martes, 23 de febrero de 2021

(Día 1351) Sus hermanos le hicieron ver al cacique Vitachuco que no le convenía atacar a los españoles, y él optó por fingir deseos de paz (pero le costará caro). El historiador José Ignacio Avellaneda es un ejemplo del interés que hay en EEUU por Hernando de Soto.

 

     (941) El gran cacique siguió mandándoles mensajes cada vez más amenazantes a los españoles: "Estos desatinos, y otros semejantes, envió a decir Vitachuco a sus hermanos y a los españoles juntamente, con los cuales mostraba la ferocidad de su ánimo. Y, aunque por entonces los castellanos se rieron de sus palabras por parecerles disparates, como lo eran, después, por lo que este indio hizo, como veremos adelante, entendieron que no habían sido palabras, sino ardentísimos deseos de un corazón tan bravo y soberbio como el suyo".  Sus dos hermanos se ofrecieron voluntariamente a Soto para ir personalmente a convencer a Vitachuco de que mantuviera en paz con los españoles: "Con la presencia de los hermanos, y con lo mucho que ellos de parte del gobernador y suya le dijeron, y con saber que los españoles estaban ya dentro de su tierra y que podrían, si quisiesen, hacerle daño, le pareció a Vitachuco deponer el mal ánimo y odio que a los castellanos tenía, guardándolo para mejor tiempo y ocasión, la cual pensaba hallar en el descuido y confianza que los españoles tuviesen en su fingida amistad, y que, entonces, debajo de ella, con más facilidad y menos peligro que en guerra descubierta, podría matarlos a todos. Con este mal propósito trocó las palabras que hasta entonces había dicho tan ásperas en otras de mucha suavidad y blandura, diciendo a sus hermanos que no había entendido que los castellanos eran gente de tan buena condición como le decían, por lo que se alegraría mucho de tener paz y amistad con ellos, pero que primero quería saber cuántos días habían de estar en su tierra y qué cantidad de bastimento les había de dar cuando se fuesen. Con este recado enviaron los dos hermanos un mensajero al gobernador, el cual respondió que no estarían más días de los que Vitachuco quisiese tenerlos en su tierra, ni querían más bastimentos de los que por bien tuviese de darles.

     Vitachuco estaba dispuesto a castigar a los españoles, pero mantuvo la pamema (incluso ante los suyos) de que le encantaba su presencia : "Mandó a los que eran nobles que se preparasen para ir a recibir al gobernador, y luego salió Vitachuco de su pueblo acompañado de sus dos hermanos y de quinientos indios gentileshombres, hermosamente aderezados, con plumajes de diversos colores. Halló en un hermoso valle alojado al gobernador, el cual le besó las manos con ostentación de amistad. Vitachuco le suplicó al gobernador que le perdonase las malas palabras que había dicho de los castellanos, y le dijo que ahora mostraría con las obras cuánto deseaba servir a su señoría y a todos los suyos, y, para probarlo, dijo que por sí, y en nombre de todos sus vasallos, daba a su señoría la obediencia y le reconocía por señor. El gobernador, el maestre de campo, los demás capitanes de guerra y los ministros de la hacienda de Su Majestad, y, en común, todos los españoles, hablaron a Vitachuco con muestras de alegría por su buena venida, el cual sería de edad de treinta y cinco años, de muy buena estatura de cuerpo, como generalmente lo son todos los indios de la Florida, y mostraba bien en su aspecto la bravosidad de su ánimo".

 

     (Imagen) El historiador colombiano (residente en Estados Unidos) JOSÉ IGNACIO AVELLANEDA NAVAS llevó a cabo, entre otros trabajos importantes, uno que aclaró un tema que era confuso en las crónicas relativas al viaje de Soto a La Florida. Investigó a fondo cuántos y quiénes sobrevivieron a aquel viaje tormentoso, fracasado en su rentabilidad, pero de gran valor para los descubrimientos geográficos y étnicos, así como de fauna y flora, todo ello muy útil para campañas posteriores. Publicó el año 1990 un libro titulado LOS SOBREVIVIENTES DE LA FLORIDA, resultado de una investigación muy detallada. En las crónicas y en los estudios se aportaban 8 cifras diferentes sobre los que se salvaron, desde 350 hasta 194. Avellaneda se inclina por la de 311, que era la que indicaba el portugués Hidalgo de Elvás  (Inca Garcilaso decía que eran 300), y él consiguió descubrir también el nombre de 257, siguiendo después en el empeño de encontrar al resto. Entre ellos, creo que podré dar con algunos de biografía interesante. Además, su aportación es enriquecedora porque se tomó la molestia de buscar en los archivos oficiales muchas referencias personales de los supervivientes,  que estaban reseñadas en expedientes de sus méritos y servicios. Su libro comienza con un prefacio de la bibliotecaria Elisabeth Alexander, en el que dice: "En los últimos años, ningún conquistador español ha recibido mayor atención por parte de historiadores, arqueólogos y diversas agencias gubernamentales (de Estados Unidos) que Hernando de Soto. Los esfuerzos para rastrear y marcar las andanzas de su expedición por el sureste de los Estados Unidos actuales han sido muy extensos. El Sr. Avellaneda es el primer académico en utilizar nuevos materiales de De Soto localizados y adquiridos en microfilm por la Biblioteca Yonge. Las copias de estos documentos han sido obtenidas del Archivo General de Indias en Sevilla (España), y han permitido a Avellaneda revisar muchas concepciones anteriores sobre la expedición. El Sr. Avellaneda es un académico, colombiano de nacimiento, que actualmente reside en la Universidad de Florida. Su extensa investigación lo ha llevado a los archivos de Estados Unidos, España y América Latina. Recibió su licenciatura en la Universidad de Illinois, obteniendo el doctorado en la Universidad de Florida".




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