(1238) Fallecido el extraordinario
gobernador Rodrigo de Quiroga (como veremos en la imagen), que fue una persona
llena de virtudes militares y humanas, le sucedió, por voluntad suya, su yerno,
Martín Ruiz de Gamboa, otro hombre dotado de buenas cualidades: "Apenas
había expirado el gobernador Rodrigo de Quiroga, le comunicaron a su yerno
Martín Ruiz de Gamboa, que estaba en la ciudad de Chillán, la muerte de su
suegro y el nombramiento de gobernador que dejaba hecho en su persona. Oyendo
esto bajó luego a la ciudad de Santiago, donde tomó la posesión del gobierno
despachando a su sobrino Andrés López de Gamboa a las ciudades del norte con
cargo de teniente de gobernador. Estaban entonces en las lagunas de Villarrica los
capitanes Juan de Godoy y Rafael Portocarrero. Ocurrió que, repentinamente, unos
cinco mil indios acometieron con gran ímpetu a los españoles que allí estaban,
no siendo más de cuarenta y cinco. Se trabó una batalla muy sangrienta, en la
que se vieron los nuestros en gran peligro, sin tener más refugio que el de
Dios, el cual consiguieron con la oración, de suerte que los enemigos fueron vencidos,
sufriendo grandes pérdidas en su bando. Fue casi milagrosa esta batalla por
haber cogido los indios a los dos capitanes españoles en enemistad y disputando
sobre cuál de los dos había de mandar en la tropa, lo que suele ser comúnmente
causa de la perdición de los ejércitos desavenidos. Por ese motivo, Rafael
Portocarrero, viendo los escuadrones de los indios puestos en orden, acometió contra
ellos antes de tiempo queriendo que se le atribuyese la victoria. Habiendo
entrado en combate, dio muestras fingidamente de flaqueza, retirándose poco a
poco para cebar a los enemigos hasta llegar al escuadrón del capitán Juan de
Godoy, el cual salió de inmediato a socorrer a los cristianos peleando tan
varonilmente, que fue mucha la sangre derramada en los pobres indios, que huyeron
tarde por mostrar exceso de valor. Murieron en este conflicto los capitanes
indios Alchinanco, Anchotureo, Nigualande, Naicoyan, Calmangue y otros
caudillos y caciques de los más famosos que había entre los indios".
A pesar de haber llevado a cabo los dos
capitanes una excelente táctica de colaboración, estuvieron a punto de
arruinarlo todo: "No fue de poca importancia el haber salido estos
capitanes a enfrentarse a los indios para que no destruyesen la ciudad de
Cañete, que estaba entonces en harto peligro. Pero no abandonaron la pretensión
que entre ellos había de querer cada uno ser cabeza, sobre lo cual llegaron a ruptura
poniendo mano a las espadas, peleando con gran coraje, hasta el punto de que se
habrían matado si no entraran algunos buenos soldados de por medio, que los
pusieron en paz sin volver más a desafiarse. Consiguieron esta victoria el día
18 de abril del año de 1580, en tiempo en el que había en todo el reino
alteraciones y alborotos de los indios rebelados, los cuales no sacaron
escarmiento de este desastre, sino que (como era habitual en ellos) se
encarnizaron más para hacer cada día asaltos a los españoles, y no solamente
daban inquietud los indios sino también otros muchos desasosiegos levantados
entre los mismos españoles".
(Imagen)
Aunque ya le dediqué una imagen al excepcional RODRIGO DE QUIROGA, voy a copiar
lo que comentó de él el cronista Pedro Mariño de Lobera, que lo conoció bien:
"El gobernador Rodrigo de Quiroga fue natural de un lugar de Galicia
llamado Sober, hijo de Hernando de Camba y María López de Sober. Salió muy mozo
de casa de sus padres para servir al conde de Lemos, el cual lo encaminó al
Perú, donde se halló en las batallas del tiempo de los Pizarros y Almagros.
Después fue adonde los indios chunchos, donde pasó innumerables calamidades, y
no habiendo esperanza de su conquista, pasó a la de Chile con el capitán
Valdivia. Habiendo servido al Rey por largos años, casó con doña Inés Suárez,
que fue la primera mujer que entró en Chile (siempre se oculta su relación
con Pedro de Valdivia). Y andando el tiempo vino a ser gobernador de este
reino por nombramiento que le hizo el licenciado Castro, gobernador (en
funciones de virrey) de los reinos del Perú, en lo que después fue
confirmado por Su Majestad por espacio de cinco años, desde 1575 hasta 1580,
año en que pasó a mejor vida, de acuerdo con las virtudes que dejó como recuerdo a los que
le conocieron, cuya muerte sucedió en Santiago el día 25 de febrero de dicho
año. Fue hombre de muy buenas cualidades, como la sobriedad, la templanza y la afabilidad
con todos. Por lo cual era muy querido y respetado en todo el reino de Chile. Por
no descender en particular a todas sus muestras de mucha cristiandad, que eran
manifiestas a todos sus conocidos, las reduzco a una sola, que fue la de las
muchas limosnas que hacía de ordinario, gastando con los pobres y los soldados
descarriados treinta mil pesos de oro que tenía de renta cada año, de suerte
que se amasaban en su casa de ocho a doce mil fanegas de pan para los pobres,
además de otras semejantes obras pías. Todo lo cual se lo premió Dios dándole
el fin que tiene prometido a los que se esmeran en hacer bien a los pobres,
pues murió en su cama habiendo recibido todos los sacramentos como persona que
los había frecuentado en vida. Sucedió a Rodrigo de Quiroga en el oficio de
gobernador de este reino el mariscal Martín Ruiz de Gamboa, su yerno, que había
sido general muchos años antes y dado mucha satisfacción de su persona en todos
los lances que se ofrecieron, tanto que, cuando aún vivía, delegaba en él
muchas cosas del gobierno el comendador (de la Orden de Santiago)
Rodrigo de Quiroga, y así, al tiempo de su muerte, lo nombró en su lugar como
gobernador en tanto que su majestad el rey don Felipe proveyera persona idónea
para tal cargo".
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