miércoles, 23 de febrero de 2022

(1654) Llegarán tiempos catastróficos, pero, de momento, los españoles seguían venciendo. No obstante hubo un motín, y el gobernador ejecutó a los cabecillas. El nuevo virrey de Perú se llamaba Fernando de Torres y Portugal.

 

     (1254) Viendo los indios que los españoles estaban separados, juntaron un ejército bajo el mando del cacique Cadiguala, indio con fama de muy fuerte y belicoso: " Y fue tanto su atrevimiento, que llegó con sus hombres a la ciudad de Angol y le puso fuego sabiendo que estaba dentro el gobernador don Alonso de Sotomayor con su gente. Salió el gobernador en persona con doscientos de a caballo, pero fue tan escaso el provecho de este encuentro, que los indios pelearon sin recibir daño, y, además, ellos  mataron a un indio amigo llamado Caninango, que era capitán de los que luchaban en nuestro bando. Hecho esto se fueron a dar contra la fortaleza de Purén, lo cual entendió luego el gobernador, y salió con sesenta hombres a dar socorro al maestre de campo. Aunque se dieron cuenta los enemigos, no acometieron, a pesar de que había entre ellos trescientos de a caballo (los mapuches utilizaron pronto la caballería) y gran cantidad de a pie, porque, al ver que la ciudad quedaba con poca gente, les pareció más acertado volver contra ella. Don Alonso se dio cuenta de esto, y eran tantas las ganas que tenía de enfrentarse con brío a los enemigos, que volvió a la fortaleza, hizo una empalizada para su defensa y alojó su gente cómodamente en un sitio próximo. El cacique Cadiguala. con cien de a caballo, llegó al fuerte y retó al maestre de campo con gran soberbia. Pero  no pudo irse contento, porque, saliendo los nuestros, le desbarataron su ejército, matando al mismo Cadiguala y a muchos de los suyos. De esta manera se vivía en aquel tiempo en este fuerte de Purén, de donde salía el maestre de campo ordinariamente a campear la tierra peleando hasta Angol, y teniendo siempre buenos resultados".

     No era fácil vivir en Chile en medio de la perpetua y  mortífera amenaza mapuche. La crónica va dejando claro, indirectamente, que, además, muchos soldados vivían casi en la indigencia. Es por eso que, como hemos visto, de vez en cuando surgían motines o intentos de llevarlos a cabo: "Llegó el tiempo de que el gobernador partiera para visitar las  ciudades del norte. Le ordenó al maestre de campo que, por otra parte, fuera a Concepción y Santiago para proporcionar provisiones y municiones a los dos fuertes de Biobío, llamados Santísima Trinidad y Espíritu Santo. Sustituyendo al maestre de campo, se quedó en la fortaleza de Purén Tiburcio de Heredia, el cual enfermó a los pocos días por los muchos trabajos de aquel lugar. Algunos soldados, que se sentían pobres, hambrientos, afligidos y sin esperanza de remuneración de sus trabajos, acordaron amotinarse, pues el maestre de campo Alonso García Ramón estaba ausente, y el que hacía sus veces muy enfermo. El plan era que, tomando las mejores armas y caballos, habían de ir a la ciudad de Angol y a la de Chillán, así como a los dos fuertes de Biobio, y llevar de camino algunos amigos suyos tan desesperados como ellos, de manera que, con toda esta fuerza, habían de ir a la ciudad de Santiago, saquearla y luego marchar con todas sus riquezas al territorio de Tucumán, apoderándose de él como señores absolutos".

     Era un asunto muy grave, que forzosamente había de acabar mal. Se enteró de lo que ocurría Tiburcio de Heredia, por lo que, astutamente, envió a algunos de los amotinados a La Imperial (donde estaba el gobernador), utilizando la excusa de que era necesario traer de allí provisiones. Además Heredia hizo que los acompañaran soldados de su confianza, a quienes les entregó una carta en la que le explicaba al gobernador en holandés (porque ambos lo entendían) lo que estaba ocurriendo: "Viendo el gobernador la carta, acudió puntualmente a la Purén con un escuadrón de españoles, dando a entender que lo hacía para visitar al enfermo y abastecer la fortaleza, y, habiéndolo hecho, se fue de vuelta a Angol, sacando previamente a algunos soldados, entre los que estaban los cabecillas del motín que se tramaba. Llegando con ellos a la ciudad de Angol, mandó darles garrote a todos, con lo cual se evitó el notable daño que pudiera causarse en estos reinos si Dios Nuestro Señor no lo remediara".

 

     (Imagen) Ya hemos visto que el virrey de Perú Martín Enríquez Almansa murió en marzo del año 1583. Le sucedió FERNANDO DE TORRES Y PORTUGAL, estando también bajo sus órdenes, como le correspondía a su cargo, el Gobernador de Chile. Nació probablemente en Jaén, sin que se sepa la fecha. Era descendiente de la familia real portuguesa y fue el primer Conde de Villardompardo (Jaén). Tuvo desde muy joven cargos políticos de gran importancia, adquiriendo el prestigio suficiente para que Felipe II lo escogiera como virrey de Perú. A lo largo del ejercicio de sus funciones tuvo siempre serios enfrentamientos con el poder eclesiástico, e incluso con la Inquisición, todos debidos a su deseo de que no interfirieran en los asuntos políticos. El año 1584 Felipe II, por estimar su valía, lo nombró virrey de Perú, a pesar de que se lo desaconsejaron debido a que entonces Fernando de Torres era ya un anciano. Llegó a Lima a finales del año 1585, acompañado de familiares, entre ellos, su hijo Jerónimo de Torres y Portugal, que resultó bastante problemático. El nuevo virrey, a pesar de andar escaso de salud, trabajó intensamente los numerosos asuntos que le competían, acabando enérgicamente con muchos abusos que se iban consolidando. Sin embargo, no consiguió mejorar lo suficiente la situación en que se encontraban los indios que trabajaban para los españoles en las  minas. Dispuesto a acabar con las incursiones de los piratas ingleses, capitaneados por Cavendish, logró preparar una flota de cinco navíos, una fragata y dos galeras, que puso bajo el mando de su hijo Jerónimo. Tomó medidas importantes frente a otros problemas muy serios: la propagación de tres epidemias seguidas, viruela, sarampión y peste, más  un terremoto en el que él mismo estuvo a punto de perder la vida. También se enfrentó a las intromisiones eclesiásticas, teniendo, entre otros, un conflicto con el arzobispo de Lima Santo Toribio de Mogrovejo, que se debería probablemente a puntos de vista distintos acerca de los derechos de los indios. Además, alguien que se la tenía jurada hizo públicas acusaciones de que  su hijo Jerónimo de Torres y Portugal y su sobrino Diego de Portugal se dejaban sobornar a cambio de favores políticos y llevaban una vida escandalosa con importantes damas de la sociedad limeña. El año 1590 Felipe II decidió que el virrey fuera sustituido por García Hurtado de Mendoza (a quien ya lo vimos actuando como Gobernador de Chile). FERNANDO DE TORRES Y PORTUGAL llegó a España en 1592, muriendo poco después en su condado de Villardompardo (Jaén). La imagen nos muestra que era también Caballero de la Orden de Santiago.




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