viernes, 6 de octubre de 2017

(Día 505) Su enviado le cuenta a Atahualpa que los españoles son presa fácil, pero el gran inca no actúa. Bárbaras costumbres de duelo en Motux. El expeditivo Hernando Pizarro tortura a un indio para lograr información.

    (95) Pedro Pizarro explica después con mucho realismo en qué tremenda situación se encontraban: “El indio se volvió para su señor Atahualpa y le contó todo lo que había visto, diciéndole que, si viesen la gente que él tenía, se huirían. Con esto Atahualpa se aseguró y no tuvo en nada a los españoles. Porque, si los tuviera en algo, enviaría gente a la subida de la sierra, que era muy agreste, y con que pusiera allá la tercia gente de la gente que tenía, mataría a todos los españoles o a la mayor parte, y los que huyeran, serían muertos en el camino”. Y lo menciona con la habitual declaración de fe de aquellos duros soldados: “Ordenolo nuestro Señor así porque fue servido que entrasen en esta tierra cristianos”.
     Según se iban acercando al temible Atahualpa, su mayor enemigo lo llevaban dentro, en sus torturadas mentes, cuyos obsesivos y realistas temores serían imposibles de controlar. Ansia por llegar y ganas de huir, todo a un tiempo. Entre los soldados iba Francisco de Xerez, y nos sigue contando: “Al otro día, madrugó el Gobernador con la luna porque había gran jornada hasta llegar a un  poblado llamado Motux. Allí supimos que su cacique estaba en Cajamarca y había llevado trescientos hombres de guerra, quedando en el lugar un capitán puesto por Atahualpa”. No le gustaron a Xerez las costumbres de aquella zona: “Es gente sucia, comen carne y pescado todo crudo. Sacrifican a sus propios naturales e hijos. Y los mismos que van a ser sacrificados se dan de voluntad a la muerte, riendo y bailando y cantando; y la piden después de que están hartos de beber, antes de que les corten las cabezas”. Lo que cuenta Xejez era cierto, pero lo interpretó equivocadamente. Se practicaban sacrificios humanos, pero solo se hacían en casos muy excepcionales, tras ocurrir un gran desastre por causas naturales o como resultado de la guerra. Este tipo de rito se llamaba Capacocha.
     Tras cuatro días de descanso (corporal pero  no mental) en Motux, se pusieron en marcha. En dos jornadas llegaron a orillas del río Saña, muy crecido en aquel momento. Tenían noticias de la existencia de un poblado en la otra margen y, para evitar riesgos excesivos, Pizarro ordenó que fueran a inspeccionarlo solamente  su hermano Hernando y el capitán Soto con un grupo de soldados. Se encontraron con un pueblo casi fantasma: la mayoría de los indios se habían escondido porque acababan de sufrir un terrible castigo de Atahualpa, con el coste de miles de víctimas. Hablaron con algunos y consiguieron tranquilizarlos, pero cuando les pidieron información sobre Atahualpa, enmudecieron. La reacción de Hernando Pizarro habrá que añadirla al montón de indicios que apuntan a que había un aspecto muy despótico en su carácter. Dice Xerez: “El capitán Hernando Pizarro (al parecer contra el criterio de Soto) tomó aparte a un indio principal y, atormentado, dijo que Atahualpa esperaba de guerra en tres partes, con mucha soberbia y para matar a los cristianos”. Al parecer Hernando siguió atormentándolo, pero, según dice el cronista Cristóbal de Mena, “ni con fuego ni con otra cosa, nunca dijo más de esto”.


     (Imagen) El sacrificio humano no estaba generalizado en el imperio inca, pero se practicaba en ocasiones especialmente señaladas, como la muerte del emperador o en catástrofes naturales. Tal rito tenía el nombre de capacocha. Se daba orden de traer al Cuzco niños sin defectos físicos, se escogía a los más bellos y se les daba una preparación ascética y espiritual. Esos niños eran considerados los más apropiados para conseguir el favor de los dioses, y volvían a sus poblados para ser inmolados en altas montañas de todo el imperio, vistiéndolos previamente con gran lujo, adornándolos con joyas, perfumándolos y maquillándolos, lo que facilitó su momificación. Para sus familiares era un gran honor. Sirva de triste ejemplo la momia (‘Momia Juanita’) de una jovencita sacrificada que se encontró el año 1995 en Perú.


No hay comentarios:

Publicar un comentario