto, no dejando que entrase nadie a vernos ni hablarnos, para
que no alumbrásemos a la gente que estaba en su compañía y se pasase al otro
bando al oír la justicia que tenía Don Diego de Almagro y la traición que
cometían sus contrarios contra las provisiones de Su Majestad. Y puso en la
cárcel a dos hidalgos para que no nos dejasen escribir, ni hablar con los que
hacían guardia alrededor. Cuando lo supo Don Diego de Almagro, envió desde el
Cuzco un alcalde, un escribano y el procurador para requerirle de parte del Rey
que le devolviese a sus mensajeros que tenía presos y oyese las provisiones
reales que de Su Majestad tenía, en las que le hacía Gobernador de esta tierra,
con apercibimiento de que, si no lo hacía, (Almagro) iría con mano armada a hacérselas oír,
a sacar a los prisioneros y a castigarles a ellos como a traidores”.
Según Enríquez, Alonso de Alvarado
solamente consultó con un capitán la respuesta. Se trataba de GÓMEZ DE TORDOYA
DE VARGAS, lo que le va a servir al cronista y preso para despacharse a gusto
con su estilo viperino contra este, sin duda haciendo una caricatura del
personaje, pero, como siempre, partiendo de hechos ciertos. Tordoya era
extremeño y había llegado a Perú junto a Hernando Pizarro, que lo había
reclutado en su tierra. Era un hombre duro, y permaneció siempre fiel a los
Pizarro, como veremos a lo largo de estas guerras civiles, muriendo al servicio
de Gonzalo Pizarro en la batalla de Chupas. Allí también perdió la vida, en el
bando contrario, el hijo de Almagro,
Diego de Almagro el Mozo. Fueron muchos los que acabaron trágicamente
arrastrados por la espiral de las venganzas, y pocos como el Mozo tuvieron tan poderosos
motivos para entrar en esa dinámica. Siendo un adolescente, sufrió al lado de
su padre la enorme tensión de las rivalidades con Pizarro, y el insoportable
drama de que lo ejecutaran. Se vengó organizando el asesinato de Pizarro, y su
rebelión contra Vaca de Castro, el representante del Rey, le costó la cabeza.
(Imagen) De GÓMEZ DE TORDOYA se sabe
también que en España había dejado mala fama, teniendo cuentas pendientes con
la justicia por haber matado a un funcionario real. Sin embargo, sus herederos
consiguieron que su herencia fuera respetada. El documento que vemos
parcialmente en la imagen es del año 1546, corresponde a la petición de derechos
que los hijos de Tordoya enviaron al Rey, y aclara algunos datos que parecían
dudosos: 1.- Quien dirigió la
confabulación para matar a Pizarro fue Diego de Almagro el Mozo. 2.- Después
Tordoya mantuvo el Cuzco en orden hasta que llegó Vaca de Castro, el
representante del Rey. 3.- Tordoya murió de un arcabuzazo en la guerra de
Chupas cuando luchaba en el ejército de Vaca de Castro contra el Mozo. Así
razonaban los herederos (resumido): “El Capitán Gómez de Tordoya hizo muchos
servicios a Vuestra Alteza. Cuando Don Diego de Almagro (el Mozo) mató al Marqués Don Francisco Pizarro, (Tordoya) fue con gente al Cuzco e hizo que la ciudad estuviese en servicio
de Vuestra Alteza hasta que fue el Licenciado Vaca de Castro. Después, en el
reencuentro que tuvo Vaca de Castro con el dicho Don Diego, iba con él Gómez de
Tordoya al servicio de Su Majestad, y lo mataron con un arcabuzazo”. El
expediente tiene 31 folios, llenos, como de costumbre en estos casos, de declaraciones
de testigos, las cuales sirvieron para que los hijos de Gómez de Tordoya
lograran su propósito.
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