sábado, 4 de noviembre de 2017

(Día 530) Hernando Pizarro va a Pachacama para conseguir más oro y, a Jauja, para traer consigo al gran capitán Caracuchima, todo ello con la conformidad de Atahualpa.

     (120) A pesar de la prisión de Atahualpa, la estructura de su ejército estaba intacta, y Cieza nos da un detalle de su cuasidivino poder moral: “El capitán general de Atahualpa (Caracuchima) estaba en Jauja, donde había hecho harto daño a los huancas, y no había querido hacer movimiento ninguno hasta ver lo que su señor mandaba. Atahualpa, como pensaba ser libre con el gran rescate que había prometido, deseando ver a Caracuchima, le mandó que viniese pronto a Cajamarca; y a pesar de que Atahualpa estuviese preso y él fuese jubilado (libre de obligaciones), entró a le hablar, descalzo y con una carga (símbolo de sumisión), llevando tanta humildad como si Atahualpa estuviese en el Cuzco en toda libertad y él fuera un hombre bajo”. Cieza anticipa este detalle; en realidad la llegada de Caracuchima fue  con Hernando Pizarro, a la vuelta de su viaje.
     La expedición de Hernando Pizarro tuvo, pues, dos objetivos: conseguir oro del templo de Pachacama, llegar hasta Jauja para encontrarse con Caracuchima, asegurarse de que no estaba en pie de guerra y traerlo a Cajamarca. Todo fue bien, pero en una cosa se equivocó: Caracuchima tenía intención de atacar a los españoles y disimuló, consiguiendo que Hernando le creyera inofensivo. El viaje fue intenso y largo (duró cuatro meses),  y varios cronistas lo relataron, incluso el propio Hernando. Así que tendré que picotear aquí y allá, como en una degustación. El más extenso fue Miguel de Estete, personaje novelesco y testigo de los hechos. Era aquel Estete, conocedor del idioma de los indios, que se encontraba entre los primeros que vieron a Atahualpa, y asimismo el que ayudó a derribarlo de las andas y apresarlo en Cajamarca.
     El cronista Pedro Pizarro mantiene con mucha claridad, y sin redundancias, el hilo del relato. De entrada nos muestra por qué Pizarro no se movió de Cajamarca durante tan largo tiempo (más de siete meses, nos dirá Cieza): “El Marqués le tenía preso a Atahualpa aguardando que juntase el tesoro que había prometido, y también a que viniesen más españoles a la tierra, porque con los que tenía no se atrevía a pasar adelante (quedaba pendiente la conquista del Cuzco). Atahualpa le dijo al Marqués que, para que se juntase el tesoro más presto (habían pasado ya dos meses a la espera de obtener un buen botín), era menester que enviase un capitán con gente a Pachacama, porque decía que tenía más tesoro este ídolo de Pachacama”. También, como ya vimos, por deseo de Atahualpa Pizarro mandó a tres españoles al Cuzco con la misma misión. “Acordó el Marqués enviar a Pachacama a su hermano Hernando Pizarro con cincuenta de a caballo y que de allí subiesen a Jauja y trajesen consigo a Caracuchima, el capitán más principal que tenía Atahualpa”. El cronista Estete señala la fecha de partida de la expedición, el cinco de enero de 1533, corrige el número de los que acompañaron a Hernando diciendo que eran solamente veinticinco (él iba con ellos), y nos empieza a contar: “En Guamachuco le dijeron a Hernando Pizarro algunos indios principales que Caracuchima venía desde Andamarca, a siete leguas de allí, con veinte mil hombres de guerra para matar a los cristianos y liberar a su señor. Visto eso por el capitán, determinó ir a verse con Caracuchima”. Aunque, de hecho, el ‘insensato’ fue directo a salirle a su encuentro, sus planes se torcieron.


     (Imagen) El objetivo principal, la derrota de Atahualpa, ya estaba conseguido. Quedaba en pie el poder de su rival y hermanastro Huáscar, pero, increíble casualidad, fue apresado por sus enemigos el mismo día que Atahualpa. Así que, al menos en teoría, el dueño de Perú era Pizarro. Pero había un serio problema: era necesario conquistar la capital del imperio, el Cuzco, y eliminar la amenaza de los poderosos ejércitos de Atahualpa. Tenían tres líderes de enorme prestigio, Rumiñahui, hermanastro de Atahualpa, Quizquiz y Caracuchima, quizá el mejor capitán, a cuyo encuentro se dirige ahora Hernando Pizarro porque Atahualpa quiere que vuelva con él para que haya paz. Muerto Atahualpa, sus tres generales desencadenaron la guerra. Esta vez los españoles contarán con la ayuda de miles de indios amigos, como los tuvo Cortés en México. Caracuchima morirá después de apresado, Quizquiz a manos de un cacique partidario de la paz con los españoles, y Rumiñahui fue ejecutado por Belalcázar, convirtiéndolo en un héroe nacional de Ecuador. Era el año 1535. Pero continuaron largo tiempo los conflictos, primero con Manco Inca (hermanastro de Atahualpa), y después con sus sucesores, hasta llegar la paz definitiva en 1572, cuando el virrey Francisco de Toledo ejecutó a Tupac Amaru. Un magnífico virrey al que los peruanos no le perdonan.


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