lunes, 29 de noviembre de 2021

(1579) Con dureza, pero sospechando que algunos indios amigos eran confidentes de los enemigos, los españoles los expulsaron del fuerte de Arauco. Ante la llegada del invierno, los mapuches, por fin, levantaron el cerco. Qué gran persona fray Antonio de Rendón.

 

     (1169) Luego los españoles hicieron algo bastante injusto: "Habiendo pasados veinte días cercados, los soldados hablaban de que no era bueno tener aquellos indios dentro del fuerte (el cacique Peteguelén, su familia y algunos compañeros), aunque fueran amigos, porque tenían sospecha de que se comunicaban con los mapuches dándoles avisos de todo en general.  Insistieron tanto, que el capitán, aunque vio que era gran inhumanidad, les mandó que se fuesen adonde quisiesen. Los indios le decían que siempre le habían sido amigos y servido bien, habiendo pasado por ello muchos trabajos, y le preguntaban por qué querían darles tan mal pago en recompensa, y que, si aquello pensaba hacer, aquellos indios los habían de matar, o por lo menos robarles lo que llevaban. No sirvió de nada, porque el capitán Lorenzo Bernal estaba inclinado a echarlos del fuerte, y mandó abrir las puertas para que se fuesen. Salieron todos juntos, en número de treinta principales indios valientes, que habían servido a los cristianos muy bien. Los indios de guerra que los vieron salir cargados de sus mujeres e hijos se vinieron a ellos, y, con gran crueldad, los desvalijaron, sin dejarles cosa alguna encima. Aunque por ellos supieron los indios de guerra que los españoles estaban faltos de muchas cosas, y que no se podían sustentar mucho tiempo, era tan bravo el invierno en aguaceros y tempestades, que determinaron levantar el cerco, dejándolo para la entrada del verano. Tomada la decisión, se fueron la noche del treinta de junio del año 1563".

     Los españoles permanecían en su encierro sin hacer el menor intento de salir a batallar, porque sabían que sería una muerte segura. Como tampoco los indios realizaban ataques, vivían ambas partes en  mundos separados, hasta el punto de que los españoles tardaron en darse cuenta de su retirada: "Dos días después de que se marcharan, como el capitán no veía indio alguno ni sonidos de cuerno, salió del fuerte a observar el campo, y halló que habían levantado el cerco.  En algunas casas de las que habían hecho habían dejado indios enfermos, pues, por su enfermedad, no los podían llevar. Por los que quedaron supieron los españoles que se habían ido a sus casas los indios y sus caciques, dejando aquella guerra para el próximo verano. Al saberlo, se alegraron en gran manera, echaron al campo los caballos que tenían, que pasaban de ciento treinta, los cuales estaban tan perdidos por el hambre, que no podían andar, y los cristianos quedaron muy animados para la guerra que, queriendo o forzados, no les había de faltar. En este cerco sirvió a su majestad mucho el muy reverendo fray Antonio Rendón, natural de Jerez de la Frontera, provincial de la Orden de Nuestra Señora de las Mercedes, el cual les decía misa, confesaba y daba la comunión, haciéndoles de ordinario oraciones, y persuadiéndoles al servicio de Dios nuestro Señor y al alcance de la honra. Y, ciertamente, por su mucho trabajo y entrega, mereció mucho, no solamente como religioso, sino incluso como soldado, pues tomaba las armas todas las veces que podía, para animar a los demás".

 

     (Imagen) El año 1546 llegaron a las Indias veintiún frailes mercedarios, y, entre ellos, estaba FRAY ANTONIO DE RENDÓN Y SARMIENTO, nacido hacia 1516 en Jerez de la Frontera (Cádiz), a quien acaba de ensalzar el cronista Marmolejo. Digamos de pasada que, para ser mercedario, hacía falta un temple especial, pues se dedicaban principalmente a rescatar cautivos en tierras musulmanas, a veces quedando como rehenes. Después de andar por Panamá y Perú, el reverendo llegó a Chile el año 1551. Está comprobado que coincidió en su viaje con Lope Ruiz de Gamboa (a quien hemos visto morir tan trágicamente), y con su hermano Martín Ruiz de Gamboa, futuro gobernador de Chile, quien conoció muy bien al mercedario, y llegó a hacer esta declaración en un expediente: “Este testigo ha visto que, en las partes en que se ha hallado el dicho Fray Antonio de Rendón, ha servido y vivido como muy buen sacerdote, que por tal lo tiene este testigo y en tal reputación es tenido en este reino, y merece que Su Majestad le haga crecidas mercedes, porque, de ordinario, desde el tiempo en que este testigo lo conoce, que fue el año 1551, le ha visto residir en fronteras y pueblos de mucha guerra y necesidades, padeciendo excesivos trabajos, mostrando buen pecho y animando a los soldados para que procurasen fuese en aumento la santa fe católica, lo cual ha hecho el dicho fray Antonio de Rendón de tal manera, que en este reino de Chile no conoce este testigo a ninguno que lo haya hecho tan bien como él”. FRAY ANTONIO DE RENDÓN trataba a las personas por igual, a las importantes y a las necesitadas, cuidaba de los enfermos, y compartía con soldados y vecinos los momentos de mayor riesgo, siendo un ejemplo de entrega personal en todos los terrenos, tanto en lo espiritual como en lo material. Evangelizaba a los indios, asistía espiritualmente a los cristianos, se esforzaba en encontrar soluciones cuando había rachas de hambre, sed y enfermedades, animaba a los soldados en los peligros de muerte, e incluso, si hacía falta, luchaba a su lado. Demostrada su extraordinaria valía, fue nombrado en 1572 provincial de los mercedarios. El año 1578 regresó al Cuzco, donde, en dos ocasiones, también fue elegido provincial de la orden. Hay constancia de que su muerte se produjo en dicha ciudad después del año 1590, y de que su cuerpo fue sepultado en la cuzqueña iglesia de la Merced.




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