lunes, 14 de febrero de 2022

(1645) El cronista sigue hablando de batallas, pero cuenta dos anécdotas, una de ellas de violencia de género, en cuya redacción se ve la mano culta del jesuita Escobar. Miguel Gómez de Silva y su hijo fueron capitanes importantes.

 

     (1245) Nuevamente el cronista (o el jesuita Bartolomé de Escobar) va a criticar abusos contra los indios. Primeramente habla de que el gobernador Gamboa, quien, como vimos, había sofocado en Santiago un intento de rebelarse contra él, consiguió imponer una derrama económica  a los mercaderes y a otras personas de la ciudad. Pero también necesitaba provisiones para ir de campaña, y estas las obtuvo, al parecer, tomándoselas a los indios amigos: "Consiguió tres mil quintales de bizcocho, cuatro mil tocinos, gran cantidad de cargas de cecina y muchos carneros, todo lo cual salía del sudor de los pobres indios sobre cuyos hombros ponía las cargas después de haber salido de sus costillas. Y esto que escribo ha sido cosa ordinaria en todos los tiempos, lo cual ha perjudicado al fruto que los cristianos podían haber obtenido en Chile acerca de la conversión de los infieles". Y, como las luchas con los indios eran tan repetitivas, añade lo siguiente: "Para evitar ese fastidio, voy pasando muchas batallas dignas de memoria y tocando superficialmente algunas en las que muchos soldados valerosos hicieron cosas dignas de ser recordadas, pero es conveniente evitar la prolijidad en atención al gusto de la lectura. En razón de esto apuntaré brevemente el cerco puesto a la ciudad de Chillan por los indios araucanos y penquinos, cuyo capitán fue Buta Calquen, hombre de gran sagacidad y valentía, contra el cual salió el capitán Miguel de Silva con algunos soldados bien preparados, y mató a muchos de los enemigos poniendo a otros en prisiones, volviendo el resto de ellos desbaratados el día diecisiete de octubre de 1581. Y en el mismo tiempo salió el mariscal Martín Ruiz de Gamboa de la ciudad de Santiago con doscientos españoles y algunos indios amigos, llevando de camino el navío que les tenían preparado donde los promaucaes, con lo que tuvieron sustento en abundancia para muchos meses que anduvieron por los confines de la Concepción, Angol y Congoya, lidiando a los enemigos y pasando calamidades. Viendo el mal camino que llevaban las cosas de Chile y la poca esperanza de su remedio, envió al reino del Perú al capitán Rafael Portocarrero, que era hombre de mucha suerte, para que le contase al virrey don Martín Enríquez de Almansa el progreso de las cosas, y le pidiera algún socorro para no dar con todo al traste".

     Y quizá para hacer más ameno el relato, añade: "Diré dos cosas que sucedieron en este tiempo en la ciudad de Santiago. Una fue que apareció una nube muy grande, la cual era de color de sangre, y comenzó a echar rayos resplandecientes y largos a manera de lanzas.  Además, menguó la mar tan extraordinariamente, que se quedaron en seco dos navíos que estaban en el puerto. Lo otro fue que un hombre llamado Juan Caballero mató a un hijo suyo de poca edad, sobre lo cual pedía justicia su mujer, sin que sirviesen de nada los muchos ruegos de personas serias para que desistiese de su querella, de manera que el marido fue ahorcado. No es cosa nueva en el mundo haber matado, como se lee en las historias, pues consta, según  Plutarco, que Epaminondas mató a su hijo Estesibroto, Erichtes a su hija, también Lisímaco a su hijo Agatocle, Ptolomeo al que le nació de Cleopatra, su hermana, y finalmente Deyotaro a todos que engendró excepto uno. Pero el haber matado muchas mujeres a sus maridos ha sido tan ordinario en el mundo, que no es menester recurrir a los historiadores. Notorio es que Laudisea mató a su marido Antíoco, Fabia al suyo, llamado Fabio, Agripina a Tiberio y Lucila a Antonio Vero". (Se diría que vemos de nuevo la opinión personal y los alardes culturales del jesuita Bartolomé de Escobar).

 

     (Imagen) Van saliendo nombres de capitanes cuya biografía permanece casi oculta. El cronista ha mencionado a Miguel de Silva, cuyo nombre completo era MIGUEL GÓMEZ DE SILVA MANRÍQUEZ. Diremos algo de él y de su hijo, MIGUEL GÓMEZ DE SILVA MORALES. Consta que el padre nació el año 1553 en Ciudad Rodrigo (Salamanca), y que se casó en Chile, hacia el año 1590, con Isabel de Morales, nacida en Toro (Zamora). Miguel de Silva hijo (nacido en Chile en 1594) presentó un informe de sus propios méritos (el de la imagen), pero también de los de su padre, del que dice lo siguiente (resumido): "Mi padre pasó de estos reinos de Chile a los de Perú en servicio del virrey Don Francisco de Toledo, que lo remitió al de  Chile con el general Don Miguel de Velasco para llevar gente de refuerzo, y, en todo el gobierno de Rodrigo de Quiroga, le acompañó en las batallas que se produjeron, como capitán de caballos, por nombramiento del dicho gobernador, por cuya muerte, habiéndole sucedido en el gobierno el mariscal Martín Ruiz de Gamboa, lo  nombró corregidor, justicia mayor y capitán de la ciudad de Angol, en lo que se ocupó algunos años, y después lo nombró corregidor de la ciudad de San Bartolomé de Gamboa (fundada por Martín)". Luego sigue hablando del impresionante historial de su padre, a quien todos los sucesivos gobernadores le confiaron los cargos principales, y da el detalle de que estuvo luchando, en 1598, contra los mapuches cuando mataron al gobernador Martín Óñez de Loyola (sobrino nieto de San Ignacio). Es casi seguro que en la fecha de este informe (año 1635) aún viviera su padre, porque no lo menciona como difunto, y  además afirma que sirvió al Rey en Chile más de cincuenta años. Y, de tal padre, tal hijo, pues también él brilló como conquistador: MIGUEL GÓMEZ DE SILVA MORALES nació en la chilena La Serena el año 1594. Aunque llegó a ser un funcionario real, luchó ya desde muy joven junto a su padre contra los mapuches. Tuvo cargos oficiales del más alto nivel. Fue alcalde de Santiago, la capital del país. En 1645 ejercía el cargo de Corregidor de la Justicia Mayor de la Audiencia Real, que era el puesto más alto de la administración de Chile. Fue también, en 1655, maestre de campo del ejército chileno, y tres años después, tuvo que asumir provisionalmente el cargo de gobernador, por haber sido destituido el oficial, Francisco de Meneses Brito. MIGUEL GÓMEZ DE SILVA MORALES, hombre prolífico, tuvo diez hijos con su primera mujer, Catalina Verdugo, y, con la segunda, Isabel de la Torre, otros seis. Murió en Santiago de Chile el mes de mayo del año 1568.




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