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Luego aporta Cieza algunos detalles sobre la llegada al Cuzco. Tal como lo
contaba Pedro Pizarro, parecía que entraron todos los españoles al mismo
tiempo, pero no fue así, ni tampoco explicaba un incidente provocado por los
indios. Ya vimos que Pizarro alcanzó a Soto y Almagro en Jaquijaguana, muy
cerca de la meta, adonde se le acercó Manco Inca. Oigamos a Cieza: “Había
salido del Cuzco Manco Inca Yupanqui, hijo de Huayna Cápac, a quien de derecho,
dicen algunos, pertenecía el señorío de su padre. Mas como vio cuán mal les
había ido, entendió que los españoles habían de quedar con el mando en todo el
reino, pareciéndole sano consejo confederarse con ellos. Se fue adonde Pizarro
acompañado de uno de sus caballeros; Pizarro, al conocerlo, se holgó. Tratolo
bien y mandó que lo honrasen. Cuando lo supieron los capitanes y parientes
suyos, les pesó notablemente, y con gran desesperación determinaron, puesto que
no podían prevalecer contra los españoles, ir a la ciudad a poner fuego en los
edificios reales y llevar los grandes tesoros, para que tan grandes enemigos
suyos no los tuviesen; y lo pusieron por
obra. Uno de ellos mismos se presentó ante Pizarro y le avisó de la hazaña que
iban a hacer los indios, por lo que ordenó que Juan Pizarro (sigue todavía con poco protagonismo el gran
Gonzalo Pizarro) y Hernando de Soto, con la mayor parte de los caballos,
fuesen a paso largo para, entrando en el Cuzco, impedir que los indios
arruinasen la ciudad, y aunque se dieron prisa, habían ya entrado los indios y
robado (qué raro que Cieza diga ‘robado’;
un lapsus) mucho tesoro, saqueando el templo, llevándose las doncellas
sagradas y poniendo fuego en alguna parte. Cuando Hernando de Soto y Juan
Pizarro entraron en la ciudad, remediaron lo que pudieron, de arte que el
incendio cesó; poco después Pizarro llegó con el resto de la gente a la
ciudad”.
Toda la tropa de Pizarro entró en
el Cuzco el mes de octubre de 1534, sin ninguna resistencia porque, “cuando
supieron los indios que los españoles les venían a las espaldas, salieron de la
ciudad llevando a toda la gente joven que había de hombres y mujeres, que pocos
quedaron que no fuesen viejos y cansados, inútiles para la guerra”. El
didáctico Cieza nos pone en situación: “La ciudad del Cuzco era la cabeza del
gran imperio de los incas, donde estaba la corte de ellos, el solemne templo
del sol y sus mayores grandezas. Fue fundada por Manco Cápac (parece ser que hacia el año 1200), del
cual tiempo hasta Huáscar, reinaron once príncipes”. Luego explica que, a pesar
del botín que se sacó de la ciudad para pagar el rescate de Atahualpa y de lo
que se llevaron, Quizquiz primero, y luego los indios cuando huyeron, quedaba
mucho: “Cosa de grande admiración, pues ningún tesoro fue tan grande como el
que quedó, ni en todas las Indias se halló tal riqueza. Pues cuando entraron
los españoles y abrían las puertas de las casas, hallaban rimeros de piedras de
oro de gran preso y grandes vasijas de plata. En la casa real del sol se
hallaron grandezas no vistas ni oídas”.
(Imagen) Habrá que mandar al panteón de las vidas truncadas a JUAN
PIZARRO ALONSO porque solo tenía unos 26 años cuando murió, como veremos,
luchando en el Cuzco contra los indios del rebelado Manco Inca. Los cuatro
hermanos Pizarro fueron dignos hijos del legendario militar Gonzalo Pizarro
Rodríguez de Aguilar, alias el Largo (por su altura), el Tuerto (desde que
luchó en Granada) y el Romano (por la guerras de Italia). En su testamento
legitimó a todos sus hijos bastardos (el único que tuvo ‘como Dios manda’ fue
Hernando). Algunos detalles de las actuaciones de Juan Pizarro lo muestran como
un tipo valioso (todos los hermanos lo fueron) y con fuerte carácter, pero su
aparición en las crónicas tiene un relieve muy escaso. De no haber fallecido
tan pronto, su papel habría sido decisivo en las guerras civiles. Pero, tras su muerte y como si se tratara de
un capricho de los dioses, todo se iba a orientar hacia el gran
protagonismo y la tragedia de Gonzalo
Pizarro (el más joven de los hermanos), porque se convirtió en un líder
solitario al ser asesinado Francisco Pizarro y permanecer Hernando Pizarro preso
muy largo tiempo en España. Solo falta en la muy hermosa plaza de Trujillo un recuerdo
visible de Juan y Gonzalo (que eran hermanos de padre y madre), porque también
Hernando tiene el suyo.
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