viernes, 4 de febrero de 2022

(1637) Nuevas victorias españolas. Gran alegría de las mujeres de los indios amigos al ser liberadas de los mapuches. Anécdota absurda del cronista. Tipo de vida de los rebeldes mapuches hasta nuestros días.

 

     (1237) Como nos había prometido el cronista, nos muestra ahora en acción al almirante Juan Villalobos de Figueroa luchando bravamente en primera fila: "No habían caminado mucho los escuadrones del maestre Juan Álvarez de Luna y el almirante Juan Villalobos de Figueroa, cuando, al pasar por los llanos de Valdivia, dieron con una gran junta de enemigos, y se produjeron algunas escaramuzas en las que murieron algunos indios y dos de sus capitanes, retirándose los demás por no poder resistir la fuerza de los españoles. Después de esto se unió a nuestro campo la compañía del capitán Juan Ortiz Pacheco con cuarenta hombres de a caballo para atacar un fuerte donde estaban encastillados los enemigos. Los españoles se dividieron en dos escuadras para acometer por dos partes opuestas y coger en medio a los indios descuidados. De esta manera, fueron con gran presteza a dar a los indios por las espaldas, de suerte que, a los pocos lances, desampararon su alcázar huyendo sin orden y con pérdida de muchos de su bando,  de todas sus alhajas, y otras muchas que habían hurtado en diversos asaltos, además de las mujeres que habían quitado a los indios de paz, que eran muchas, y quedaron todas en poder de los españoles con no poco consuelo, por verse en manos de gentes cristianas que las restituyesen a sus maridos".

     Los españoles quisieron aprovechar la buena racha volviendo al ataque: "Quedaron los nuestros tan saboreados de esta victoria, que propusieron luego trabajar por otra semejante, para acabar de una vez con los indios. Aumentó el maestre de campo su ejército con cuarenta hombres de refresco, con lo que llegaban a ser casi doscientos, más una gran cantidad de indios amigos. Con el buen trabajo y el valor de los dos capitanes Juan Ortiz Pacheco y Juan de Villalobos de Figueroa, emprendió el maestre de campo este asunto con tantas ganas, que al fin consiguió su propósito desbaratando los escuadrones contrarios, cuyo capitán era don Pedro Eposomana (otro bautizado), que peleó medio día entre los suyos antes de rendirse a los españoles". El cronista se va cansando de narrar tantas batallas (los mapuches fueron siempre una pesadilla), y añade de paso algo extravagante, que quizá sea un añadido del jesuita Bartolomé de Escobar, autor de la revisión final de esta crónica: "Paréceme a mí que tendrá el lector por cosa increíble haber tan frecuentes victorias sin acabar de rendirse los vencidos. A lo cual respondo que también me pusiera a mí en harta admiración si no pensara que se trataba de castigos del cielo por los ordinarios abusos que en este desventurado reino se han visto. Y si tuviera que narrar todos los enfrentamientos, aún se asombrarían más los lectores, cansándome yo también de escribirlos. Concluyo, pues, con un caso notable que sucedió en la isla de Río Bueno. Estando allí el cacique don Cristóbal Aloe preparando a los suyos para la batalla, entró el demonio en medio de ellos y les dijo que él era un indio puelche deseoso de que saliesen con la victoria, y poderoso para dársela en la mano como lo verían por experiencia. Para que lo tuviesen por cierto, atravesó con la lanza un grueso tronco de un árbol, de que salió un grueso chorro de sangre que no cesó de correr por espacio de media hora. Los indios se admiraron tanto como el caso lo requería y anduvieron con grandes pronósticos sobre el vencer o ser vencidos, viniendo finalmente al desastre referido en el resultado de la batalla. De donde se pudo deducir que andaba el demonio suelto con tanta ansia por sacar sangre, que, cuando cesaba de derramar la humana, la sacaba de los árboles".

 

     (Imagen) Voy a resumir un artículo oficial chileno que hace referencia a la evolución social de los peleones mapuches: "La llegada hispana en el siglo XVI fue el elemento aglutinante para que poblaciones de indios distintas se agruparan, formándose la identidad mapuche conocida históricamente. Los mapuche se rebelaron contra el sometimiento español e incendiaron las primeras ciudades que habían fundado. Esta rebelión fue el inicio de la Guerra de Arauco que obligó a España a mantener un ejército profesional que resguardara las fronteras, así como a reconocer la autonomía mapuche en sus tierras. El definitivo sometimiento mapuche sólo terminó ante el Ejército de la República de Chile con la así llamada Pacificación de la Araucanía, en 1882. Esta acción militar se fundamentó en la urgencia por conquistar territorios explotables, impulsada bajo una ideología que propugnaba la eliminación de lo indígena en nombre de la 'civilización'. A partir del triunfo militar chileno y para dar inicio a una colonización con elementos criollos y europeos, se controló al indígena por medio de su asentamiento en reducciones (reservas) de propiedad comunal. Las consecuencias para la sociedad mapuche fueron la drástica disminución de sus tierras por reiteradas usurpaciones, la dependencia en un agente externo, el Estado, y una desorganización social, causada por la pérdida de autoridad de los caciques. Como resultado, desde inicios del siglo XX, la tradicional rebeldía mapuche deja de ser militar y pasa al campo político, así como del campo a la ciudad, con una progresiva migración y el surgimiento de una élite intelectual y profesional en el seno de la sociedad mapuche. En 1910, la primera organización indígena del país, la Sociedad Caupolicán, eleva una serie de peticiones de carácter étnico y campesinas. Hacia el año 1970, casi un 70% del pueblo mapuche se halla en la ciudad y en la extrema pobreza. En los años 80 se incrementa el nivel de pobreza del mapuche, lo que conlleva más migración a la ciudad y mestizaje. Hasta comienzos de la década de los 90, las leyes indígenas apuntaban a la incorporación y asimilación de estos a la sociedad chilena, situación que en parte se intenta revertir ya en democracia con la promulgación de la Ley Indígena de 1991, que reconoce, protege y fomenta el desarrollo de los grupos étnicos en el país. Se estima que la población mapuche prehispánica era aproximadamente de un millón. Hoy en día, los mapuche son más de 600.000 personas, que corresponden al 87,3% de la población indígena del país". Lo que quiere decir que la protesta mapuche nunca ha terminado.






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