lunes, 1 de febrero de 2021

(Día 1332) El impresionante ejército de Hernando de Soto se puso en marcha desde Santiago de Cuba hacia La Habana. Se les había unido un poderoso conquistador con pocos escrúpulos: Vasco Porcallo de Figueroa.

 

     (922) Inca Garcilaso nos va a hablar de un personaje que le iba a ayudar mucho a Hernando de Soto para preparar su partida hacia La Florida. Lo ensalza sobremanera, pero veremos, en la imagen que le voy a dedicar, que no todo eran luces en él, pues tenía su lado oscuro: "En la villa de la Trinidad, que es un pueblo de los de aquella isla (casi a 500 km de Santiago), vivía un caballero muy rico y principal llamado Vasco Porcallo de Figueroa, pariente cercano de la ilustrísima casa de Feria (a la que pertenecía el cronista). El cual visitó al gobernador en la ciudad de Santiago de Cuba, y, como él viese la gallardía y gentileza de tantos caballeros y tan buenos soldados como iban a esta campaña, no pudo contener el deseo de volver a las cosas de la guerra. De manera que se ofreció voluntario al gobernador para ir en su compañía a la conquista de La Florida, sin que su edad, que pasaba ya de los cincuenta años, ni los muchos trabajos que había pasado así en Indias como en España e Italia, se lo impidiese, sino que, posponiéndolo todo, quiso seguir al adelantado, para lo cual le ofreció su persona, vida y hacienda. El gobernador, vista una determinación tan heroica, y el ánimo belicoso que este caballero siempre había tenido, aceptó su ofrecimiento. Y, además, le nombró teniente general de toda su armada y ejército, habiendo muchos días antes depuesto de este cargo a Nuño Tovar por haberse casado clandestinamente con doña Leonor de Bobadilla, hija del conde de la Gomera. Vasco Porcallo de Figueroa y de la Cerda, como hombre generoso y riquísimo, ayudó magníficamente para la conquista de la Florida, porque, además de los muchos criados españoles, indios y negros que le  acompañaron, llevó treinta y seis caballos para su persona, y otros cincuenta que ofreció a caballeros particulares del ejército. Proveyó de mucho bastimento de carne, pescado, maíz y cazabe (pan de harina de yuca). Gracias a él, muchos españoles de los que vivían en la isla de Cuba se animaron a ir a esta campaña. Y de esta manera, quedó todo preparado en breve tiempo para que la armada y gente de guerra pudiese salir y caminar hacia La Habana (casi 900 km desde Santiago de Cuba)".

     Y llegó el momento de partir: "A finales de agosto del año mil quinientos treinta y ocho, salió el gobernador de la ciudad de Santiago de Cuba con cincuenta de a caballo para ir a La Habana, habiendo dejado orden de que los demás caballos, que eran trescientos, caminasen en pos de él en cuadrillas de cincuenta en cincuenta. La infantería y toda su casa y familia mandó que fuesen por la mar a juntarse todos en La Habana. Donde, habiendo llegado el gobernador y vista la destrucción que los corsarios habían hecho en el pueblo, socorrió con su dinero a los vecinos y moradores de él para ayudar a reedificar sus casas, y, lo mejor que pudo, reparó el templo y las imágenes destrozadas por los herejes. Y, luego que llegaron a La Habana, dio orden de que un caballero natural de Sevilla, llamado Juan de Añasco, que iba como contador de la hacienda imperial de Su Majestad, que era gran marinero, cosmógrafo y astrólogo (astrónomo), con la gente más conocedora de la mar que entre ellos se hallaba, fuese en los dos bergantines a costear y descubrir la costa de la Florida, a ver y anotar los puertos, calas o bahías que por ella hubiese".

 

     (Imagen) Veremos el lado siniestro de VASCO PORCALLO DE FIGUEROA, del que Inca Garcilaso ha contado maravillas, y con razón. Era un  bravo militar, sin miedo a la muerte, linajudo y ricachón, así como nostálgico de guerras y aventuras, pero con una ramalazo de psicópata sin escrúpulos y sumamente ambicioso. Nació en Cáceres en 1481. Murió el año 1550 en Puerto Príncipe (desde 1898, y por la independencia cubana de España, con el nombre de Camagüey). Después de batallar brillantemente en España e Italia, llegó a la isla de Santo Domingo en plena juventud, el año 1502. No tardó mucho en empezar a enriquecerse con los premios de encomiendas de indios que obtuvo en diversas campañas, sin duda, ganados a pulso. Fue de los primeros en luchar, ya como capitán, durante la conquista de Cuba, bajo las órdenes del futuro gobernador Diego Velázquez de Cuéllar (a quien pronto burlaría Hernán Cortés). Por encargo suyo, fundó las villas de Porcallo (con su propio apellido, aunque ahora se llama Remedios), Sancti Spiritus y Sabanaque. Después, en la misma Sancti Spiritus, se mostró implacable. Le había enviado Diego Velázquez para que tranquilizara a la población porque había muchos alborotos. Lo primero que hizo es ir al ayuntamiento y exigirle al alcalde que renunciara a su cargo, pero se negó y echó mano de su espada. Con una rápida reacción, Porcallo lo mató a puñaladas. Envió presos a todos los ediles a Santiago de Cuba, donde los jueces, censurando su prepotencia, los dejaron libres. Los indios le tenían pánico por la brutalidad con que los trataba. Se dice que se apoderaba de sus haciendas y esclavizaba a los más jóvenes. El hecho cierto es que con sus abusos se convirtió en un hombre sumamente rico y poderoso, que hizo mucho daño también por sus atropellos sexuales con las nativas, teniendo fama de haber dejado innumerables hijos mestizos. Le vemos ahora partir entusiasmado hacia la conquista de La Florida, pero encontró más dificultades de las esperadas, y abandonó la  empresa, dejando allí a su hijo Gómez de Figueroa, nacido de su mujer, la hija de un importante cacique. Otra cosa que le salió bien anteriormente a VASCO PORCALLO DE FIGUEROA fue la de no aceptar, a propuesta de Diego Velázquez, ir a México a castigar a Hernán Cortés, porque habría acabado descalabrado, como le ocurrió al que se hizo cargo de la misión, Pánfilo de Narváez.




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