domingo, 20 de febrero de 2022

(1651) La eficacia militar de los mapuches aumentó mucho porque aprendieron a utilizar los caballos. El cronista vuelve a ensalzar a Juan de la Cueva, pero hablaremos de otro tipo excepcional: Francisco Hernández de Herrera.

 

     (1251) Nos confirma el cronista que los mapuches, ya en aquellos años, eran unos magníficos jinetes, algo que el resto de los indios americanos tardaron mucho en practicar, y que a ellos los convertía en enemigos doblemente peligrosos: "Mediado el invierno salió el capitán Francisco Hernández de Herrera con algunos soldados para recoger hierba y leña, y topó en el camino con una gran cuadrilla de indios que estaban emboscados aguardándole. Viendo que era una buena oportunidad,  salió un escuadrón de indios de a pie y otro de a caballo, pues que ya en estos tiempos hay muchos indios de guerra que manejan tan bien un caballo como un caballero jerezano. Se trabó una violenta escaramuza que duró hasta que la noche obligó a los indios a dispersarse, habiéndose estado los españoles casi perdidos, de suerte que el capitán, como hombre que tenía la vida en los cuernos del toro, se arrojaba entre ellos a matar o morir peleando como un Héctor, y derribando hombres como un Aquiles. Cayeron en este conflicto cuatro españoles cuyas cabezas fueron cortadas por los contrarios. Llegó la voz de esta refriega a oídos de Juan de la Cueva, que estaba cerca de aquel sitio, y como se hallaba a pie y le pareció que aguardar a preparar el caballo sería como el socorro que llaman de Escalona (villa que se quemó porque el agua del río estaba lejos), o el que en nuestros tiempos van ya llamando algunos satíricos el socorro de España (por la gran distancia que la separa de las Indias), cogió un caballo que halló a mano, y subió en él sin ponerle freno sino con solo las bridas, y se fue al encuentro de os indios, de los cuales alanceó a muchos, mostrando tanta valentía, que ya sería bajarlo de quilates traer a colación lo que dijimos de Tideo y Aristómenes. Tras lo cual, se retiraron al fuerte, de donde salió muchas veces don Alonso de Sotomayor en persona a recorrer la tierra, y, hacia otras, sus capitanes, castigando severamente a los indios". (Una vez más, el cronista ha puesto por las  nubes la valentía de Juan de la Cueva).

 

     (Imagen) El compañerismo era habitual entre los soldados españoles, y ahora lo acabamos de ver porque Juan de la Cueva (el protagonista de la imagen anterior) corrió sobre su caballo mal aparejado en ayuda de algunos que estaban en gran peligro frente a los indios. El capitán de los acosados era FRANCISCO HERNÁNDEZ DE HERRERA, y vanos a hablar de él. Había nacido el año 1550 en El Castañar de Béjar (Salamanca). Partió para las Indias el año 1574, adonde llegaron también cuatro hermanos suyos, pero con destino a México. Él pasó a Chile el año 1576, y  pronto destacó por su bravura y valentía en los constantes ataques contra los mapuches, siendo después un heroico protagonista, como Sargento Mayor de todo el ejército de Chile, en la sangrienta rebelión general que los indios llevaron a cabo los años 1599-1600, durante la cual los españoles tuvieron que abandonar varias ciudades. Orgulloso de sus actuaciones, fue a Perú para hacer una relación de sus méritos y solicitar del virrey Francisco de Toledo que le concediera alguna recompensa por ellos. Llevaba asimismo un informe de Francisco de Quiñones, el nuevo gobernador de Chile, bajo cuyo mando estuvo en varias batallas. Sus palabras, abreviadas, fueron las siguientes: "El Capitán Francisco Hernández de Herrera, Sargento Mayor de Chile, hace más de veinticinco años que llegó, y ha servido a Su Majestad en la guerra contra los indios rebelados con gran gasto de su hacienda, arriesgando su persona en ocasiones de mucha consideración, con gran brillo particular, sustentando a su mesa en tiempo de la mayor necesidad a muchos soldados a su costa, sin que la Hacienda Real lo haya remunerado, y me consta que es una de las personas más antiguas y con más eficacia y experiencia en la guerra que aún continúa, permaneciendo él en mi ejército luchando contra los dichos indios, con particular celo, como Sargento Mayor, cargo de mucha importancia y trabajo en estos tiempos de tanta calamidad". Con los apoyos que tenía, logró que le concedieran unas productivas encomiendas de indios en Catapilco y Quillota. Pero, con el tiempo, a pesar de que fray Antonio de Mendoza, prior del convento de este último lugar, dijo de él que “era hombre de buen trato, buen cristiano y estimado en todo el Reino”, tuvieron problemas, él y su familia, con otros vecinos que exigían la rectificación del deslinde de las parcelas. Y, cosa poco frecuente entre conquistadores, FRANCISCO HERNÁNDEZ DE HERRERA fue también un hábil agricultor dedicado al cultivo del cáñamo. Murió hacia el año 1625 en San Martín del Valle de Quillota (señalado en la imagen).




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