martes, 8 de febrero de 2022

(1640) Gamboa impuso con facilidad su autoridad de Gobernador. Hubo otros heroicos Catorce de la Fama. Fingiendo ser ingleses, los españoles castigaron a los mapuches, quienes después, confundidos, lo hicieron con piratas de verdad.

 

     (1240) Añado algo que aparece en el antiguo texto que he resumido en la imagen anterior, aclarando así lo que ocurrió tras ser apresado por Martín Ruiz de Gamboa el doctor Lope de Azócar, el cual intentó usurparle su puesto de gobernador interino de Chile: "Ruiz de Gamboa reunió después en Santiago al cabildo de la ciudad, y exhibió una provisión del virrey del Perú, en la que lo confirmaba a él en el cargo de gobernador interino de Chile, y exigía que lo reconocieran y le juraran obediencia al respecto. Si realmente hubo en la capital algún conato de insurrección, la actividad resuelta de Ruiz de Gamboa desorganizó toda la trama y mantuvo la tranquilidad y la obediencia. Cuando dos meses después el Gobernador informaba al Rey acerca de esos sucesos, no sólo le decía que el doctor Azócar había tratado de sublevarse contra los verdaderos representantes de la autoridad real, sino que, en año y medio que desempeñó el cargo de justicia mayor, había cometido agravios y desafueros, y manifiestas injusticias, y robos, y cohechos, y fuerzas y otras cosas indignas de manifestar en cartas. Y, justificando su decisión de apresar al  teniente de gobernador Lope de Azócar, Martín Ruiz de Gamboa agregaba estas palabras: 'Yo entiendo que, llevándolo a cabo, hice un servicio señalado a Dios Nuestro Señor y a Vuestra Majestad,  y un gran bien general para españoles  e indios".

     Por entonces hubo otro incidente en el que la valentía de catorce españoles fue extraordinaria (y el cronista volverá a subrayar la magia de esa cifra): "El gobernador Gamboa acondicionó una fortaleza en Quinchilca, poniendo a  cuarenta españoles con el capitán Rafael Portocarrero para que fuesen a molestar a los indios con sobresaltos que los obligasen a procurar la paz con los cristianos. Por otra parte andaba el maestre de campo ocupado en el mismo oficio, y llegando a la encomienda de don Pedro Mariño de Lobera, envió al capitán Salvador Martín con veinte españoles para que llevasen vituallas  a la ciudad de Valdivia, que a la sazón estaba necesitada. Como en la zona había muchos enemigos y no se podía pasar sin gente que hiciese escolta, envió también al capitán Antonio de Latorre  con catorce hombres. Según iban caminando estos últimos, hallaron rastro de gran número de indios, y comenzó a inquietarse un mastín que llevaban, el cual fue rápido hacia una montaña que estaba a un lado del camino. Al sentirse descubiertos los indios que estaban allí emboscados, salieron en tropel a trabar batalla con los catorce, la cual fue tan sangrienta que apenas se puede escribir con tinta. Pero, para expresarlo con pocas palabras, diré que fue más memorable que aquella de los Catorce de la Fama. Porque si aquellos fueron de tanta fama a pesar de haber muerto la mayoría, ¿qué se puede decir de estos que habiendo matado a muchos enemigos, salieron todos vivos y vencedores? Nada más se puede decir, salvo sus propios nombres para que no queden en el olvido. Y fueron: Alonso Sambrano, natural de la Fuente del Maestre; Alonso Becerra Altamirano, natural de Trujillo, Andrés Sánchez, de Ciudad Rodrigo, Juan de Montenegro, de Guadalajara, Cristóbal Maldonado, de Galicia, Barrutia, vizcaíno, Blas de Robles, Andrés Vázquez de Cazalla, Alonso López de Córdoba y su capitán, Antonio de la Torre (deja sin citar los nombres de cuatro de ellos)".

 

     (Imagen) El gobernador Martín Ruiz de Gamboa salió en barco desde Valdivia para poner orden en zonas donde los encomenderos se negaban a rebajar las tasas a los indios, y entonces ocurrió un incidente curioso: "Una peligrosa tormenta le obligó a llevar su nave al Puerto del Carnero, situado en Arauco. Al verlo los indios rebelados, se juntaron más de diez mil para que los que venían en el barco no se atreviesen a saltar en tierra. Viendo los españoles los peligros que les rodeaban de todas partes, decidieron utilizar la astucia. Fingieron que eran ingleses, enemigos de los españoles, a los cuales venían a matarlos. Resultaba creíble porque el navío era muy grande y con diferente traza que los que los indios conocían. Además, hablaron con los indios con palabras imaginadas para que los indios se persuadiesen de que no eran españoles. De esta manera,  se sosegaron los indios, trabando mucha amistad con estos hombres, y, al cabo de algunos días, se aliaron todos, indios y cristianos, para ir a atacar a ciudades de españoles. El capitán del navío les dijo a los indios que lo más conveniente era que se metieran en el barco cuatrocientos de ellos para ir contra la ciudad de Concepción,  y que, ganada esta ciudad, era fácil tomar las demás y echar fuera de Chile a todos los cristianos". Cuando los indios se embarcaron, entraron con ellos los doce prestigiosos caciques que tenían, momento que los españoles aprovecharon para bajar a tierra y atacar a los indios, que se habían quedado sin líderes, y tan confusos, que se desmoralizaron por completo, de forma que ellos huyeron y sus doce caciques fueron apresados. Tras el éxito, los españoles siguieron viaje y se los enviaron en otra nave al virrey de Perú. No acabó con esto la buena fortuna, pues hubo una carambola inesperada:  "Llegó más tarde a aquella costa un navío de piratas ingleses y, al decirles a los indios que lo eran, y, además, perseguidores de los españoles, se azoraron tanto los indios al oírlos, y  más todavía en aquella lengua que sonaba parecida a la que los españoles habían fingido, que, sin más averiguaciones, comenzaron a dar en ellos con tal furia, que los pobres ingleses tuvieron que embarcarse con pérdida de buena parte de los suyos, y efusión de sangre de los que, por resultar solamente heridos, se tuvieron por dichosos". El año 1540, durante la fracasada expedición marítima de Francisco Alonso de Camargo, el cacique Vineo le regaló una llama en una pequeña bahía situada junto a Arauco, a la que la tripulación que iba con él le puso el nombre de Puerto Carnero. La imagen representa el acto de la entrega.




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