(161) Llegaron a la bahía de Caraques. Alvarado arengó a sus hombres, y
Cieza subraya, de paso, la manipulación de los poderosos: “Con las palabras con
que suelen los gobernadores engañar para hacer sus hechos, le dijo a su gente
que harto tenía para sí y era ya gobernador de Guatemala, por lo que había
querido preparar aquella empresa para que ellos se hiciesen ricos, de manera
que, sabiendo lo que en esto le debían, esperaba que le fuesen fieles y buenos
amigos”.
Luego
hizo los nombramientos oficiales, civiles y militares, que Cieza detalla. Y
continuaron el viaje (empezando el horror, sobre todo para los indios que
llevaban): “Determinó Alvarado que los navíos fuesen a Puerto Viejo, y que la
gente marchase por tierra con los caballos y gente de servicio (indios) que sacaron de Guatemala y
Nicaragua, muchos hombres y mujeres, de los cuales murieron muchos, así por la
mar como con los grandes trabajos que tuvieron por tierra”. Lo que le da pie
para hacer una descarnada denuncia: “Unos de los notables daños y crueldades
que los españoles han hecho en estas Indias, ha sido sacar de sus tierras a los
pobres indios con sus mujeres estando pacíficos (no en pie de guerra) para llevarlos a las tierras que tienen
intención de descubrir y de robar”. Hay dos cosas que siempre llaman la
atención en Cieza: su insistencia en criticar esos abusos (que otros cronistas
consideraban más bien como ‘daños colaterales’) y que pudiera hacerlo con plena
libertad de expresión, sin que sus textos tuvieran ningún problema ni censura
para ser publicados. Sin duda era un hombre que lamentaba los daños que sufrían
los nativos, pero es imposible que esa sensibilidad fuera constante porque,
aunque no en la campaña de Pizarro, sí estuvo en otras incorporado a la
maquinaria militar de aquellas conquistas.
Pedro de Alvarado, sin más contemplaciones ni asegurarse de que la
‘chica’ que le gustaba no estuviera ya comprometida con Pizarro, se lanzó a
conquistarla: “Tenía intención de descubrir tierra más allá de Chincha, donde
acababan los términos de la gobernación de Pizarro. Mandó al piloto Juan Fernández
con todo lo que no les fuera necesario a los que habían de caminar por tierra,
debiendo poner en todos los puertos señales para que se viese haber sido
descubiertos, y tomase posesión en nombre del rey de Castilla y suyo (el de Alvarado). A los demás navíos los
despachó a Nicaragua y Panamá para que pudiesen traer más gente, y él volvió a
su campo con gran noticia que tuvo de la riqueza que había en Quito, según le
contó un indio que dijo haberlo visto por sus ojos”. Está claro que Alvarado,
después del gran triunfo que vivió en México, seguía soñando a lo grande; y
grande va a ser el embrollo que provocará al disputarle territorio a Pizarro
con dudosa legitimidad. Su intención inicial era dirigirse a Chincha, lo que
parecía respetar los derechos de Pizarro, pero, presionado o convencido por los
suyos, cambió de plan de forma temeraria: “Los votos y pareceres de los
principales de su real fueron tantos sobre que fuesen a Quito, que lo hubo de
poner por obra”.
(Imagen) Al organizar sus tropas Pedro de Alvarado para entrar en Perú,
nombró a su hermano GÓMEZ (era su nombre) DE ALVARADO capitán de caballería. La
biografía de Gómez no puede ser más intensa. Llegó a las Indias en 1514 con sus
seis hermanos, lo que añadido a otro cúmulo de parientes Alvarado, se presta a
confusiones; incluso hay otro Gómez de Alvarado. El ‘nuestro’ aparece siempre
al lado del gran Pedro de Alvarado en un ‘no va más’ de tormentosas campañas
bélicas por Cuba, México, Guatemala y Perú, que es donde se separan. Pedro
vuelve a Guatemala y Gómez se queda en Perú justo cuando van a empezar las
terribles guerras civiles entre almagristas y pizarristas, en las que había que
hacer habilísimos regates para salvar la vida. Fue un hombre muy importante
para Almagro, y muerto éste, Pizarro, para suavizar los conflictos, lo incorporó
a sus tropas e incluso lo envió a fundar una población. Gómez cumplió la orden
y así nació lo que hoy es otra de las innumerables ciudades de origen español
que aún perviven, la actual HUÁNUCO. Muerto Pizarro, Gómez participó en la
batalla de Chupas al lado de Gonzalo Pizarro, en la que fue derrotado y
ejecutado el hijo de Almagro. Poco después, en 1542, murió Gómez, un año más
tarde que su hermano Pedro. Por algo Bernal Díaz del Castillo, que, por viejo,
lo conoció todo (incluso los desastres de Perú), escribió que Pedro de Alvarado
y toda su familia (su mujer, sus hijos y sus hermanos) terminaron de mala
manera.
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