sábado, 21 de agosto de 2021

(1500) Cabeza de Vaca no consiguió que los indios xarayes hicieran las paces con los guaraníes. Además, él tuvo que suspender la expedición porque sus hombres eran reacios a continuar.

 

     (1090) El gobernador tenía mucho interés en saber las características de los indios xarayes, que estaban emplazados no muy lejos de Puerto de los Reyes. Habían partido para recoger información Antón Correa y Héctor de Acuña con algunos indios que les servían de guías. El viaje  fue provechoso, e incluso los xarayes se mostraron amables y dispuestos a tener amistad con los españoles, pero había algo que podía estropearla, ya que eran enemigos declarados de los guaraníes: "Salieron más de quinientos indios de los xarayes a recibirlos con mucho placer, y los llevaron adonde estaba su cacique, el cual los invitó a sentarse, y luego mandó que viniera un indio guaraní que hacía mucho tiempo que estaba entre ellos,  se había casado con una india xaraye y era muy querido, como si fuera de los suyos. El cacique añadió que se alegraba mucho de ver a los españoles, que, desde el tiempo que Alejo García andaba por aquellas tierras tenía noticia de ellos, y que los tenía por sus parientes y amigos".

     Sin embargo no les pudo informar acerca de las características de los territorios próximos ni de sus habitantes porque nunca iban a aquellos lugares, debido a que eran zonas que se llenaban de agua y, cuando desaparecía, quedaba la tierra de manera que no se podía andar por ella. No obstante, había una solución: "Les dijo que el mismo indio guaraní que estaba haciendo de intérprete conocía las poblaciones de tierra adentro y sabía el camino por donde habían de ir, y él se prestó a ayudarles con muy buena voluntad. Los españoles le rogaron al cacique que también el indio los llevara a tierra de guaraníes, porque querían hablar con ellos. Pero él se escandalizó mucho, y, aunque que con buen semblante, respondió que los indios guaraníes eran sus enemigos y se mataban unos a otros, por lo que les rogó que no fuesen a buscar a sus enemigos para tenerlos por amigos. Sin embargo le dijo que al día siguiente los llevarían sus indios para que hablasen con los guaraníes. Luego mandó que les diesen de comer, y les dijo que, si quisiesen cada uno su moza, se las darían, pero no las quisieron, diciendo que venían cansados".

     Pero el cacique era un maniobrero, y les preparó a los españoles un montaje que frustró sus deseos: "Al otro día, una hora antes del alba, comenzó un ruido de tambores y bocinas tan grande, que parecía que se hundía el pueblo, y en aquella plaza que estaba delante de la casa principal se juntaron todos los indios, muy emplumados y preparados para la guerra, con sus arcos y muchas flechas.  Luego el cacique abrió la puerta de su casa para verlos, y habría unos seiscientos indios de guerra. Entonces les dijo a los españoles: 'Cristianos, mirad a mi gente. Id con ellos adonde los guaraníes, porque si fueseis solos, os matarían sabiendo que habéis estado en mi tierra y que sois mis amigos'. Y los españoles, visto que de aquella manera no podrían hablar al principal de los guaraníes, y que sería ocasión de perder la amistad de los dichos xarayes, les dijeron que tenían determinado volverse a dar cuenta de todo al gobernador, y de esta manera se sosegaron los indios. Estuvieron todo aquel día en el pueblo de los xarayes, el cual sería de hasta mil vecinos, y en las cercanías había otros cuatro pueblos de la misma tribu, y todos obedecían al dicho cacique, el cual se llamaba Camire".

 

     (Imagen) El indio guaraní que estaba utilizando como guía el gobernador Cabeza de Vaca había sobrevivido a muchos ataques de otros indígenas, y, como vimos, fue acogido por los xarayes. Tenía buena voluntad para tatar de orientar al gobernador en la ruta que quería seguir, pero todo se ponía en contra. Incluso le resultaba imposible acertar con el camino correcto porque, con el paso del tiempo, la vegetación había cubierto y uniformado todos los lugares. La tropa empezó a temer que las provisiones se acabasen, y el gobernador hizo una consulta: "Tras juntar el gobernador a los oficiales de Su Majestad, los clérigos y capitanes, le dijeron que ellos habían visto que a la mayor parte de los españoles les faltaban alimentos desde hacía tres días, por lo que les parecía muy peligroso seguir adelante sin provisiones, y que pensaban que era necesario volver al puerto de los Reyes, donde habían dejado los navíos. Y visto su parecer, la necesidad de la gente y la voluntad que todos tenían de dar la vuelta, el gobernador les habló del gran daño que de ello resultaría, y les dijo que en el puerto de los Reyes era imposible hallar provisiones suficientes para sustentar a tanta gente, porque el maíz no estaba aún para recoger, ni los indios tenían qué darles, y, además, vendría pronto la creciente de las aguas, las cuales crearían muchas dificultades. Pero nada bastó para que cambiaran de opinión. Ante su terca voluntad, lo tuvo que hacer para no dar lugar a que hubiese algún desacato y se viera obligado a castigar a algunos. Los tuvo que complacer, y mandó a la gente que se preparara para volver al día siguiente al puerto de los Reyes. No obstante, quiso que alguien continuara descubriendo tierras, y envió desde allí al capitán Francisco de Ribera, que se le ofreció  voluntario, yendo con él seis cristianos y el guía que sabía el camino, más once indios principales.  Los enviados se encaminaron hacia Tapua, y el gobernador se dirigió a Puerto de los Reyes con toda la gente.  En ocho días se presentó en el puerto, pero bien descontento por no haber podido seguir explorando tierras nuevas". A pesar de que pronto tendrá Cabeza de Vaca graves problemas con sus enemigos políticos, el Rey le echó una mano antes de que Álvar muriera el año 1557. Le concedió en 1554 una pensión de mil pesos de oro anuales, y vemos en la imagen que, en 1556, ordenó que le entregaran "12.000 maravedíes para ayudarle a curarse de la enfermedad con que está (que sería, probablemente, la que lo llevó a la tumba)".




No hay comentarios:

Publicar un comentario