jueves, 28 de diciembre de 2017

(Día 576) Se reparte el gran tesoro del Cuzco (con igualdad para los hombres llegados con Almagro). Señalan un lugar para la iglesia y dan por refundada la ciudad del Cuzco nombrando los cargos municipales. El capitán Quizquiz prepara gente para hacer la guerra a los españoles.

     (166) Se hizo el reparto de aquella extraordinaria riqueza, en el que Cieza da por hecho que hubo robos, y se organizó la ciudad al estilo español: “Pizarro mandó que se recogiese el oro y plata en una casa principal, y así se hizo. Se recogió todo en un gran montón, y habiéndose robado lo que buenamente se puede creer, se hicieron cuatrocientas ochenta partes que se repartieron entre los españoles. Dicen algunos que fueron de cuatro mil pesos cada una (unos 16 kilos de oro)”. No precisa Cieza que antes se había apartado la quinta parte del total para el rey, ni que Pizarro, Almagro y los capitanes tenían mayor botín que los soldados de a pie. Lo que resulta notable es que se respetó lo acordado en Cajamarca, de manera que el reparto fue igual para los veteranos y para los que llegaron con Almagro después del apresamiento de Atahualpa.
     Tras la concesión a la avaricia, se dedicaron a cosas más respetables: “Pareciole a Pizarro que estaría bien entender en lo principal, que tocaba al servicio de Dios, y así, luego que entró en la ciudad del Cuzco, la limpió de la suciedad de los ídolos, señalando iglesia en un lugar decente para decir misa y que el evangelio fuese predicado, para que el nombre de Jesucristo fuese loado, y además por los caminos se pusieron cruces, que fueron gran terror para todos los demonios, pues les quitaban el dominio que tuvieron en aquella ciudad. Y hecho esto, dijo a un escribano que le diese por testimonio cómo tomaba posesión de aquella ciudad, como cabeza de todo el reino de Perú, en nombre del emperador don Carlos, quinto de este nombre, rey de España, y de ello señaló testigos, nombrando alcalde y regidores, con lo que quedó reedificada la ciudad del Cuzco”. Juan Ruiz de Arce añade un dato que nos hace comprender cómo funcionaba la ocupación de las tierras: “Juntose aquí mucho oro y plata, y fue tan buena esta fundición como la primera (la de Cajamarca). Fundamos allí un pueblo, en la misma ciudad del Cuzco, de sesenta vecinos, y repartiose toda su tierra. Hubo conquistador al que  le dieron de repartimiento cuarenta mil vasallos; a todos los que allí quedaron (como vecinos permanentes), les dieron por lo menos cinco mil vasallos”. Todo un drama para los incas, aunque consecuencia de una ley de la historia humana, al menos en los viejos tiempos. Así nos dominaron, entre otros, los romanos, los visigodos, los árabes…, pero también los que invaden, hasta sin pretenderlo, aportan beneficios.
     Los grandes capitanes incas no podían resignarse y echaban pestes de sus derrotas y de los españoles. Añade Cieza: “Incoravayo y Quizquiz estaban todavía acompañados de mucha gente de guerra, así de los vecinos del Cuzco como de los mitimaes (indios trasladados de otras zonas y al servicio obligatorio de los incas). Tenían crecido dolor de ver que los españoles se habían apoderado de la ciudad, quejábanse de sus dioses y gemían por los incas; maldecían el nacimiento de Huáscar y Atahualpa, pues por sus pendencias y vanas porfías pudieron los españoles haber ganado tan gran tierra”. Los dos capitanes incas buscaron alianzas de otros pueblos indios para atacar a los españoles.


     (Imagen) Lo que vemos en la imagen podía ser algún lugar español de las provincias de León o Cuenca, o Valladolid… pero es el Cuzco, con su hermosa catedral. Fue una ciudad ‘refundada’ por Pizarro sobre la rutilante capital incaica, la joya de la corona, en la que se diseñó un trazado europeo con preeminencia del edificio de la iglesia y con parcelas para que edificaran casas los vecinos que se iban a quedar en el lugar bajo el gobierno de las autoridades nombradas, mientras la tropa seguía adelante dedicada a lo suyo,  ampliar la conquista y asegurar su defensa. Así una y otra vez, sin parar nunca. Los españoles destruyeron en las Indias gran parte de un mundo y de su cultura, pero establecieron un nuevo mundo y una nueva cultura, y además, mestiza. Casi todo lo que crearon, quedó en pie para siempre. Asombra saber que, desde los tiempos  de Colón hasta la llegada de los españoles al Cuzco en 1534, en solo 42 años se habían fundado en las Indias 137 poblaciones, de las que solamente han desaparecido 27. Y el frenético impulso continuó. Cuarenta años más, y toda la tarea quedó terminada: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Pasión por conquistar y pasión por dejar poblaciones vivas que duraran eternamente. Eran grupos tan minúsculos y vulnerables como las semillas de las plantas, pero demostraron ser igualmente fecundos.


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