viernes, 25 de febrero de 2022

(1656) Por si fuera poco la pesadilla de los incansables y fieros mapuches, de vez en cuando aparecían piratescos corsarios ingleses, que pocas veces se salían con la suya. Ahora vemos aparecer a Sir Thomas Cavendish.

 

     (1256) Los españoles tenían también amenazas por mar: "Llegada la Pascua de Navidad del año 1587, aparecieron cerca de la ciudad de Concepción dos velas de corsarios ingleses que habían entrado por el Estrecho de Magallanes, cuyo capitán se llamaba Tomás Schandi (Thomas Cavendish). Viendo estos navíos el maestre de campo Alonso García Ramón, sospechó lo que podría ser, y juntó con gran prisa la más gente que pudo yéndose con ella al puerto para pelear con el pirata si saltase en tierra. Al saber que seguía rumbo a Perú, despachó luego mensajeros a La Imperial, donde estaba el gobernador, y a la ciudad de Santiago, para que enviasen aviso al Conde del Villar (de Villardompardo), llamado don Fernando de Torres y Portugal, virrey del Perú, yendo el mismo maestre de campo por la costa abajo a esperar al pirata donde quiera que surgiese. Primeramente despachó un barco grande con algunas personas, pero naufragaron con un temporal antes de llegar a Valparaíso. Sin embargo, las personas se salvaron, fueron en otro navío a la ciudad de Lima y dieron al virrey noticia de lo que pasaba. Todo ello fue de mucha importancia para proteger toda la costa de manera que no llevase el corsario el botín que había cogido el capitán Francisco (el corsario Francis Drake) ocho años antes. Y así, le sucedió tan mal al pirata, que lo que llevó fue en la cabeza, porque, llegando al puerto de Valparaíso, le salieron a resistir el corregidor de Santiago y algunos vecinos y soldados. Los cuales atacaron cuando los ingleses estaban tomando agua y mataron a veinte de ellos. Y después de esto, les sucedió lo mismo al final de la costa del Perú, porque, estando refocilándose en la isla de la Puná, vinieron de Quito los capitanes don Rodrigo Núñez de Bonilla y Juan de Galarza, su cuñado, con sesenta hombres, y juntándose en Guayaquil con el corregidor Reinoso, que tenía otros sesenta, amanecieron en la isla dando sobre los ingleses que estaban en una casa del cacique, a la cual dieron fuego los nuestros, matando y prendiendo los que salían de la casa. Y si no fuera por la mucha artillería que disparaban desde los navíos, no quedaría un inglés con vida. Pero prendieron a algunos por la diligencia de unos cuatro soldados, principalmente del capitán don Rodrigo Núñez de Bonilla, que estuvo firme, sin volver pie atrás por temor de las balas. Y no era nuevo en este caballero señalarse en servicios al rey, no solamente por haberlo heredado de su padre, que se esmeró en las batallas contra Gonzalo Pizarro y otros rebelados, sino también por lo que el mismo don Rodrigo había hecho de edad de dieciocho años entrando en los Quijos a castigar a los indios rebelados que habían tomado tres ciudades y matado a todos los españoles, hombres y mujeres, y hasta los niños de cuna, las cuales ciudades las recuperó don Rodrigo y las pobló, dejándolas tal y como ahora están".

     Alertado por las andanzas de los corsarios, el virrey tomó medidas: "Sabiendo el conde de Villardompardo que estos ingleses andaban por las costas, dio orden de que, para proteger la costa de estos enemigos y, al mismo tiempo socorrer a Chile, fueran algunas compañías de soldados a guardar el puerto de Arica, donde había gran cantidad de plata.  Para esto,  mandó que se juntase gente en Potosí, confiando esta diligencia a don Fernando de Córdoba, hijo de don Antonio Fernández de Córdoba, señor de la villa de Belmonte, y descendientes por línea recta de la casa del marqués de Pliego, dentro del cuarto grado y deudos cercanos de los duques de César y Feria, y a don Luis de Carvajal, hijo del señor de Jadar, persona de mucha cualidad y estofa, para que cada uno alistase a doscientos hombres. Los cuales don Luis y don Fernando, habiendo recibido la documentación de capitanes, juntaron en Potosí y sus términos doscientos soldados cada uno y los llevaron por tierra a sesenta leguas, hasta el puerto de Arica, donde se embarcaron con ellos para Chile, lo cual fue ayuda de gran importancia para reprimir los bríos y la mala intención de los indios rebelados".

 

     (Imagen) ¿Cuál era la diferencia entre pirata y corsario? El pirata iba por libre, sin bandera nacional, y robaba a todos los que se ponían a tiro. El corsario pirateaba a los demás, menos al país cuyo estandarte llevaba en su mástil y a sus aliados. Tenían 'patente de corso' para robar en casa ajena. Incluso eran ennoblecidos, como SIR THOMAS CAVENDISH, a quien acabamos de ver salir sin plumas y cacareando de las costas chilenas, peruanas y ecuatorianas. También España tuvo 'sus' corsarios. CAVENDISH había nacido en Inglaterra el año 1560, de familia noble, y fue miembro del Parlamento Inglés. Heredó siendo  casi un niño una gran fortuna, que pronto dilapidó, síntoma de que le encantaba vivir intensamente, y nada mejor para ello que la piratería. Con solo 26 años ya había preparado un barco para imitar las aventuras del corsario Francis Drake (y de Hawkins), dispuesto a dar, como él, la vuelta al mundo, siendo el tercer hombre que lo consiguió. Pasó el Estrecho de Magallanes, donde recogió a Tomé Hernández, el único superviviente que quedaba en Rey Don Felipe, población fundada por el sublime perdedor Pedro Sarmiento de Gamboa, y a la que Cavendish le cambió el nombre por Puerto del Hambre. Siguieron viaje por la costa del Pacífico hacia el Norte, y Tomé pudo escapar astutamente. Fue después cuando, como hemos visto, Cavendish, en la Navidad de 1587, llegó a las costas de Chile, donde le fue muy mal. Se da un dato equivocado sobre él al decir que anduvo por California en noviembre de ese año. Tuvo que ser a principios de 1588, y fue entonces cuando la diosa Fortuna le regaló un espléndido botín. Se apoderó en el puerto de San Lucas del galeón español que hacía la ruta del Pacífico, transportando muy valiosas y variadas mercancías desde Acapulco y Manila con un viaje de ida y vuelta cada año. Cavendish saqueó la nave, cuya carga incluía unos 122.000 pesos de plata, y, por no poder colocar más cosas en su barco, quemó el navío español y lo  hundió en el puerto. El nueve de septiembre de 1588 llegó triunfante a Inglaterra, tras completar la vuelta al mundo. Llevó a cabo una nueva expedición en agosto de 1591. Llegado al puerto brasileño de Santos, lo saqueó, pero en su ruta, de nuevo hacia el Estrecho de Magallanes, estuvo a punto de naufragar. Dio la vuelta hacia Brasil, quizá renunciando a su aventura, pero para su desgracia, ya que los portugueses mataron a casi todos sus hombres,  muriendo él también poco después. Su compañero John Davis continuó el viaje llegando hasta Las Malvinas, pero volvió a Inglaterra perdiendo la mayor parte de sus hombres por hambre y enfermedades.




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