(140) Tras la aceptación del elegido por Pizarro, siguió el rito
habitual de la sucesión a un emperador muerto, con cuatro días de ayuno: “Después
hizo paces con el Gobernador con solemnidad de trompetas, quien le entregó la
bandera real, y él la alzó por el Emperador nuestro señor, dándose por su
vasallo. Luego todos los caciques le recibieron por señor con mucho
acatamiento. Así recibió el estado de Atahualpa, y luego le pusieron una borla
muy rica atada por la cabeza, que entre ellos es corona que lleva el que es
señor en el señorío del Cuzco; y así la traía Atahualpa”. Pero ocurrió que el
nombramiento de Tupac Hualpa fue efímero, porque murió poco después yendo con
los españoles hacia el Cuzco; siempre se pensó que su muerte fue promovida por
el capitán Caracuchima, que iba a resultar una pesadilla para los españoles.
El
cronista Pedro Pizarro aporta más datos sobre la situación en que se vio Tupac
Hualpa y sobre cómo murió: “El Marqués don Francisco Pizarro alzó por señor a
Tupac Hualpa, hijo de Huayna Cápac y hermano de Huáscar (no hermanastro como Atahualpa). Había venido a ver a Atahualpa
cuando estaba preso y fingió que estaba enfermo todo el tiempo en que Atahualpa
estuvo vivo, no saliendo de su aposento porque temía que Atahualpa mandase
matarlo como a los demás hermanos. Estando este señor un día comiendo con
Caracuchima, este le convidó a un vaso de chicha, que así lo tenían por
costumbre, y en la chicha le dio ponzoña, de manera que se fue consumiendo y
vino a morir a Jauja al cabo de siete u ocho meses. Estos indios conocían
yerbas para matar con ellas a los meses o años que querían (difícil de creer)”.
No
podemos dejar de lado a Cieza porque su versión de los hechos siempre es
enriquecedora. Aunque, previamente, voy a aclarar un punto. Repartido el oro y
antes de que Atahualpa muriese, Hernando Pizarro partió para España con algunos
españoles, pero se demoró en Panamá. Como veremos, varios más, ya muerto el
inca y satisfechos con su botín, le pidieron permiso a Pizarro para volverse a
España, y se lo concedió. Pero algunos cronistas lo cuentan de manera que se
podría entender que salieron de Cajamarca al mismo tiempo que Hernando Pizarro.
Lo que ocurrió fue que algunos se embarcaron más tarde con él en Panamá. El
mismo Hernando, en su carta-relación enviada a los oidores de la Audiencia de
Santo Domingo, y al tiempo en que se despide de ellos, lo deja claro: “Después
de yo venido a Panamá, vino otro navío en el que vinieron algunos hidalgos (los que habían obtenido el permiso de
Pizarro). Dicen que se hizo repartimiento del oro. Después de yo venido,
según el Gobernador (Pizarro) me
escribe, supo que Atahualpa hacía junta de gente para dar guerra a los
cristianos. E dice que hicieron justicia de él; nombró señor a otro hermano
suyo (Tupac Hualpa), que era su
enemigo. Nuestro Señor guarde e prospere por largos tiempos las magníficas
personas de vuestras mercedes. Hecha en esta villa de Santa María del Puerto, a
veintitrés días del mes de noviembre de mil quinientos treinta y tres años.
Hernando Pizarro”.
(Imagen) Ya vimos que, tras la ejecución de Atahualpa, sus familiares tuvieron en general un vivir poco
rumboso, salvo el de algunas princesas. Pizarro y sus hermanos Juan y Gonzalo vivieron
amores con princesas incas, pero no se casaron con ellas (ni con nadie), aunque
legitimaron a sus hijos. Cuando asesinaron a Francisco Pizarro, su tercera
compañera, doña Angelina, se casó con un español excepcional que dominaba el
quechua y fue también cronista del Perú, Juan de Betanzos. El caso de Hernando
Pizarro fue muy especial: se casó con una mestiza extraordinaria, su sobrina
Francisca Pizarro, hija del gran Pizarro y de la princesa Inés Huaylas Yupanqui,
hermanastra de Atahualpa.
Sin embargo, en México, muchos descendientes de Moctezuma conservaron un
alto nivel social y consiguieron por vía judicial buenas compensaciones
económicas. Un caso extraordinario fue el de su hermana Isabel de Moctezuma,
cuya vida resultó un asombroso novelón, casi desde su niñez. Cuando tenía 21
años, ya había enviudado cinco veces de grandes personajes aztecas como
Cuitlahuac y Cuauhtémoc (sucesores de Moctezuma) y de españoles muy relevantes.
A esa linda edad, se casó con el cacereño Juan Cano de Saavedra. Tuvieron cinco
hijos. Uno de ellos, Juan Cano Moctezuma, llegó ‘a lo grande’ a Cáceres, se
casó con Elvira de Toledo y Ovando (la
crème de la crème), y edificaron en la ciudad el magnífico palacio
‘Toledo-Moctezuma’, otra joya de su casco antiguo.
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