(1093) Después de que los tarapecocies
aseguraron que el ataque de los de su tribu a los españoles había sido por
creer que eran amigos de sus odiados guaraníes, el gobernador hizo lo que solía
ser una ingenuidad en las Indias. Quiso saber si en aquel territorio se podía
encontrar plata y oro abundantes, y, como casi siempre ocurría, le aseguraron
que sí: "Le dijeron que los payzunoes se lo dan a los tarapecocies a cambio de arcos y flechas y esclavos, y que
los payzunoes lo reciben de los chaneses, chimenoes, carcaraes y candirees, que
lo tienen en mucha cantidad, y que los indios lo contratan, como dicho es. Les
mostraron un candelero de cobre para que declarasen si el oro que tenían en su
tierra así, y dijeron que lo del candelero era duro y bellaco, y lo de su
tierra era blando y más amarillo, y luego le fue mostrada una sortija de oro, y
dijeron si era de aquello mismo lo de su tierra, y dijeron que sí. Asimismo le
mostraron un plato de estaño y le preguntaron si la plata de su tierra era
igual, y dijeron que la de su tierra era más blanca y dura. Siéndole mostrada
una copa de plata, con ella se alegraron mucho y dijeron haber de aquello en su
tierra gran cantidad en vasijas, brazaletes, coronas, hachuelas y otras piezas".
Recordemos que, los españoles que habían estado en La Florida después del
gobernador, se llevaron una gran decepción cuando los indios aseguraban que
había mucho oro y plata en aquellas tierras, y resultó que lo confundían con el
cobre y el estaño. En realidad, sí lo había, pero aún sin descubrir, y lo único
que consiguieron de valor fueron las perlas.
Ser conquistador en las Indias siempre fue
un oficio lleno de riesgos mortales. Mataban los enemigos (también los viejos
amigos en las guerras civiles), las condenas a muerte, los accidentes, los naufragios,
el hambre y la sed, y, con mucha frecuencia, las enfermedades: "El
gobernador envió a llamar a Gonzalo de Mendoza, para que volviese de la tierra de los arrianicosies
con la gente que con él estaba y se encargase de las cosas necesarias para
seguir el descubrimiento de tierras. Cuando llegó Francisco de Ribera con los
seis españoles que le acompañaban, comenzó a enfermar de calenturas toda la
gente que estaba en el puerto de los Reyes, tanto españoles como indios guaraníes.
También el capitán Gonzalo de Mendoza avisó por carta que ellos enfermaban de calenturas, que enviaba
a los hombres en los bergantines enfermos y flacos, y que la
causa de aquella enfermedad era que se habían dañado las aguas de aquella
tierra. Ocurrió también que los indios
de la isla que está a una legua del puerto de los Reyes, que se llaman
socorinos y xaqueses, al ver a los cristianos enfermos, comenzaron a hacerles
guerra, y dejaron de venir, como hasta allí lo habían hecho, a contratar y mercadear
con los cristianos, y a darles aviso de los indios que hablaban mal de ellos,
especialmente de los indios guaxarapos, con los cuales se juntaron en su tierra
para desde allí hacerles guerra. Como los indios guaraníes que los españoles
habían traído en su armada salían en sus canoas en compañía de algunos
cristianos, a pescar en la laguna, a un tiro de piedra del campamento, una
mañana, al amanecer, se produjo un incidente".
(Imagen) Aparte de los guaraníes, la
fidelidad de los demás indios a los españoles era muy inestable: "Habían
salido a pescar cinco cristianos con los indios guaraníes. Yendo en sus canoas,
salieron contra ellos los indios xaqueses y los socorinos y otros muchos de la
isla, y cautivaron a los cinco cristianos, mataron a algunos indios guaraníes,
y a otros los llevaron con ellos a su isla, donde mataron y despedazaron a los cinco
cristianos y a los indios, los compartieron a pedazos con los indios guaxarapos
y guatos, y se los los comieron. No contentos con esto, como la gente estaba
enferma y flaca vinieron a acometerlos, y se llevaron ciertos cristianos, y
entre ellos uno que se llamaba Pedro Mepen, y se los comieron como a los otros
cinco. Cuando amaneció, fueron huyendo por la laguna adelante, dando grandes
alaridos y se metieron por la isla que está en la laguna del puerto de los
Reyes (la actual Bahía Negra, que originó una guerra entre Bolivia y
Paraguay, quedando en poder de este país). Allí nos mataron a cincuenta y ocho cristianos
esta vez. Visto esto, el gobernador habló con los indios del puerto de los
Reyes y les dijo que pidiesen a los indios de la isla los cristianos e indios
que se habían llevado, y, habiéndoselos
ido a pedir, respondieron que los indios guaxarapos se los habían llevado. En
adelante, venían de noche a recorrer la laguna, por ver si podían apresar a
algunos de los cristianos e indios que pescasen en ella, o a impedir que lo hicieran, diciendo que el
territorio era suyo, que no habían de pescar en él los cristianos ni otros
indios y que nos fuésemos de su tierra, porque, si no, nos habían de matar. El
gobernador envió a decir que se sosegasen y guardasen la paz que con él habían
asentado, y viniesen a traer a los cristianos e indios que habían llevado, y
que los tendría por amigos, pero que, si no lo quisiesen hacer, procedería
contra ellos como contra enemigos. Aunque se lo repitió muchas veces no lo
quisieron cumplir, y no dejaban de hacer la guerra y los daños que podían.
Viendo que no servía de nada, el gobernador pidió consejo sobre qué hacer
contra los dichos indios, y, tras conocer la opinión de los oficiales de Su
Majestad y de los clérigos, fueron declarados enemigos, para así poderles hacer
la guerra. La cual se llevó a cabo, y fue la manera de terminar con los daños
que cada día hacían". El cronista siempre muestra al gobernador Álvar
Núñez Cabeza de Vaca como hombre moderado y estrictamente ajustado a los procedimientos
administrativos, pero los fracasos lo iban acorralando.
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