(1156)
García Hurtado de Mendoza se enteró
pronto del jolgorio que habían armado los vecinos de Valdivia cuando les llegó
la noticia falsa de que Francisco de Villagra había sido reconocido como
gobernador de Chile, y envió de inmediato al capitán Gaspar de la Barrera para
que les trajese a los entusiasmados: "Cuando volvió con ellos, los envió
con Francisco Vázquez de Eslava para que se los entregase en la ciudad de
Cañete, como a hombre de confianza, al capitán que allí estaba, para que permaneciesen
en aquella ciudad algún tiempo. Don García de Mendoza, para que
todo estuviese bien pacificado, después de haber estado el invierno en la
Concepción, se fue a la casa de Arauco, que ya estaba acabada. También mandó a
don Miguel de Velasco que, con cuarenta soldados, fuese a poblar la ciudad de
Angol, que en tiempo de Valdivia había sido poblada (en 1553, y pronto
arrasada por los mapuches, siendo masacrado Valdivia), y que vecinos que
estaban en Concepción, Tucapel e Imperial fuesen a residir en ella. Fue tan bien
asentada, que esta ciudad será muy principal en la paz y en la guerra, porque
tiene todo lo bueno que una ciudad debe tener para ennoblecerse". Marmolejo,
que murió en 1576, no acertó en su pronóstico, ya que Angol fue destruida por
los mapuches el año 1600. Luego sale a
relucir alguien de quien hablaremos pronto: "Don García también le rogó al padre sochantre (encargado del coro) Molina , antiguo
en las Indias, hombre de buena vida, que animase a aquellos indios a vivir en
la fe de Jesucristo, o, por lo menos, a que guardasen la ley natural, lo cual
no hacían, pues cada uno tenía todas las mujeres que podía sustentar. Hizo este
padre mucho fruto, porque recibieron agua del Espíritu Santo infinidad de
niños, muchachos y mujeres, pero por el mal orden de algunos gobernadores, y
por pecados de los españoles, todo se ha perdido".
Pero el gobernador García Hurtado de
Mendoza tenía ya intención de marcharse de Chile. Era el año 1560, y el
cronista no hace mención de los principales motivos de su renuncia. Explica que
estaba desanimado, no por sus campañas, ya que habían sido victoriosas, sino
por los resultados económicos. En realidad, la razón fundamental era otra. Sabía
que su padre había sido destituido de su cargo como virrey de Perú, y era de
suponer que se nombrara a un nuevo gobernador de Chile. Así se explica
Marmolejo: "El gobernador, constándole que no necesitaba tanto servicio
como tenía, sino dos pajes y un mozo de espuelas, porque en aquel tiempo no se
sacaba oro más que en las ciudades de Santiago y La Serena (posteriormente se
ha obtenido mucho en el reino), despidió también alabarderos y criados, pues,
aunque él tenía veinte mil pesos de salario, no los cobraba, ya que no había
tanto dinero en las cajas del rey para poderle pagar. Quedó tan a la ligera,
que después de haber repartido sus caballos y algunas joyas en amigos y en
otros partidarios suyos, mandó juntar el pueblo en las casas de su morada, en
una sala grande, para dirigirse a ellos".
(Imagen) El cronista Marmolejo nos habla
de que el gobernador GARCÍA HURTADO DE MENDOZA iba a abandonar su cargo, y fue
testigo de las palabras que dirigió a sus hombres, que, resumidas, fueron
estas: "Mi padre, el marqués, me envió a este reino hasta que Su Majestad
otra cosa mandase, y para servirle, me quise ocupar, como vuestras mercedes han
visto, en paz y en guerra, en todo aquello que en general se ha ofrecido,
gastando mi edad en cosas valiosas, como es poblar ciudades y aquietar esta
provincia. Siendo Dios servido darme buenos éxitos para ampliar este reino,
pues de mis trabajos ha resultado tener vuesas mercedes ayuda en sus casas y
principio para ser ricos, de lo que yo me huelgo infinito, aunque no saco de esto
provecho, sino haber gastado lo que traje del Perú, y lo que mi padre me dio, que
con ello, y con lo que después me envió, pudiera ser rico. Me alegra en gran
manera salir de Chile pobre, pues todos han visto lo que traje cuando en este
reino entré, y lo que ahora tengo. No lo he vendido, sino que lo he dado, aunque
mucha parte de ello gastado para sustentarme. Vine mozo, y ahora parezco tener diez
años que los de mi edad. Todos sabrán que es verdad lo que digo, pues pueden
vuesas mercedes creer que siento tanto salir de esta ciudad, como cuando salí
de España para venir al Perú, por los amigos que allí dejé. Quisiera no tener
que ir a Santiago, pero me conviene tratar de cerca y comunicar con mi padre para
que ponga orden en mi remedio ante Su Majestad (sabía que le habían
presentado muchas quejas), pues le he servido como todos han visto. El
mandar crea tantas envidias, que, aunque en esta tierra tengo muchos amigos, sé
que tengo más enemigos, pero ninguno podrá decir que me he hecho rico en Chile".
Al final se emocionó porque no pudo recompensar como deseaba a quienes le
habían servido. Por lo que terminó diciendo: "Me enternezco tanto, que no
puedo decir lo que quisiera". Y el cronista añade: "Fue cosa de notar
que casi todos los presentes tenían los ojos arrasados en lágrimas, a pesar de
que muchos estaban a mal con él, porque, en el repartimiento de indios que hizo,
tuvo más en cuenta a los que trajo
consigo del Perú que a los antiguos de Chile, que habían servido mucho al rey. De esto se
quejaban, y deseaban verle fuera del reino, porque su nombre en aquel tiempo
les era odioso". Partió el año 1561, pero volvió triunfante en 1589, y con
título de virrey de Perú. Ejerció con éxito, y fue sustituido el año 1596 por
el virrey LUIS DE VELASCO Y CASTILLA, que fue, además, dos veces virrey de
México.
No hay comentarios:
Publicar un comentario