miércoles, 10 de febrero de 2021

(Día 1340) Aunque Hirrihigua trataba bien a otros dos españoles presos, escaparon en cuanto pudieron. Los indios del cacique Urribarracuxi (cuñado de Mocozo) huyeron cuando se acercaban los españoles.

 

     (930) Se repitió la escena con nuevos soldados apresados: "Después, estos mismos indios prendieron a otros dos españoles, el uno llamado Hernando Vintimilla, grande hombre de la mar, y el otro Diego Muñoz, que era muchacho, paje del capitán Pedro Calderón, y no los mataron ni les dieron la mala vida que habían dado a Juan Ortiz, sino que los dejaron andar libremente como a cualquier indio de ellos, de tal manera que pudieron después estos dos cristianos escaparse del poder de los indios en un navío que, por una tormenta, entró en aquella bahía del Espíritu Santo. Y así, con las buenas palabras que el gobernador envió a decir al cacique Hirrihigua y con las buenas obras que él a sus vasallos hizo,  se apagó el fuego de la rabia que contra los castellanos en su corazón tenía. Los beneficios tienen tanta fuerza que aun a las fieras más bravas hacen trocar su propia y natural fiereza".

     Soto empezó a avanzar: "Mandó al capitán Baltasar de Gallegos que con sesenta de a caballo y otros tantos infantes arcabuceros, ballesteros y rodeleros fuesen a descubrir la tierra adentro y llegase hasta el pueblo principal del cacique Urribarracuxi, que era la provincia más cercana a las dos de Mucozo e Hirrihigua. Se puso en marcha Baltasar y llevó con sus hombres a Juan Ortiz, como guía e intérprete.  Llegaron al pueblo de Mucozo, el cual salió al camino a recibirlos, y se alegró muchos de verlos en su tierra. El día siguiente, le pidió el capitán un indio que los guiase hasta el pueblo de Urribarracuxi. Mucozo le suplicó que no le mandase tal cosa, pues parecería mal que a gente extranjera diese guía contra su propio cuñado, ya que se quejaría de él por enviar enemigos a su tierra y  a su casa. Y asimismo le pedía que no atribuyese aquella resistencia a poco amor y menor voluntad de servir a los españoles, que cierto no lo hacía sino por no hacer cosa fea por la cual fuese considerado traidor a  su parientes y a su patria".

     El capitán  Gallegos le explicó que no necesitaban el guía para continuar su marcha, puesto que, evidentemente, habían llegado por la vía principal, y bastaría seguirla: "Lo que consideraba importante era que un indio de Mucozo fuera adonde Urribarrakuchi y le hiciera saber que llegarían pronto los españoles, pero con buenas intenciones, de forma que, aunque Urribarracuxi no quisiese paz con él y sus soldados, ellos la mantendrían con el cacique, no por su respeto a él, que no lo conocían, sino por amor de Mucozo, a quien los españoles y su capitán general deseaban dar contento y, por él, a todos sus parientes, amigos y comarcanos, como lo habían hecho con Hirrihigua, el cual, aunque había estado y estaba muy rebelde, no había recibido ni recibiría daño alguno".

     A Mucozo le encantaron estas palabras, se deshizo en alabanzas a los españoles y hasta decidió enviar como mensajero a un indio importante de su tribu, que incluso había sido muy amigo de Juan Ortiz cuando escapó de Hirrihigua: "Con el cual salieron los españoles del pueblo de Mucozo muy alegres y contentos y aun admirados de ver que en un bárbaro hubiese en todas ocasiones tan buenas actitudes. En cuatro días fueron al pueblo de Urribarracuxi, y lo hallaron desamparado, pues todos sus vasallos se habían ido al monte, a pesar de que el indio amigo de Juan Ortiz les llevó el aviso más amable que pudo. Aunque, después de llegados los españoles, volvió otras dos veces con el mismo recado, nunca el cacique quiso salir de paz, ni hizo guerra a los castellanos, ni les dio mala respuesta. Se excusó con palabras comedidas que, aunque frívolas y vanas, le valieron".

 

     (Imagen) Como Inca Garcilaso, de momento, menciona a pocos protagonistas de la expedición, buscaré pistas por otro lado. Y ya que hablamos de pistas, dedicaré esta imagen a las 'herramientas' que utilizan los historiadores. Empecé a investigar por simple curiosidad, y, casi sin darme cuenta, se convirtió en mi principal ocupación. Pasé a vivir al bello Valle de Mena (Burgos), me llamaron la atención los pocos datos que se conocían de un antiguo personaje local, SANCHO ORTIZ DE MATIENZO (tesorero desde 1503 de la Casa de la Contratación de Indias de Sevilla), busqué información, me apasionó el tema, y, después de tres años de trabajo, 'di a luz' su biografía (con lo de los hijos y el árbol ya había cumplido). Tuve que aprender el método de los historiadores, en el que sirven hasta la consultas en Wikipedia para una primera idea superficial, o contrastar datos, pero siempre con la mosca detrás de la oreja. Se suele recurrir a enciclopedias, a lo que han escrito otros historiadores, y, en el caso de las Indias, al mayor número posible de cronistas. Pero lo  que más me costó, y lo más valioso, fue superar la dificultad de entender la escritura de los antiguos legajos que están en los archivos, donde yacen olvidados notables personajes. Actualmente se pueden leer muchos digitalizados en el archivo PARES, y son el mejor recurso para aclarar los abundantes errores biográficos que circulan desde hace siglos. Tuvieron un  gran  mérito los veteranos historiadores que iban de archivo en archivo a lejanos lugares haciendo sus consultas, algo que todavía es imprescindible en muchas ocasiones (así me ocurrió que necesité ir a Madrid, Simancas, Valladolid y Sevilla). Para los personajes de Indias, hay dos fuentes extraordinarias: los expedientes de méritos y servicios, y los de solicitudes para ser nombrado caballero de una orden militar. Lo malo es que suelen ser muy extensos (los hay de más de mil páginas) y de enrevesada letra, aunque su estructura es simple: el interesado presenta una relación de méritos, en forma de preguntas a las que han de contestar sobre su veracidad unos cuantos testigos nombrados por él mismo. Veremos en la próxima imagen que un expediente de méritos me ha facilitado hablar de alguien (importante pero poco conocido) que fue a la expedición de La Florida, y sobre el que se han publicado referencias confundidas: GARCÍA OSORIO.




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