(1162) Lo que no sabían los españoles era
que los indios los estaban observando: "Viendo que reposaban, hablaron de
juntarse y dar contra ellos una noche, pues les parecía que no podrían
escaparse aunque quisiesen, ya que estaban en tierra. Con ese propósito se
juntaron mil indios, y un amanecer atacaron a
Villagra y los suyos, que no los oyeron hasta que los tenían ya encima dando de palos
a los cristianos, a los caballos y a la tienda en que estaba Villagra. Si en
lugar de ser indios bisoños, fueran expertos, ni Villagra ni ninguno de sus
hombres habrían quedado vivos. Algunos soldados, aunque estaban desnudos,
subieron a sus caballos y pelearon con los indios, y los desbarataron, porque
los enemigos no sabían utilizar bien la lanza, y así mataron a algunos y
tomaron presos a otros. Para informarse de la tierra y del número de indios que
eran, se llevó Villagra algunos consigo. Navegó hasta la playa de Arauco, donde
desembarcó y se fue a la casa fuerte que allí había. Sabiendo de su llegada,,
le vinieron a ver de Concepción y de Cañete algunos amigos suyos, principalmente
Pedro de Villagra (este era su primo;
no confundirlo con su hijo), al cual nombró como teniente general suyo de todo el reino para las cosas de guerra".
Los belicosos mapuches no cesaban de
intentar hacer el mayor daño posible a
los españoles, aunque tuvieran que pagar un alto precio. Como decía Caupolicán,
el gran cacique que murió empalado, pero sin bajar la cabeza, 'era mejor morir
que ser esclavo de los españoles': "Los indios andaban
haciendo fuertes donde pelear con ventaja y conseguir victorias sobre los
cristianos. Queriéndolo remediar los vecinos de Concepción, enviaron a
Francisco de Castañeda con treinta soldados para que deshiciese un fuerte que
comenzaban a hacer. Llegado a él, peleó con los indios, y de tal manera tuvo la
victoria, que los enemigos se retiraron para emplazarse en otro sitio mejor.
Villagra, informado por cartas que tuvo de las ciudades de Concepción y Angol, y
para dar el remedio que convenía, le mandó a su hijo Pedro de Villagra que
fuese con sus amigos a juntarse con el capitán Arias Pardo Maldonado (era su
yerno), a quien había dado encargo cuando se embarcó en Valdivia para que
hiciese gente en aquellas ciudades y viniese con ella a Angol".
Cumplidas todas las órdenes, y ya juntos todos, se dispusieron a atacar a
los indios en el nuevo fuerte, que estaba sin terminar del todo. Fue necesario
renunciar a los caballos para la batalla porque era una zona montuosa. Empezó
la lucha, entre arcabuzazos y flechazos, y ocurrió algo extraño: "Arias
Pardo iba delante con buena determinación y desenvoltura. Al llegar cerca de los
enemigos, se le heló la sangre de todo
un lado, y quedó pasmado de manera que no se pudo mover. Los demás pelearon con
tanta determinación, que ganaron el fuerte, mataron algunos indios y apresaron
a otros. De allí se fueron todos al río de Biobío para enviar por él a Arias
Pardo a la ciudad de Concepción, pero, aunque se le puso en cura en Perú y en
este reino de Chile, no pudo sanar (al parecer, se trataba de una apoplejía).
Cincuenta soldados resultaron malheridos en el rostro y en lo que llevaban sin
protección; algunos se volvieron a Concepción, de donde habían partido para
aquella jornada, y otros a Arauco, donde Francisco de Villagra estaba".
(Imagen) PEDRO DE VILLAGRA Y MARTÍNEZ, el
primo del gobernador Francisco de Villagra, tuvo que ser un hombre valioso,
aunque no es fácil encontrar sus datos personales. Era hijo de García de
Villagra y Elvira de Martínez, y nació el año 1518 en Mombeltrán (Ávila). Pasó
a las Indias en 1537, y es de suponer que, viéndose implicado en las guerras
civiles, optara por alinearse en el bando de Francisco Pizarro, pues el gran
conquistador le concedió permiso a Pedro de Valdivia para lanzarse a la arriesgada
aventura de Chile el año 1540, yendo en su compañía, como buenos amigos, los
dos primos, Francisco y Pedro de Villagra. La confianza en Pedro se agudizó, ya
que el año 1544 Valdivia le otorgó el muy importante cargo militar de Maestre
de Campo general. Pedro de Valdivia murió trágicamente el año 1553, y entonces
Pedro de Villagra volvió a Perú, casándose en Lima con Beatriz de Figueroa y
Santillán, viuda de Rodrigo de Pineda, sin que ella tuviera hijos en ninguno de
los dos matrimonios. Después, en 1561, Pedro y Beatriz se trasladaron a Chile
acompañando a su primo Francisco de Villagra, recién nombrado gobernador de
aquel territorio. Pedro siguió teniendo cargos de mucho relieve, pero el más
importante le llegó el año 1563, pues, por voluntad expresa de un moribundo
Francisco de Villagra, heredó el puesto de gobernador de Chile, con la conformidad
de Don Diego López de Zúñiga, virrey de Perú. Dos años después, Lope García de
Castro, el nuevo virrey, lo sustituyó por Rodrigo de Quiroga, pero le dio
tiempo a Pedro de Villagra para preparar
una nueva estrategia de ataque a los indios mapuches, con la que fueron
derrotados en la fortaleza de Angol, en cuya victoria tuvo mucho que ver
también Lorenzo Bernal de Mercado, cuya reseña hemos visto recientemente. Como era
frecuente, los destituidos solían encontrarse con problemas judiciales, y PEDRO
DE VILLAGRA no fue la excepción. Tuvo que vérselas con la Audiencia de Lima
(quizá por ello trasladó su residencia al Cuzco), pero consiguió ser absuelto
de toda culpa. La imagen muestra el primer folio de un expediente judicial. La
letra es enrevesada, pero se diría que era el texto de su pleito ganado. Fue
redactado el año 1569, y su encabezamiento parece confirmarlo, porque se ve que
el Rey ordena cumplirse un deseo de Pedro y de su mujer: "Real Provisión
ejecutoria a petición de PEDRO DE VILLAGRA, vecino de la ciudad del Cuzco,
y su mujer, Doña BEATRIZ DE FIGUEROA, en el pleito que tratan con el fiscal
licenciado Gamboa". Pedro murió en Lima el año 1577.
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