jueves, 25 de febrero de 2021

(Día 1353) Después de ganarle en astucia a Vitachuco y apresarlo, Hernando de Soto hizo un alarde de bravura temeraria luchando contra los indios.

 

     (943) Los escuadrones de indios y españoles se colocaron en formación aparentemente pacífica. Incluso, para dar más imagen de confianza, Hernando de Soto llegó a pie acompañado del cacique Vvitachuco, como dos 'amiguetes': "Los indios se colocaron entre un monte y dos lagunas. Serían casi diez mil hombres de guerra, llevando  sobre las cabezas unos grandes plumajes, que son el mayor ornamento de ellos, puestos de manera que suben media braza en alto, y parecen más altos de lo que son. Esperaban los indios a Vitachuco, su señor, y a Hernando de Soto, los cuales salieron a pie, acompañados cada uno de doce de los suyos, ambos con una misma intención del  uno contra el otro. A mano derecha del gobernador iban los escuadrones de los españoles. Llegados el gobernador y el cacique al puesto donde Vitachuco daría la señal para que los indios prendiesen al general, este la dio primero para que su contrario no le ganase por la mano. Hizo disparar un arcabuz, que era la señal para los suyos. Los doce españoles que iban cerca de Vitachuco le echaron mano, y, aunque sus indios quisieron defenderle, no pudieron librarlo de la prisión".

     Lo que vino después fue una exhibición de valentía temeraria por parte de Hernando de Soto, que el cronista y los soldados admiraban, pero lo veían, acertadamente, como una irresponsabilidad: "Hernando de Soto, que llevaba cercanos de sí dos caballos, subiendo en uno de ellos, que era un bravísimo animal, arremetió contra el escuadrón de los indios, entró el primero de los castellanos, porque estaba más cerca, y porque este valiente capitán en todas las batallas que en esta conquista y en la del Perú se le ofrecieron, presumía siempre de ser de los primeros, pues como lancero, fue uno de los cuatro mejores que hubo en todas  las Indias. Aunque muchas veces sus capitanes se le quejaban de que ponía su persona en demasiado peligro, porque de la conservación de su vida y su salud, como jefe supremo, dependía la de todo su ejército, y por más que él viese que tenían razón, no podía refrenar su ánimo belicoso, ni gustaba de las victorias si no era el primero en ganarlas. No deben los caudillos arriesgar tanto".

     Y a punto estuvo de morir: "Los indios no le dejaron al gobernador romper muchas filas del escuadrón, y, de muchas flechas que le tiraron, le acertaron con ocho, dando todas en el caballo, que cayó muerto. Un paje suyo, apellidado Viota, natural de Zamora, apeándose del caballo, se lo dio. El gobernador arremetió de nuevo a los indios, los cuales, no pudiendo resistir el ímpetu de trescientos caballos juntos, volvieron las espaldas sin dar pruebas de valentía, y escaparon hacia las guaridas que más cerca hallaron. De los que escaparon por el llano adelante, fueron alanceados y murieron más de trescientos, siendo apresados unos pocos. Los de la vanguardia fueron los más desdichados, porque recibieron el mayor ímpetu de los caballos, y, no pudiendo acogerse al monte ni a la laguna grande, que eran las mejores guaridas, se arrojaron a la más pequeña unos novecientos de ellos. Este fue el primer lance de las bravosidades de Vitachuco. El encuentro sucedió a las nueve o diez de la mañana".

 

     (Imagen) Parece ser que el llamado Mapa de Hernando de Soto (año 1544, con añadidos posteriores), mostrado en la imagen anterior, es un croquis realizado por ALONSO DE SANTA CRUZ basándose en datos que le facilitó Juan de Añasco (y, quizá, algún otro de los expedicionarios que volvieron vivos). Representa una amplia red hidrográfica de la zona, desde su nacimiento en las cordilleras hasta su desembocadura. La toponimia es abundante e indica el nombre de las provincias, pueblos, accidentes costeros, ríos y minas. Nacido el año 1505 en Sevilla, Alonso de Santa Cruz fue un portento como cosmógrafo, astrónomo e inventor de instrumentos náuticos. Pero de raza le vino al galgo. A su padre, Francisco de Santa Cruz, ya le apasionaba el tema, pues no había entonces mejor lugar que Sevilla  para 'sufrir estos contagios', y fue él quien le transmitió su afición. ALONSO DE SANTA CRUZ fue un hombre afortunado, porque todo se conjuró para que tuviera una vida apasionante, entregado de lleno a una vocación absorbente y disfrutando de unas cualidades excepcionales para desarrollarla, lo que se tradujo en una productividad asombrosa. Esa inmensa curiosidad le empujó a enrolarse (con solo 19 años), como veedor, en el viaje que Carlos V le confió en 1524 al excepcional, pero mercenario, navegante Sebastián Caboto, nacido el año 1484 en Venecia. Aunque su misión era dirigirse hacia las Molucas, Caboto, saltándose las órdenes, se desvió hacia el interior del río de la Plata por haber rumores de que podía encontrar grandes riquezas mineras. Fue un fiasco total, y el mismo Alonso anotó que abandonaron "tras cinco años de muchas guerras, hambres y demasiados trabajos", pero él, al menos, pudo dibujar el mapa de la imagen. En 1535, después de un largo tiempo dedicado a profundizar en su  vocación científica, fue nombrado Cosmógrafo de la Casa de la Contratación de Indias de Sevilla, donde pudo empaparse de las informaciones facilitadas por los ilustres personajes y los aventureros que por ella pasaban. Inventó nuevos sistemas y aparatos para la medición de las posiciones terrestres y marítimas. Hizo gran cantidad de dibujos geográficos y detallados mapas, y,  como hombre enciclopédico, adquirió un gran conocimiento de los clásicos. (Ampliaré sus grandes méritos en la siguiente imagen).




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