jueves, 25 de noviembre de 2021

(1576) Heroica victoria en Angol del vasco Miguel de Velasco Avendaño y sus escasos soldados contra los mapuches. Tras volver a la carga los indios, murió heroicamente el también vasco Lope Ruiz de Gamboa.

 

     (1166) Sigamos con la angustiosa defensa de Angol, estando Miguel de Velasco al mando de unos pocos y heroicos soldados: "Los indios venían por tres partes, y don Miguel, tan falto de gente, determinó pelear, con los veinte hombres que tenía, contra el escuadrón mayor, pues en él estaba toda la fuerza que los indios traían. Puesta una pieza de artillería en parte que podía alcanzar a los indios, les comenzó a tirar algunas pelotas, y mandó apear a los arcabuceros para tirar con mayor acierto. Les dijo que no disparasen todos juntos, sino de uno en uno, de manera que no dejasen de tirar contra ellos, porque a causa del miedo que tenían cuando algún arcabuz disparaba se agachaban todos, y, además, los arcabuceros eran muy diestros y certeros en los tiros que hacían. Ellos eran Juan González Ayala, Francisco Gómez, Miguel de Candía, Juan de Leiva, Martín de Ariza y Juan Vázquez; y, los de a caballo, Juan Bernal de Mercado, Diego Barahona, Miguel Sánchez, Pedro Cortés, Cristóbal de Olivera, Baltasar Pérez, Sebastián del Hoyo y un clérigo llamado Mancio González, que iba con un crucifijo en la mano animándolos y rogando a Dios les diese victoria. Los indios, considerando que la parte en donde estaban era tierra llana y que los caballos les tenían ventaja, comenzaron a dar muestras de tener miedo. Conocido esto por el capitán don Miguel, atacó con los catorce hombres que tenía a caballo, y un indio se le encaró, y le dio al caballo en que iba una lanzada por los pechos que le metió más de una braza de lanza por el cuerpo. Don Miguel se habría visto perdido si no lo defendiera con su espada, peleando valientemente, Juan Bernal de Mercado, queriendo remedar en valentía a Lorenzo Bernal, su hermano, encendido en una virtuosa envidia, y mostrar ser merecedor de tal hermano. Iba en un buen caballo, y, para que se fijasen en él, le puso un pretal de cascabeles. Un indio que lo esperó con una lanza, erró el golpe sobre el cuerpo, pero le acertó por un muslo y le pasó más de la mitad de la lanza a la otra parte. El caballo, con la furia que llevaba, le sacó la lanza al indio de las manos, y Juan Bernal llegó luego adonde un amigo para que se la sacase. Pareciéndole que tardaba demasiado, él mismo la sacó tirando del asta, y después peleó con gran riesgo de perderse por la mucha sangre que le salía de la herida".

     Y lograron la victoria; "Los demás soldados, revueltos con los indios, pelearon de tal manera, que les hicieron volver las espaldas huyendo hacia el río. Al otro escuadrón, que intentaba entrar en el pueblo, le pusieron resistencia tres soldados con los yanaconas de servicio que había en la ciudad. Allí estaba una mujer india que se cargaba de piedras y se las entregaba a los yanaconas para que peleasen con ellas; haciendo oficio de capitán, los animaba y volvía a por más. Los de este escuadrón, al ver que los del principal habían huido, hicieron lo mismo. Fueron muchos los indios que murieron por la artillería, y alanceados por los de a caballo. Antonio González y Francisco de Tapia pelearon tan valientemente, que merecieron aquel día cualquiera merced que Su Majestad les hiciera. Se habló luego de mudar aquella ciudad a otro asiento mejor, donde con más seguridad pudiesen estar. Y así se hizo después, trasladándola adonde hoy está poblada, en un llano, a dos leguas de donde se encontraba, y en la ribera de un fresco río llamado Congoya".

 

     (Imagen) Marmolejo nos va a contar ahora otro encontronazo de los  tenaces y rabiosos mapuches, pues, según dice,  "aunque los desbaratasen muchas veces, volvían a juntarse a miles, ya que era gente sin temor, y morían bestialmente con gran ánimo". De lo que narra, voy a adelantar una acción suicida de LOPE RUIZ DE GAMBOA Y BÉRRIZ: "Un caballero vizcaíno, llamado Lope Ruiz de Gamboa, con ánimo grandísimo de valiente hombre, como en efecto lo era deshaciendo a los indios y animando a los demás a que se enfrentasen a ellos, les dijo a los soldados que él sería el primero que iba a acometer, ya que solo eran indios, y que le siguiesen luego a él y no dejasen caer sus ánimos, pues otras cosas mayores habían llevado a cabo en el reino de Chile. Con esta determinación y ánimo, se arrojó al escuadrón de los indios, los cuales, viéndolo venir, se abrieron y lo dejaron entrar, y luego el escuadrón se cerró impidiendo pasar a los demás españoles que le quisieron socorrer. Los indios que rodeaban a este caballero en mitad del escuadrón, peleando con él con macanas grandes y porras, le dieron tantos golpes y lanzadas, que lo derribaron del caballo y lo hicieron pedazos, desmembrándolo todo, sin que nadie se atreviese a socorrerlo. Esta arremetida fue sin orden y por propia decisión; y digo esto para salvar a los capitanes, pues no tuvieron ninguna culpa". Lope tenía un hermano más joven que él, llamado MARTÍN RUIZ DE GAMBOA Y BÉRRIZ, del que habrá mucho que decir más adelante, porque fue un personaje muy importante, que, incluso, ejerció como gobernador en Chile. Lo más probable es que llegaran juntos a Perú en 1550, y, de hecho, pasaron a Chile el año 1552, poco antes de que ocurriera la cruel muerte sufrida por Pedro de Valdivia. Lo que sí consta es que Lope había luchado en Perú contra los indios Bracamoros, porque así se dice en un expediente de sus méritos y servicios (ver imagen) presentado por su mujer el año 1563, poco después de su muerte. Lope nació hacia 1530 en Durango (Vizcaya), y, al morir, dejó viuda a Isabel Suárez de Figueroa y Ortiz de Gaete (con la que se había casado en Santiago de Chile el año 1558), y huérfanos a dos hijos y una hija. Digamos también que, además de tener una enorme valentía militar, LOPE RUIZ DE GAMBOA Y BÉRRIZ ejerció en la ciudad de Cañete los importantes cargos de regidor, alcalde y (lo que era ya el no va más) corregidor.




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