(865) En esos tres días perdidos por las
tropas de los oidores, Francisco Hernández Girón continuó avanzando:
"Llegó a Nasca, a sesenta leguas de Lima. Para fortuna suya, ocurrió que
un sargento de los del Rey se ofreció a ir con ropas de indio, como espía, al
campamento enemigo, para saber lo que allí había y volver con las noticias. Los
oidores se lo permitieron, pero actuó como espía doble, se puso a las órdenes
de Girón y le contó que en el campamento de los contrarios había tan gran
discordia entre los que mandaban y tanto descontento entre los soldados, que no
tenían ninguna gana de pelear. También le dijo que había noticias de que el
mariscal Alonso de Alvarado venía de las Charcas con un ejército muy lucido, de
más de mil doscientos hombres. Pero de esto no quiso Girón que hablara, sino
que dijera que solo traía seiscientos, para que sus soldados no se acobardaran.
Se descubrió entonces que un indio de los enemigos traía cartas para un soldado
suyo, por lo que se ahorcaron a los dos". Luego añade Inca Garcilaso que
Girón había formado una tropa muy bien organizada con esclavos negros y con
musulmanes, que sirvió de reclamo para que muchos de los que había en el
ejército contrario se pasaran a su bando, por considerar un honor tener
categoría de soldados, con la satisfacción añadida de luchar contra sus
antiguos amos. Pero Girón les sacaba también otra utilidad menos digna:
"De estos soldados se sirvió muy largamente enviándoles a recoger
provisiones, y los indios, por no padecer las crueldades que con ellos hacían,
se las daban, por lo que tuvieron después mucha necesidad ellos, sus mujeres y
sus hijos".
Va a tener enseguida gran protagonismo el
mariscal Alonso de Alvarado, pero da la impresión de que este gran hombre, que
se distinguió en sus tiempos de la conquista de Perú por su sensatez y equilibrio, había cambiado,
quizá por el paso de los años. Ya le hemos visto actuar de forma más bien
justiciera que justa. Incluso, enseguida cometerá errores de estrategia militar
que resultarán fatales: "Al tiempo que ocurrió lo recién contado en el
Cuzco y en Villacurí, el mariscal, que se encontraba en Charcas, no estaba
ocioso. Reunía gente para el servicio de Su Majestad, y se proveyó de armas,
provisiones y caballos. Nombró los oficiales para su tropa (cita sus nombres),
y, en muy pocos días, se vio con cerca de ochocientos hombres muy bravos y bien
aderezados. Viéndose tan poderoso, caminó hacia el Cuzco, y por el camino se le
juntaban más soldados. De Arequipa llegaron unos cuarenta. Sancho de Ugarte y
el capitán Martín de Olmos, que estaban en la ciudad de la Paz, salieron a
recibirle con más de doscientos buenos soldados. Siguieron todos adelante,
hasta llegar a la ciudad del Cuzco, donde se encontraba el capitán Juan de
Saavedra con una cuadrilla que, aunque pequeña en número, pues no pasaba de
ochenta y cinco hombres, era grande en valor y autoridad". Alonso de
Alvarado estaba radiante, y además supo que bastantes vecinos de la ciudad
habían ido directamente a Lima para incorporarse a la lucha contra Girón. Total
que, al entrar en la ciudad, contaba con más de mil doscientos soldados, y ya
se consideraba vencedor en la próxima batalla.
(Imagen) Veremos más adelante cuál fue el
destino de la familia de Francisco Hernández Girón después de su derrota y
muerte. Pero voy a dedicar esta imagen a su suegro: DON ALONSO DE ALMARAZ. Fue
un personaje de relieve, que llegó a las Indias como gobernador de Tierra Firme
(Centroamérica). Algunos lo ponen en duda, pero Pedro de la Gasca nos va a dejar
claro que sí ocupó ese puesto, aunque fugazmente, porque, poco después de
llegar a aquellas tierras, ejercía el cargo de contador de la Hacienda Real, y
más tarde pasó como tal a la ciudad de Lima. Estaba casado con Doña Leonor
Portocarrero, y su hija, la mujer de Girón, se llamaba Mencía de Almaraz (se
casaron hacia el año 1550). El año 1548, estando aún en Tierra Firme, envió un
comunicado al Rey (el de la imagen) con noticias de Perú: La inminente batalla
de Jaquijaguana, en la que Pizarro contaba con 700 hombres, y La Gasca con
2.000, el cual acababa de mandar preso a España a Diego García de Paredes (de
lo que ya hablamos) con otros tres sublevados. Algunos comentarios de Pedro de La
Gasca en sus escritos demuestran que le tenía gran aprecio a Almaraz, quien,
sin duda, se mantenía fiel a la Corona. Así de claro lo indica: "Me dicen
que Alonso de Almaraz, gobernador de Tierra Firme, va a venir a esta
tierra. Es una de las personas que más
me agrada, porque tiene lo que en los hombres falta, que es la
fidelidad, por lo que creo que sería muy bueno, para el servicio de Su Majestad
y conservación de su hacienda, que se le nombrara gobernador de la provincia de
las Charcas". Sin embargo, también tuvo Almaraz después un comportamiento
dudoso. El año 1550, lo nombró tesorero el virrey Don Alonso de Mendoza, y a
Almaraz lo apresaron y le dieron un plazo de cuatro años para que devolviera
20.000 pesos de la Hacienda Real que habían desaparecido, cantidad de la que ya
no disponía. Poco después, ALONSO DE ALMARAZ murió, y es muy probable que, con
ello, se evitara otra tragedia, la de ver a su yerno, Francisco Hernández
Girón, convertido en un fanático rebelde que acabó ejecutado. El dolor habría
sido doble, porque también su hija, Mencía de Almaraz, apoyaba las andanzas de
Girón, quizá por el simple hecho de ser su marido, y no hay duda de que DON
ALONSO DE ALMARAZ fue siempre un fiel servidor de la Corona.
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