(1287) El gobernador estaba al corriente
de los desastres ocurridos, pero con escasos detalles, ya que los innumerables
mapuches tenían cortados los caminos, y vivía angustiado temiéndose lo peor en
la situación de las ciudades acorraladas: "Como ya sabemos, no era el
drama de La Imperial lo único que afligía al atribulado Gobernador. Hacía más
de un año que en Concepción solo se sabía de la ciudad de Villarrica que estaba
cercada por los indios. Francisco del Campo, después de sus últimos y efímeros
triunfos sobre los indios de Osorno, pedía empeñosamente nuevos socorros para
proseguir la campaña, y el Gobernador no podía enviárselos. Se decía que Angol estaba sitiada por un ejército
formidable, y que todos los indios de la comarca estaban rebelados. En Chillán
se defendía resueltamente el corregidor Alonso Cid Maldonado, teniendo que
sostener constantes combates con los bárbaros. Los capitanes Pedro Cortés y don
Antonio de Quiñones, hijo del Gobernador, apenas podían mantener el prestigio
de las armas españolas. Por si fuera poco, circulaban por todo Chile las más
alarmantes noticias, exagerando los desastres. 'A la hora que escribo ésta, se
decía en una carta fechada en Santiago en marzo de 1600, ha venido noticia de
que los de La Imperial perecieron todos de hambre después de un año de cerco.
Sólo se escaparon veinte hombres, cuya suerte fue mucho más trabajosa que la de
los muertos, porque, necesitados por el hambre, se pasaron al bando de los
indios'. Don Francisco de Quiñones, contrariado por tantos desastres,
convencido de su impotencia para vencer la rebelión de los araucanos, al mismo
tiempo que pedía empeñosamente al Rey los socorros indispensables, reclamaba
que se enviase a Chile un gobernador joven y vigoroso que viniera a relevarlo
del mando, y que fuera capaz de dirigir la guerra con más energía y con más
fortuna".
Las calamidades se amontonaban. A la
pesadilla mapuche, se añadió la amenaza de los piratas, probablemente
aprovechando como las hienas las calamidades que estaban sufriendo los
españoles en Chile: "El virrey del Perú tenía listos a fines de noviembre
cuatrocientos hombres para enviar a Chile, utilizando al efecto una parte de
las tropas que volvían de Quito después de sofocar una insurrección que había
estallado en los años anteriores. Cuando se preparaba la partida de esos
refuerzos, llegó al Perú, el 2 de diciembre de 1599, la noticia de la presencia
de corsarios en los mares de Chile. Seis días más tarde entraba en el puerto de
Lima el capitán Diego de Ulloa con el buque quitado a los holandeses en
Valparaíso, y con seis prisioneros que podían informar sobre los propósitos de
los piratas. Estos graves sucesos demoraron el envío de los socorros a Chile, y
lo que era más lamentable, fueron reducidos considerablemente. Se le avisó al
Virrey desde España que de Holanda había salido una expedición de corsarios
para los mares del sur (el Pacífico) y desde Paraguay se le confirmó
esta noticia. Ante este nuevo peligro, el Virrey olvidó por el momento la
guerra de Arauco, y consagró todos sus esfuerzos a equipar una escuadrilla para
batir a los corsarios y guarnecer las
costas del Perú".
(Imagen) En las Indias, todos sus
protagonistas demostraron ser hiperactivos, y, por supuesto,
extraordinariamente valientes. Nos hemos dejado atrás al anciano gobernador del
atormentado territorio de Chile PEDRO DE VIZCARRA, al que ya vimos en acción.
Pero hay mucho más que contar sobre él. Nació en Sevilla (a pesar de que el
apellido es vasco) en torno al año 1525. Aunque suele figurar con el apellido
Viscarra, no hay duda de que él firmaba VIZCARRA, y así lo muestra la imagen
(documento fechado en 1591). La firma, breve y clara, nos revela también que
era Licenciado en Leyes, y, no obstante ser esa su preparación, aparece en
Nicaragua el año 1554 luchando contra Juan Gaitán, cuya rebeldía contra la
Corona ya vimos hace mucho tiempo, resultando gravemente herido el letrado en
su valiente empeño. Se le asignó en la Audiencia de Guatemala el cargo de
Relator, a quien le correspondía informar a los jueces sobre el curso que
llevaban los procesos. Cerrada la Audiencia en 1564, lo enviaron a España para
que agilizara su reapertura, la cual no se consiguió hasta 1572, y entonces
Vizcarra, ascendido, llegó a Lima como Relator de su Audiencia. El año 1590 fue
Vizcarra a Chile. Recordemos el proceso de los cargos que desempeñó.
Sustituyendo al gobernador interino Ruiz de Gamboa, ocupaba el puesto oficial
Alonso de Sotomayor, quien dejó a Vizcarra al mando de Santiago de Chile
mientras él iba a batallar contra los mapuches. Luego Sotomayor fue a Perú
buscando refuerzos, y dejó como gobernador interino de Chile a PEDRO DE
VIZCARRA. En ese tiempo Felipe II sustituyó a Sotomayor por otro gobernador,
Martín García Óñez de Loyola, y, mientras este llegaba desde España a Chile, Pedro de Vizcarra continuó
ejerciendo como gobernador interino. Cuando García de Loyola tomó posesión del
cargo, tuvo importantes éxitos contra los indios, pero estos lo masacraron a él
y a casi todos sus hombres en diciembre de 1598. En situación tan desastrosa,
le tocó a PEDRO DE VIZCARRA asumir otra vez la gobernación, y lo hizo bien a
pesar de su avanzada edad, e incluso aplicó duros castigos a los mapuches.
Afortunadamente para él, pronto llegó a Chile, como vimos hace poco, el nuevo
gobernador, Francisco de Quiñones. Pero PEDRO DE VIZCARRA no se jubiló, sino
que, en ocasiones, volvió a ser gobernador interino, y, como definitiva y
última ocupación, se dedicó a ejercer como juez e intervino en procesos de gran
importancia, siendo acusado en uno de ellos nuestro conocido capitán Juan
Rodolfo Lisperguer (pariente de la siniestra Quintrala), quien logró escapar
antes de ser sentenciado. PEDRO DE VIZCARRA murió en Chile hacia el año 1605.
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