martes, 23 de noviembre de 2021

(1575) El acoso de los numerosísimos mapuches era un infierno para tan pocos españoles (incluidos mujeres y niños). El memorioso Marmolejo cita el nombre de 40 sufridos héroes españoles. Uno de ellos era el vasco MIGUEL DE VELASCO Y AVENDAÑO.

 

     (1165) Francisco de Villagra mandó embarcar a los desplazados de la ciudad de Cañete, y él también lo hizo, para irse a Concepción. Aunque Marmolejo no lo precisa, se supone que todos iban  a la misma ciudad: "Como Pedro de Villagra (su primo) había llegado allí a darle el pésame por la muerte de su hijo, y era hombre de guerra, le mandó que se quedase, como teniente general suyo, en Arauco, con ciento diez hombres. Y, para que se sepa quiénes eran, porque los veremos en acción más adelante, he querido ponerlos aquí (cita a los más importantes): Pedro de Villagra, Lorenzo Bernal, Gaspar de la Barrera, Francisco Vaca, Alonso de Alvarado, Alonso Campofrío, Sancho Medrano, Alonso Chacón Andicano, Agustín de Ahumada, Antonio de Lastur, don Francisco Ponce, Francisco de Godoy, Hernán Pérez, Francisco de Arredondo, don Gaspar de Salazar, Francisco Gómez Ronquillo, Pedro Beltrán, Gonzalo Pérez, Juan de Almonacid, Juan Garcés de Bobadilla, Gabriel Gutiérrez, Lorenzo Pacho, Juan de Ahumada, Bartolomé Juárez, Juan Salvador, Francisco de Niebla Bahurto, Pedro Fernández de Córdoba, Gómez de León, Francisco Lorenzo, Baltasar de Castro, Juan Rieros, don Juan Enríquez, Lope Ruiz de Gamboa, Juan de Córdoba, Cabral Guisado, Juan de la Cueva, Cortés de Ojeda, Gonzalo Fernández Bermejo, Jacome Pastén y Villalobos: todos los cuales se hallaron en el cerco de los indios, y defendieron aquel fuerte de Arauco peleando infinitas veces, como adelante se dirá".

     Los indios de la zona de Arauco, viendo que Francisco de Villagra se había embarcado para ir a Concepción, y que los españoles despoblaron la ciudad de Cañete, quisieron aprovechar esa muestra de debilidad para preparar un nuevo ataque contra el fuerte de Arauco: "Hicieron un llamamiento general a todos los nativos, y le rogaron a Colocolo que se encargase de la guerra, el cual era un cacique muy importante y señor de muchos indios (el cronista se contradice, porque acaba  de afirmar que Colocolo fue siempre fiel a los españoles). En las reuniones, los indios estuvieron de acuerdo con su parecer, pues era hombre sensato, cuerdo, y entendía bien las cosas de guerra. Les aconsejó que se avisaran a los indios cercanos a la ciudad de Angol, para que, juntos, atacasen allí repentinamente".

     La idea entusiasmó a todos los mapuches  de aquellos lugares: "Juntos en cantidad de seis mil indios, lucida gente y soberbios en gran manera, se representaron para atacar la ciudad a mediodía, habiendo sido mejor al amanecer, para tomar a los españoles descuidados en sus camas, pero quiso Dios que no se les ocurriera, para que no se perdiese tanto niño y tanta mujer. El capitán don Miguel de Velasco (que estaba al mando de la ciudad), al verlos venir, mandó recoger las mujeres y muchachos en dos casas que estaban cercadas de pared, dejó con ellos algunos soldados y al capitán Juan Barahona y salió con solo veinte hombres, porque había enviado al capitán Francisco de Ulloa con quince soldados para saber qué intentaban hacer los indios del territorio, y a Juan Morán con otros ocho soldados para lo mismo. De manera que los indios acertaron al venir contra Angol no teniendo don Miguel más gente que estos veinte hombres, seis arcabuceros y catorce de a caballo".

 

     (imagen) DON MIGUEL DE VELASCO Y AVENDAÑO va a hacer maravillas obligando a huir a los mapuches que atacaban Angol, la ciudad que tenía bajo su mando como corregidor. Eran seis mil indios contra veintiún españoles y unos pocos nativos amigos.  Miguel de Velasco nació el año 1525 en Legutiano (Álava). Llegó a las indias con su cuñado, el mariscal Alonso de Alvarado, acompañando a Pedro de la Gasca (que trataba como un amigo a Miguel), bajo cuyo mando lucharon contra el rebelde Gonzalo Pizarro. Estuvo a punto de casarse, hacia el año 1549, con la extraordinaria Francisca de Pizarro, la hija mestiza del gran conquistador, ya fallecido. Fue a Chile en 1551 con Francisco de Villagra. Muerto Valdivia en 1553, participó bajo el mando del gobernador García Hurtado de Mendoza en constantes y victoriosas batallas contra los mapuches. En 1560 había vuelto a Lima con intención de que le concedieran beneficios  como heredero de su hermano Martín de Avendaño, para lo que presentó, además, un expediente de sus propios méritos y servicios. Regresó enseguida a Chile con refuerzos, lo que le agradeció el ya gobernador Francisco de Villagra nombrándolo corregidor de la ciudad de Angol, y por eso lo vemos allí ahora luchando contra los mapuches, y venciéndolos, con un minúsculo grupo de españoles. Temporalmente, fue gobernador y y capitán general de Chile, por nombramiento de la Audiencia de Lima, en 1567. Hacia 1575 estaba en Madrid por pleitos con el fiscal, el cual había perdido documentación que le entregó el virrey  Francisco de Toledo en Perú, y consiguió  que su reclamación fuera aceptada por el Rey, logrando, entre otras cosas, que se le devolviera una encomienda de indios que le habían anulado. De regreso en Lima, se casó el 31 de diciembre de 1577 con María Manrique de la Vega, nacida en Carrión de los Condes (Palencia), y con tan mala suerte, que MIGUEL DE VELASCO Y AVENDAÑO falleció diecisiete días más tarde. Quedó como heredera universal su única hija, Ana de Velasco y Avendaño, una mestiza a la que reconoció legalmente como legítima. Al fallecer Miguel, la metieron en un convento, pero, por ser rica heredera, el virrey Don Francisco de Toledo hizo que se casara con Juan Calderón de Vargas, corregidor de Tarauma y Chichacocha, quien presentó el año 1598, como vemos en la imagen, un expediente de los méritos y servicios de su suegro, Miguel de Velasco.




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