(932) Aunque el significado de cacique y
curaca es idéntico, Inca Garcilaso nos aclara un detalle importante (sobre todo
para él): "La
palabra curaca, en lengua general de los indios del Perú, significa lo mismo
que cacique en lenguaje de la Isla Española (isla de Santo Domingo) y sus
circunvecinas, que es señor de vasallos. Y pues yo soy indio del Perú y no de Santo
Domingo ni sus comarcanas, permítaseme que introduzca algunos vocablos de mi
lenguaje en esta mi obra, para que se vea que soy natural de aquella tierra y
no de otra".
Vasco de Porcallo tenía una ambición
vanidosa, pero era hombre generoso: "Antes de marchar, repartió a los caballeros
y soldados que le pareció sus armas y caballos así como los objetos que tenía
para su servicio personal, que, como hombre tan rico y noble, lo había llevado
muy bueno. Dejó para el ejército todas las provisiones que para su persona y su
familia había sacado de su casa. Dio orden de que un hijo suyo natural, llamado Gómez
Suárez de Figueroa (aunque no lo indique el cronista, tan amigo de
anécdotas, ese mismo era el verdadero nombre de Inca Garcilaso de la
Vega), tenido con una india de Cuba, se quedase para ir en la jornada con
el gobernador, y le dejó dos caballos y armas. El cual anduvo después en toda
ella como muy buen caballero y soldado hijo de tal padre, sirviendo muy bien en
todas las ocasiones, y, después de que
los indios le mataron los caballos, anduvo siempre a pie sin querer aceptar del
general, ni de nadie, caballo prestado ni dado ni otro ningún regalo ni favor,
aunque se viese herido y en mucha necesidad, por parecerle que todos los
regalos que le ofrecían no llegaban a recompensar los servicios hechos por su
padre, de lo que se lamentaba el gobernador y deseaba agradarle, pero su ánimo
era tan extraño y esquivo, que nunca jamás quiso recibir nada de nadie".
Después el cronista hace una fina observación
sobre su padre: "Luego se embarcó Vasco Porcallo, y llevó consigo a todos
los españoles e indios y negros que para su servicio había traído, dejando nota
en todo el ejército, no de cobardía, porque no cabía en su ánimo, sino de
inconstancia, como la tuvo en la isla de Cuba cuando se ofreció para la
conquista, pues había dejado por demasiada ambición su casa, su hacienda y su
tranquilidad, a cambio de cosas nuevas, sin necesidad de ellas".
A Hernando de Soto y a sus hombres les
gustaron las noticias que trajeron
Gonzalo Silvestre y los tres que le acompañaban, enviados por Baltasar de
Gallegos. Lo único negativo era la existencia de aquella gran ciénaga que había
delante del poblado de Hurribarracuxi, pero estaban convencidos de que la
podrían atravesar: "Tras conocer el informe, Hernando de Soto dio orden de
que todos se preparasen para ponerse en marcha pasados tres días, y le dijo a Gonzalo
Silvestre que, con otros veinte de a caballo, volviese a dar el aviso a
Baltasar de Gallegos de que al cuarto día saldría el ejército en su seguimiento".
Para la protección del campamento que iban a abandonar y de tres naves que
quedarían en la costa, nombró al capitán Pedro Calderón, con el que se
quedarían 120 soldados, y les indicó que no provocaran a los indios, y que
mantuviesen la amistad con el cacique Mucozo.
(Imagen) FRANCISCO GARCÍA OSORIO, nacido
en Ocaña (Toledo), fue un personaje importante, pero me centro en él de
carambola, ya que, con frecuencia, se le ha confundido con García Osorio, a
quien le he dedicado la imagen anterior. Y ello se debe a que a Francisco se le
suele llamar también, simplemente (incluso en documentos oficiales), García
Osorio. Los dos coincidieron en el viaje hacia La Florida, pero Francisco
solamente para transportar parte de la tropa, ya que era un veterano capitán de
galeones. Después de desembarcar a los soldados, se volvió a Cuba. Tras unos
años en los que dejó poco huella, aparece de pronto como la máxima autoridad en
la ciudad de La Habana, y, poco después, en 1565, como gobernador y capitán general de toda la isla de Cuba.
Algo más tarde, al gran Pedro Menéndez de Avilés le concedió licencia el Rey
para descubrir y conquistar tierras en la difícil zona de Florida. Vimos en una
imagen reciente que fundó San Agustín y que castigó a los indios que habían
matado al jesuita Juan Bautista de Segura y a varios compañeros. Pero, antes de
partir para su campaña, tuvo un serio conflicto con Francisco García Osorio,
quien, valiéndose del poder que le daba ser gobernador de Cuba, le dificultó
cuanto pudo la salida del puerto de La Habana, debido a enfrentamientos que
habían tenido en Sevilla, quizá por rivalidades comerciales, ya que los dos
eran marinos. Francisco García Osorio, además de impedirle el suministro de
víveres, fomentó la deserción de sus hombres. Pero, para desgracia suya, en
1567 Menéndez de Avilés volvió a España como triunfador, y Felipe II, además de
hacer caso a sus denuncias contra Francisco, lo premió con el cargo de
Gobernador de Cuba, quedando destituido su rival. Por si fuera poco, Pedro
llegó a la isla acompañado del doctor Francisco de Zayas, a quien lo nombró su
lugarteniente y le encargó que sometiera a García Osorio al habitual juicio de
residencia que se practicaba a los cesantes. Como era de esperar, Zallas cargó
la mano en su sentencia, y lo envió preso a España, pero, finalmente, fue
absuelto en 1569, quizá porque, como vemos en la imagen, FRANCISCO GARCÍA
OSORIO presentó un escrito de alegaciones. Un año después estaba (en Madrid)
envuelto en otro pleito, sin que aparezca ya ningún dato posterior.
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