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Puesto que ha salido a escena el nombre de Manco Inca, convendrá aclarar que se
alió con los españoles y aceptó gustoso que le nombraran emperador oficioso del Perú, aunque él
pretendía serlo de hecho. Era un hombre muy consciente de su importancia, y demostró
después que aquella aparente amistad solo se basaba en el propio interés. El
Inca Garcilaso dice que, en un principio, Manco Inca contaba con que los españoles
le devolvieran todo el poder que tuvo Atahualpa: “El Príncipe Manco Inca holgó mucho de ver que Quizquiz (capitán de Atahualpa) y otros personajes
que tan enemigos le habían sido se mostrasen ahora de su bando para restituirle
el imperio. Creyó que lo mismo harían los españoles (qué ingenuidad). Con estas esperanzas, fue a visitar a los
españoles para pedirles por vía de paz el mando y señorío de su reino”.
Manco Inca no había asumido su cargo como sustituto de Atahualpa, sino
como directo heredero del derrotado Huáscar y del gran Huayna Cápac. Gonzalo
Pizarro, que sigue actuando en un nivel discreto, aunque más tarde dará pruebas
de su extraordinaria valía, ahora va a tener éxito como ‘don Juan’. Parece ser
que las indias se sentían atraídas por los españoles. Manco Inca tenía entre
sus amantes a una ‘coya’ (mujer principal), llamada Inquill (‘flor olorosa’),
que se rindió a los encantos de Gonzalo. El Inca encajó mal el golpe y cuando,
tiempo después, huyó del Cuzco acusó a los españoles de violadores. Llegó a
decir que las vejaciones que había sufrido fueron tantas “que se le habían
meado en la boca”. Gonzalo Pizarro se tomó en serio el amorío y tuvo un hijo
con ‘Flor olorosa’. Le puso el nombre de su hermano, Francisco. Fue legitimado
por el emperador en 1544 y murió luego en España tras haberlo enviado el virrey
Pedro de la Gasca, después de haber ejecutado a Gonzalo, con un hijo de Juan
Pizarro, también huérfano, “para que entre sus deudos sea mejor criado”.
Dicho lo cual, recojo algo de lo que nos
cuenta de primera mano el peculiar cronista Juan Ruiz de Arce sobre lo que
ocurrió hasta la entrada en el Cuzco, ya que también él era uno de los que iban
a caballo con Almagro y Soto: “Venido el Gobernador, seguimos nuestro camino
adelante, en demanda del Cuzco. Hallamos que toda la gente de guerra nos estaba
esperando a la entrada de la ciudad. Dimos contra ella; alanceáronse muchos
indios y peleamos hasta que llegó la noche. Matáronnos tres caballos, uno de
los cuales fue el mío, que me había costado mil seiscientos castellanos (confirmación del exagerado precio de un
caballo y de la devaluación de la moneda: equivalía a unos seis kilos de oro),
e hiriéronnos muchos cristianos. Los
indios se fueron a asentar en otro
lugar, y al otro día, en amaneciendo, comenzamos a caminar hacia la ciudad, con
harto temor, con pensamiento de que los
indios nos estaban esperando en la cima. Y así subimos el puerto, entramos en
la ciudad, y vimos que estaba sin ninguna defensa. La ciudad del Cuzco es de
esta manera: tendría cuatro mil casas. Está entre dos ríos, en un repecho de la
sierra, y tiene una buena fortaleza, de muchos aposentos. Hay muchas casas
buenas porque el Inca del Perú mandaba a todos los señores de la tierra que
hicieran casas en la ciudad y que viniesen a residir con él en el Cuzco cuatro
meses al año. Había algún señor que tenía su tierra a seiscientas leguas de
allí, y se le hacía venir a residir como dicho es”.
(Imagen) Cuando Pizarro iba a entrar en el Cuzco, se presentó MANCO INCA
para aliarse con él. Veamos por qué. Hacia el siglo XII, los incas tuvieron que
huir, empujados por los aimaras, de las tierras próximas al lago de Titicaca. Se
establecieron en la zona del Cuzco, tras someter a los indígenas. En esa época
nació el legendario Manco Cápac, el primer emperador inca. Creó una dinastía, y
el Inca número doce fue Huayna Cápac, padre de Huáscar (nº 13) y de Atahualpa
(nº 14). Es impensable que el ‘divino’ Atahualpa aceptara ser un emperador
títere de los españoles. Tras ser ejecutado, Pizarro le concedió ese ‘honor’ a
Túpac Hualpa porque era hijo de Huayna Cápac y enemigo de Atahualpa; lo aceptó,
pero murió envenenado. Como Manco Inca reunía exactamente las mismas
condiciones que Túpac, le sucedió en el puesto, pero creyendo ingenuamente que los
españoles lo reconocerían como emperador del Perú. Cuando se dio cuenta de que
siempre iba a ser un útil pelele, se rebeló enérgicamente, creando muchos
problemas a los españoles, y hasta aprovechándose de los conflictos entre
Almagro y Pizarro (como veremos). La ocupación española ha dejado para siempre
una herida en el orgullo de los pueblos americanos (en unos más que en otros),
convirtiendo en mitos inmaculados (a veces con muy poca objetividad) a todos los
que lucharon contra los conquistadores. Así figura Manco Inca en su expresivo
retrato.
manco inca se cogió a pizarrro.
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