(108) Dice Pedro Pizarro: “Atahualpa pidió que le diesen de comer, y
después de haber comido, que acabaría a hora de misa mayor, empezó a levantar a
su gente y a venirse hacia Cajamarca; y hechos sus escuadrones, que cubrían los
campos, y él metido en unas andas, con dos mil indios por delante que le
barrían el camino. Venían asimismo delante de Atahualpa muchos indios cantando
y danzando. Tardó en andar esta media legua que hay desde los baños donde
estaba hasta Cajamarca, desde hora de misa mayor hasta tres horas antes de que
anocheciese”. La ‘procesión’ fue a paso de tortuga, pero, durante ese tiempo,
hubo mensajitos y tanteos por ambas partes, fingiendo Atahualpa que iba en son
de paz, y Pizarro, a su vez, tratando de confiarle. Como la calma de Atahualpa
era desesperante y Pizarro temía sobre todo que se hiciera de noche, se
inquietó más aún al ver que el inca había vuelto a detenerse y montado sus
tiendas. Cuenta Cieza: “Pizarro, que lo estaba sufriendo, dijo que le alegraría
que alguno de los cristianos se atreviera a ir con un mensaje para Atahualpa”.
La misión no podía ser más peligrosa y Pizarro no quería imponerle a nadie que
arriesgara tanto su vida. Pero no faltó un ‘suicida’: “Oyolo uno a quien
llamaban Hernando de Aldana (hermano de Lorenzo
de Aldana, otro brillante conquistador, con el que colaboró el gran piloto
Bartolomé Ruiz), que entendía la lengua de los indios. Respondió que iría
donde estaba Atahualpa y le diría lo que él mandase; alegrose Pizarro y mandole
que dijera a Atahualpa que, porque ya era tarde, le rogaba mucho que se diese
prisa para llegar donde le estaba aguardando”. Y allá que se fue el ‘trastornado’
mensajero: “Aldana anduvo hasta que llegó a la tienda de Atahualpa, hallolo
sentado a la puerta de ella, acompañado de muchos señores capitanes; explicole la embajada que traía.
No le respondió nada, mas levantose con mucha ira, y arremetiendo con el
cristiano, quiso tomarle la espada, pero túvola tan fuertemente que no bastó.
Algunos de los principales que allí estaban se levantaron con voluntad de lo
matar y tomarle la espada. Atahualpa, les mandó que lo dejasen, y le dijo con
buen semblante que se volviese y dijese a Pizarro que luego partiría por le
hacer placer y se verían entrambos. Aldana, que no las tenía todas consigo (como para tenerlas…), hizo su
acatamiento, y a paso largo (no tenía
caballo) volvió donde estaba Pizarro, a quien contó lo que había pasado y
que le parecía que Atahualpa venía de mal arte y con gran soberbia”.
El
cronista Francisco de Xerez da una versión parecida, pero nos hace sentir la
angustia de que un enorme elefante se había puesto en marcha haciendo retumbar
el suelo, y se acercaba lento y pesado para aplastar un ridículo hormiguero
(nosotros sabemos cómo iba a terminar todo, pero las hormigas, no): “Atahualpa
y su gente comenzaron a andar y Aldana volvió por delante de ellos, y le dijo
al Gobernador que ya venía y que la gente que traía en la delantera tenía armas
ocultas debajo de las camisetas y talegas de piedras y hondas, y que le parecía
que traían ruin intención”.
(Imagen) Hernando de Aldana: otro de los muchos gigantes de ‘segunda
fila’. Nació en Alcántara (Cáceres) en 1481. Su inteligencia le permitió
entender pronto el quechua. Le vamos a ver en acciones de mucho mérito, como el
de la captura de Atahualpa, en la que participó porque conocía su idioma.
Siempre fiel a Pizarro, sin embargo nunca abandonó la lealtad al rey. Eso le
costó ser ejecutado en 1546 por Francisco de Carvajal, el salvaje lugarteniente
de Gonzalo Pizarro. Hoy contemplamos cómo se ofrece voluntario para una misión
de altísimo riesgo: ir solo a presentarse ante Atahualpa para rogarle que se diera prisa en
llegar adonde estaba Pizarro. No le costó la vida de puro milagro. Evitó que el divino
emperador le quitara la espada y tal insolencia provocó que los guerreros incas
intentaran matarlo, pero su rey los frenó. ¿Por qué se resistió? Lo más lógico
es pensar que Aldana tuvo una reacción heroica: “Si conservo la espada, quizá
me maten, pero no antes de que yo lo haga con Atahualpa”. Grandeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario