(930) Se repitió la escena con nuevos
soldados apresados: "Después, estos mismos indios prendieron a otros dos
españoles, el uno llamado Hernando Vintimilla, grande hombre de la mar, y el
otro Diego Muñoz, que era muchacho, paje del capitán Pedro Calderón, y no los
mataron ni les dieron la mala vida que habían dado a Juan Ortiz, sino que los
dejaron andar libremente como a cualquier indio de ellos, de tal manera que
pudieron después estos dos cristianos escaparse del poder de los indios en un
navío que, por una tormenta, entró en aquella bahía del Espíritu Santo. Y así,
con las buenas palabras que el gobernador envió a decir al cacique Hirrihigua y
con las buenas obras que él a sus vasallos hizo, se apagó el fuego de la rabia que contra los
castellanos en su corazón tenía. Los beneficios tienen tanta fuerza que aun a las
fieras más bravas hacen trocar su propia y natural fiereza".
Soto empezó a avanzar: "Mandó al
capitán Baltasar de Gallegos que con sesenta de a caballo y otros tantos
infantes arcabuceros, ballesteros y rodeleros fuesen a descubrir la tierra
adentro y llegase hasta el pueblo principal del cacique Urribarracuxi, que era
la provincia más cercana a las dos de Mucozo e Hirrihigua. Se puso en marcha
Baltasar y llevó con sus hombres a Juan Ortiz, como guía e intérprete. Llegaron al pueblo de Mucozo, el cual salió al camino a
recibirlos, y se alegró muchos de verlos en su tierra. El día siguiente, le
pidió el capitán un indio que los guiase hasta el pueblo de Urribarracuxi.
Mucozo le suplicó que no le mandase tal cosa, pues parecería mal que a gente
extranjera diese guía contra su propio cuñado, ya que se quejaría de él por
enviar enemigos a su tierra y a su casa.
Y asimismo le pedía que no atribuyese aquella resistencia a poco amor y menor
voluntad de servir a los españoles, que cierto no lo hacía sino por no hacer
cosa fea por la cual fuese considerado traidor a su parientes y a su patria".
El capitán
Gallegos le explicó que no necesitaban el guía para continuar su marcha,
puesto que, evidentemente, habían llegado por la vía principal, y bastaría seguirla:
"Lo que consideraba importante era que un indio de Mucozo fuera adonde
Urribarrakuchi y le hiciera saber que llegarían pronto los españoles, pero con
buenas intenciones, de forma que, aunque Urribarracuxi no quisiese paz con él y
sus soldados, ellos la mantendrían con el cacique, no por su respeto a él, que
no lo conocían, sino por amor de Mucozo, a quien los españoles y su capitán
general deseaban dar contento y, por él, a todos sus parientes, amigos y
comarcanos, como lo habían hecho con Hirrihigua, el cual, aunque había estado y
estaba muy rebelde, no había recibido ni recibiría daño alguno".
A Mucozo le encantaron estas palabras, se
deshizo en alabanzas a los españoles y hasta decidió enviar como mensajero a un
indio importante de su tribu, que incluso había sido muy amigo de Juan Ortiz
cuando escapó de Hirrihigua: "Con el cual salieron los españoles del
pueblo de Mucozo muy alegres y contentos y aun admirados de ver que en un
bárbaro hubiese en todas ocasiones tan buenas actitudes. En cuatro días fueron al
pueblo de Urribarracuxi, y lo hallaron desamparado, pues todos sus vasallos se
habían ido al monte, a pesar de que el indio amigo de Juan Ortiz les llevó el aviso
más amable que pudo. Aunque, después de llegados los españoles, volvió otras
dos veces con el mismo recado, nunca el cacique quiso salir de paz, ni hizo
guerra a los castellanos, ni les dio mala respuesta. Se excusó con palabras
comedidas que, aunque frívolas y vanas, le valieron".
(Imagen) Como Inca Garcilaso, de momento,
menciona a pocos protagonistas de la expedición, buscaré pistas por otro lado. Y
ya que hablamos de pistas, dedicaré esta imagen a las 'herramientas' que
utilizan los historiadores. Empecé a investigar por simple curiosidad, y, casi
sin darme cuenta, se convirtió en mi principal ocupación. Pasé a vivir al bello
Valle de Mena (Burgos), me llamaron la atención los pocos datos que se conocían
de un antiguo personaje local, SANCHO ORTIZ DE MATIENZO (tesorero desde 1503 de
la Casa de la Contratación de Indias de Sevilla), busqué información, me
apasionó el tema, y, después de tres años de trabajo, 'di a luz' su biografía
(con lo de los hijos y el árbol ya había cumplido). Tuve que aprender el método
de los historiadores, en el que sirven hasta la consultas en Wikipedia para una
primera idea superficial, o contrastar datos, pero siempre con la mosca detrás
de la oreja. Se suele recurrir a enciclopedias, a lo que han escrito otros
historiadores, y, en el caso de las Indias, al mayor número posible de
cronistas. Pero lo que más me costó, y
lo más valioso, fue superar la dificultad de entender la escritura de los
antiguos legajos que están en los archivos, donde yacen olvidados notables
personajes. Actualmente se pueden leer muchos digitalizados en el archivo
PARES, y son el mejor recurso para aclarar los abundantes errores biográficos
que circulan desde hace siglos. Tuvieron un
gran mérito los veteranos
historiadores que iban de archivo en archivo a lejanos lugares haciendo sus
consultas, algo que todavía es imprescindible en muchas ocasiones (así me ocurrió
que necesité ir a Madrid, Simancas, Valladolid y Sevilla). Para los personajes
de Indias, hay dos fuentes extraordinarias: los expedientes de méritos y
servicios, y los de solicitudes para ser nombrado caballero de una orden
militar. Lo malo es que suelen ser muy extensos (los hay de más de mil páginas)
y de enrevesada letra, aunque su estructura es simple: el interesado presenta
una relación de méritos, en forma de preguntas a las que han de contestar sobre
su veracidad unos cuantos testigos nombrados por él mismo. Veremos en la
próxima imagen que un expediente de méritos me ha facilitado hablar de alguien
(importante pero poco conocido) que fue a la expedición de La Florida, y sobre
el que se han publicado referencias confundidas: GARCÍA OSORIO.
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