(851) Luego Inca Garcilaso detalla quiénes
fueron los principales de los que escaparon del Cuzco: "Garcilaso de la
Vega, mi señor, Antonio de Quiñones, Diego de los Ríos, Jerónimo Costilla,
Garci Sánchez de Figueroa, primo de mi padre, que no era vecino, sino soldado
antiguo y benemérito de esta tierra (Inca aclaró que solo se consideraba
vecinos a los que tenían encomiendas de indios). Estos cinco caballeros fueron
a la ciudad de Lima la misma noche del levantamiento de Francisco Hernández
Girón". En días sucesivos fueron marchando otros, y cita, en concreto,
estos nombres (alguno ya mencionado antes): Juan Vasco de Guevara, con sus dos
cuñados, apellidados Escalante, Alonso de Hinojosa, Juan de Pancorbo y Alonso
de Mesa. Se supone que quedarían bastante indefensos los familiares que permanecieron
en sus casas. Y sigue diciendo Inca Garcilaso: "Mi señor, Garcilaso, y sus
compañeros se encontraron a nueve leguas de la ciudad con Pedro López de
Cazalla en una heredad suya. Estaba con él Sebastián de Cazalla, su hermano,
los cuales, sabiendo lo que pasaba, determinaron irse también con ellos para
servir a Su Majestad. La mujer de Pedro López, que se llamaba Doña Francisca de
Zúñiga, mujer noble, hermosa y de toda bondad y discreción, quiso también irse
con él, no por servir a Su Majestad sino a su marido. Aunque era delicada y de
poca salud, pasó sobre una mula ensillada toda la aspereza de aquellos caminos.
Por la noche les proveía a todos la cena, y a la hora del almuerzo les indicaba
a las indias cómo lo habían de aderezar. Todo esto y mucho más oí contar de
aquella famosa señora a los que iban con ella".
Según iban avanzando hacia su meta, los
que huían de Girón consiguieron que se unieran a ellos otros que encontraron
por el camino, entre ellos, Hernán Bravo de Laguna y Gaspar de Sotelo. Al
llegar a la ciudad de Huamanga, los vecinos recibieron con entusiasmo a
soldados tan brillantes, y, todos los que pudieron, se unieron a su escapada hacia Lima. Luego explica el
cronista que, cuando pasaron el puente del río Apurimac (el que tuvo tanta
importancia para la victoria de Pedro de la Gasca contra Gonzalo Pizarro), no
quisieron quemarlo, para que así pudieran seguir pasando otros fugitivos
durante bastantes días. Pero tomaron la precaución de dejar allí de vigilantes
a dos compañeros que, cuando consideraran que era ya peligrosa su conservación
porque podría aparecer en cualquier momento la tropa de Girón con intención de
pasar por allí, lo destruyeran
inmediatamente. Da luego los nombres de algunos que huyeron por otros caminos,
porque no estaban en la ciudad del Cuzco, sino que se encontraban en sus
encomiendas de indios: Julio de Ojeda, Pedro de Orve, Martín de Arbieto, Rodrigo
de Esquivel y Don Pedro de Cabrera. De pasada, Inca Garcilaso, afirma que el
cronista Palentino se equivocó al decir que Don Pedro de Cabrera le escribió
una carta a Francisco Hernández Girón comunicándole que se le había adelantado
rebelándose, por lo cual, para unirse en su motín, él partía hacia Lima acompañado
de Garcilaso de la Vega y otros, pero con la intención de apoderarse de la
ciudad, apresar a los oidores de la Audiencia y embarcarlos hacia España.
(Imagen) Acaba de citar Inca Garcilaso a un primo de su padre llamado Garci Sánchez
de Figueroa, y, tratando de encontrar algún dato sobre él, descubro otra
historia que hace referencia a la madre del cronista, ISABEL CHIMPU OCLLO,
prima de Atahualpa. Su hijo la menciona con afecto en sus obras, pero da pocos
detalles, quizá por el trauma que sufrió al abandonarla su padre (obligado),
para casarse con Luisa Martel de los Ríos. Sin embargo, hacia el año 1933, un
historiador peruano (del que solo aparecen las iniciales A.M.Q.S.) descubrió en
el Cuzco el testamento de Isabel, tras una larga peripecia de dudas,
intuiciones y, finalmente, convicciones, con lo cual quedó el recuerdo
histórico de la difunta enriquecido de datos. Así, por ejemplo, se ve en él que
uno de sus albaceas fue el mencionado Garci Sánchez de Figueroa. En el texto,
Isabel se muestra como una ferviente cristiana. El documento es del año 1571
(año en que murió), y, para entonces, Luisa y Ana del Pedroche, las dos hijas
que tuvo con Juan del Pedroche, estaban ya casadas, y había nacido un hijo de
la menor, lo que quiere decir (contra otras suposiciones) que Isabel se había
casado con Juan del Pedroche poco después de separarse de Sebastián Garcilaso
de la Vega. A lo largo del testamento aparecen numerosos nombres de parientes
directos e indirectos de su familia,
incluso, como era natural, el de su hijo, Inca Garcilaso, el cual, al venir a
España el año 1560 (nunca más se volvieron a ver, y su padre acababa de morir),
le dejó a su madre el disfrute de una encomienda que poseía en el Cuzco, la
ciudad donde ella nació, vivió y murió. De su marido, JUAN DEL PEDROCHE, apenas
se conoce nada, pero vivieron juntos hasta que la muerte los separó, e Isabel
hace constar que lo nombra albacea de ese testamento que comienza así: "En
el nombre de Dios, amén: Sepan cuantos este testamento vieren que yo, Isabel
Suárez Inca (era su nombre habitual), natural de la ciudad del Cuzco,
hija legítima de Gualpe Topa y de Cusi Chimbo, mujer legítima que soy de Juan
del Pedroche, estando enferma del cuerpo (solo tenía unos 50 años) y
sana de voluntad, y en todo mi juicio natural, creyendo firmemente en la
Santísima Trinidad y en la Santa Iglesia de Roma, hago mi testamento en la manera
siguiente:…".
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