domingo, 3 de abril de 2022

(1687) El sangriento acoso de los mapuches (que iba en aumento), más la amenaza de piratas y la escasez de tropas españolas, tenían desesperado al gobernador Francisco de Quiñones, el cual había sustituido al interino Pedro de Vizcarra.

 

     (1287) El gobernador estaba al corriente de los desastres ocurridos, pero con escasos detalles, ya que los innumerables mapuches tenían cortados los caminos, y vivía angustiado temiéndose lo peor en la situación de las ciudades acorraladas: "Como ya sabemos, no era el drama de La Imperial lo único que afligía al atribulado Gobernador. Hacía más de un año que en Concepción solo se sabía de la ciudad de Villarrica que estaba cercada por los indios. Francisco del Campo, después de sus últimos y efímeros triunfos sobre los indios de Osorno, pedía empeñosamente nuevos socorros para proseguir la campaña, y el Gobernador no podía enviárselos. Se decía  que Angol estaba sitiada por un ejército formidable, y que todos los indios de la comarca estaban rebelados. En Chillán se defendía resueltamente el corregidor Alonso Cid Maldonado, teniendo que sostener constantes combates con los bárbaros. Los capitanes Pedro Cortés y don Antonio de Quiñones, hijo del Gobernador, apenas podían mantener el prestigio de las armas españolas. Por si fuera poco, circulaban por todo Chile las más alarmantes noticias, exagerando los desastres. 'A la hora que escribo ésta, se decía en una carta fechada en Santiago en marzo de 1600, ha venido noticia de que los de La Imperial perecieron todos de hambre después de un año de cerco. Sólo se escaparon veinte hombres, cuya suerte fue mucho más trabajosa que la de los muertos, porque, necesitados por el hambre, se pasaron al bando de los indios'. Don Francisco de Quiñones, contrariado por tantos desastres, convencido de su impotencia para vencer la rebelión de los araucanos, al mismo tiempo que pedía empeñosamente al Rey los socorros indispensables, reclamaba que se enviase a Chile un gobernador joven y vigoroso que viniera a relevarlo del mando, y que fuera capaz de dirigir la guerra con más energía y con más fortuna".

     Las calamidades se amontonaban. A la pesadilla mapuche, se añadió la amenaza de los piratas, probablemente aprovechando como las hienas las calamidades que estaban sufriendo los españoles en Chile: "El virrey del Perú tenía listos a fines de noviembre cuatrocientos hombres para enviar a Chile, utilizando al efecto una parte de las tropas que volvían de Quito después de sofocar una insurrección que había estallado en los años anteriores. Cuando se preparaba la partida de esos refuerzos, llegó al Perú, el 2 de diciembre de 1599, la noticia de la presencia de corsarios en los mares de Chile. Seis días más tarde entraba en el puerto de Lima el capitán Diego de Ulloa con el buque quitado a los holandeses en Valparaíso, y con seis prisioneros que podían informar sobre los propósitos de los piratas. Estos graves sucesos demoraron el envío de los socorros a Chile, y lo que era más lamentable, fueron reducidos considerablemente. Se le avisó al Virrey desde España que de Holanda había salido una expedición de corsarios para los mares del sur (el Pacífico) y desde Paraguay se le confirmó esta noticia. Ante este nuevo peligro, el Virrey olvidó por el momento la guerra de Arauco, y consagró todos sus esfuerzos a equipar una escuadrilla para batir a los corsarios y  guarnecer las costas del Perú".

 

     (Imagen) En las Indias, todos sus protagonistas demostraron ser hiperactivos, y, por supuesto, extraordinariamente valientes. Nos hemos dejado atrás al anciano gobernador del atormentado territorio de Chile PEDRO DE VIZCARRA, al que ya vimos en acción. Pero hay mucho más que contar sobre él. Nació en Sevilla (a pesar de que el apellido es vasco) en torno al año 1525. Aunque suele figurar con el apellido Viscarra, no hay duda de que él firmaba VIZCARRA, y así lo muestra la imagen (documento fechado en 1591). La firma, breve y clara, nos revela también que era Licenciado en Leyes, y, no obstante ser esa su preparación, aparece en Nicaragua el año 1554 luchando contra Juan Gaitán, cuya rebeldía contra la Corona ya vimos hace mucho tiempo, resultando gravemente herido el letrado en su valiente empeño. Se le asignó en la Audiencia de Guatemala el cargo de Relator, a quien le correspondía informar a los jueces sobre el curso que llevaban los procesos. Cerrada la Audiencia en 1564, lo enviaron a España para que agilizara su reapertura, la cual no se consiguió hasta 1572, y entonces Vizcarra, ascendido, llegó a Lima como Relator de su Audiencia. El año 1590 fue Vizcarra a Chile. Recordemos el proceso de los cargos que desempeñó. Sustituyendo al gobernador interino Ruiz de Gamboa, ocupaba el puesto oficial Alonso de Sotomayor, quien dejó a Vizcarra al mando de Santiago de Chile mientras él iba a batallar contra los mapuches. Luego Sotomayor fue a Perú buscando refuerzos, y dejó como gobernador interino de Chile a PEDRO DE VIZCARRA. En ese tiempo Felipe II sustituyó a Sotomayor por otro gobernador, Martín García Óñez de Loyola, y, mientras este llegaba desde España  a Chile, Pedro de Vizcarra continuó ejerciendo como gobernador interino. Cuando García de Loyola tomó posesión del cargo, tuvo importantes éxitos contra los indios, pero estos lo masacraron a él y a casi todos sus hombres en diciembre de 1598. En situación tan desastrosa, le tocó a PEDRO DE VIZCARRA asumir otra vez la gobernación, y lo hizo bien a pesar de su avanzada edad, e incluso aplicó duros castigos a los mapuches. Afortunadamente para él, pronto llegó a Chile, como vimos hace poco, el nuevo gobernador, Francisco de Quiñones. Pero PEDRO DE VIZCARRA no se jubiló, sino que, en ocasiones, volvió a ser gobernador interino, y, como definitiva y última ocupación, se dedicó a ejercer como juez e intervino en procesos de gran importancia, siendo acusado en uno de ellos nuestro conocido capitán Juan Rodolfo Lisperguer (pariente de la siniestra Quintrala), quien logró escapar antes de ser sentenciado. PEDRO DE VIZCARRA murió en Chile hacia el año 1605.




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