sábado, 12 de febrero de 2022

(1644) El gobernador Gamboa impuso su autoridad destituyendo a un capitán y parándole los pies de nuevo a Azócar. La revisión de la crónica que hizo el jesuita Bartolomé de Escobar mejoró el estilo, pero le dio un tono clerical.

 

     (1244) Sigue el cronista dando datos de la permanente actividad de los soldados españoles: "En este tiempo, Rafael Portocarrero recorrió diversas veces aquellos territorios con cuarenta hombres, y, además, envió el gobernador a un mestizo llamado Juan de Almendras con trescientos indios amigos a las montañas de la costa, para hacer estrago en sus moradores, pareciéndole que debía efectuarlo todo a fuego y sangre apurando a los rebelados, pues no había otro remedio para pacificarlos. Y se dio tan buena maña, que trajo gran cantidad de gente, dejando muertos a algunos que pretendieron defenderse. Hecho esto, levantó el gobernador su campamento dejando en Quinchilca al capitán Martín Gallego, natural de Badajoz, que era uno de los antiguos conquistadores de Chile. Luego fue a Codico, donde estaba su maestre de campo con sesenta soldados"

     Y vemos ahora un ejemplo de lo que era la disciplina militar en las tropas de las Indias: "Tuvo allí noticia el gobernador de que Martín Gallego había licenciado a ciertos soldados de su compañía para irse a la ciudad de Valdivia. Tomando esto a mal, envió a un soldado, cuyo nombre era Juan de Lisama, a desposeer del oficio de capitán a Martín Gallego y sustituirle en este cargo, como lo hizo puntualmente. Después el gobernador condenó a Martín Gallego a dos años de servicio personal en aquel fuerte, degradado a simple soldado. Luego el gobernador, como Codico no estaba ya poblado de indios amigos porque los había trasladado a Callacalla, abandonó la fortaleza tras haberla incendiado para que no fuese de provecho a los enemigos. Tras lo cual se fue adonde estaba el capitán Salvador Martín con alguna gente española para defensa de los indios pacíficos de la comarca". Hubo también ocasión de limpiar la sucia conciencia de muchos soldados: "Era ya tiempo de Cuaresma del año de 1581, en el cual, con motivo de las confesiones y predicación de un religioso de la orden del glorioso patriarca Santo Domingo, llamado fray Pedro Beltrán, que andaba entre los soldados, se produjo algún cambio en ellos, y el gobernador, con su autoridad, le ayudó al religioso a extirpar las ocasiones de los vicios en los que muchos vivían desenfrenadamente".

     Pero, detrás de un  problema, llegaba otro. Fue entonces cuando ocurrió algo que ya contamos: "Después de esto se recibieron cartas de que en la ciudad de Santiago no habían querido obedecer al capitán Pedro Olmos de Aguilera, que había ido con provisiones para recoger veinte mil pesos de ropa con que se vistieran los soldados, echando una derrama entre los mercaderes donde todos contribuyeran. Además, los del cabildo habían enviado procuradores al virrey del Perú, don Francisco de Toledo, para que remediase lo de los escasos tributos que iban a pagar los indios por voluntad del gobernador". Ya vimos que al gobernador le sentó fatal esta postura, y se fue a Santiago con cuarenta soldados para obligar a cumplir lo que había dispuesto. Los del cabildo salieron a recibirle amedrentados, pero allí estaba el doctor Lope de Azócar dispuesto a resistirse presumiendo de que, por una disposición del Rey, era poco menos que intocable. El remedio fue fulminante: "Se apearon el capitán Juan de Lisama, Nicolás de Quiroga y otros soldados,  dieron con Azócar de la mula abajo, y lo llevaron medio arrastrando a la ciudad, de donde, tres días después, fue llevado al puerto de Valparaíso, y desde allí a la ciudad de Lima, donde era ya virrey don Martín Enríquez de Almansa (que lo había sido de México)".

 

     (Imagen) Como sabemos, BARTOLOMÉ DE ESCOBAR  redactó de nuevo una revisión corregida de la crónica de Pedro Mariño de Lobera sobre la conquista de Chile. Escobar nació en Sevilla el año 1561. Teniendo 20 años, fue con su familia a Perú, donde empezó a estudiar leyes en un colegio de Lima, e ingresó pronto en un seminario jesuita. Terminados sus estudios con  brillantes resultados, se dedicó intensamente a la predicación, y publicó muchos libros, casi todos en latín. Pedro Mariño de Lobera pasó los últimos años de su vida en Lima, donde, al parecer, mantuvo amistad con el jesuita Escobar, quien, a su vez, tenía muy buena relación con el virrey García Hurtado de Mendoza, cuyas actuaciones anteriores como Gobernador de Chile (1556-1561) ya hemos conocido. Mariño de Lobera, poco antes de morir el año 1594, le entregó su manuscrito al virrey, quien, ya fallecido el autor, le confió el texto al jesuita Bartolomé de Escobar para que hiciese una mejora en la redacción. Pero la crónica perdió su estilo original. Vemos que Bartolomé emplea metáforas algo pedantes (acaba de decir que, al tener que huir de los mapuches los indios amigos de los españoles, "hubo en aquella playa un llanto tan doloroso, que la hacía estar más amarga con las lágrimas que salada con las olas"). Y, además, emplea el tono de un predicador que censura duramente los defectos de los conquistadores. Pero parece respetar fielmente los hechos que ocurrieron. Así que habrá que confiar en la veracidad de los acontecimientos que se narran, pero  teniendo en cuenta que la redacción desaparecida de Mariño de Lobera estaría escrita con un estilo completamente diferente, más rústico, pero quizá más entrañable y con juicios de valor moral muy diferentes, como lo son las profesiones de clérigo y militar. Aunque vimos en su día que el también militar Alonso de Góngora Marmolejo criticaba ciertas actuaciones de sus compañeros, lo hacía de manera muy distinta a los modos clericales. Otro detalle negativo es que Escobar, para complacer al virrey, adornó en la crónica sus méritos, y le dedicó su versión en la portada de manera muy llamativa. El libro permaneció en el anonimato hasta ser publicado en Chile el año 1865, con el pomposo título que vemos en la imagen: "Crónica del reino de Chile, escrita por el capitán don Pedro Mariño de Lobera. Dirigida (dedicada)  al Cristianísimo  Señor don García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, vice-rey y capitán general de los reinos del Perú y Chile. Reducida a nuevo método y estilo por el padre Bartolomé de Escobar, de la Compañía de Jesús". BARTOLOMÉ DE ESCOBAR murió en Lima el año 1624.




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