miércoles, 11 de noviembre de 2020

(Día 1264) Todos se preparaban para la lucha, tanto Francisco Hernández Girón como sus contrarios, Alonso de Alvarado y los oidores de la Audiencia, quienes asignaron cargos, entre otros, a PABLO DE MENESES y a MELCHOR VERDUGO, que no lo aceptó.

 

     (854) Allá en Potosí, Alonso de Alvarado, tras zanjar como pudo el problema de los que habían tenido responsabilidades en el alzamiento de Castilla, Guzmán y Godínez,  empezó a prepararse para la lucha contra Francisco Hernández Girón. En la Audiencia de Lima se tomaron también medidas, incluso algunas de carácter legal destinadas a calmar a la gente: "Pocos días después, le llegaron a Alvarado dos provisiones de los oidores de Lima: en una, mandaban suspender por dos años la disposición que prohibía el servicio personal de los indios, y las demás que habían provocado el descontento de los vecinos y soldados, pues sabían muy bien que era eso lo que alteraba aquellas tierras, y no la mala voluntad de sus moradores; en la otra provisión, nombraban al mariscal Alonso de Alvarado capitán general de aquella guerra contra Girón. De inmediato, nombró capitanes, y le ofreció el cargo de maestre de campo a Gómez de Alvarado, pero no lo aceptó porque lo pretendía un cuñado del mismo mariscal, hermano de su mujer, que se llamaba Don Martín de Avendaño, y el mariscal le concedió la plaza por insistencia de su mujer, aunque contra su voluntad, pues era muy mozo y tenía muy poca o ninguna experiencia militar; pero lo decidió así por no tener conflictos en su casa. Pidió a los curacas (caciques) que aportasen muchas provisiones para los soldados, y unos nueve mil indios para llevar cargas cuando el ejército se pusiese en marcha".

     Por su parte, también Francisco Hernández Girón aceleraba sus preparativos: "Envió a Tomás Vázquez con cincuenta soldados a Arequipa para que tomase la ciudad y pidiese a los de su cabildo que lo nombrasen (a Girón) capitán general y justicia mayor del Perú, como lo habían hecho en el Cuzco. Después de hacer de su bando a Francisco Núñez con caricias y halagos, aunque podía más el miedo que los beneficios, lo envió con Juan Gavilán y otros cuarenta soldados a la ciudad de Huamanga, para que hiciese allí lo mismo que Tomás Vázquez en Arequipa, pues las dos ciudades habían mostrado simpatía con su alzamiento enviándole embajadores. Pero, en realidad, Francisco Hernández Girón lo hizo más por hacer creer a todo el Perú que aquellas ciudades se habían pasado a su bando, que por esperar que le iban a conceder lo que les pedía, pues bien sabía que las dos se habían apartado de todo lo que le habían prometido y ofrecido con sus mensajeros. Sus capitanes llevaban también cartas para personas particulares, y él les pidió a los del cabildo del Cuzco que también les enviasen mensajes a las dos ciudades apoyando su alzamiento, y a la villa de la Plata, y, por su parte, escribió, además, a muchos vecinos de las Charcas, al mariscal Alonso de Alvarado y a su mujer, Doña Ana de Velasco. Cosas que son más para reír que para hacer caso de ellas, de manera que ninguno le respondió".

     Los oidores, viendo que Francisco Girón iba cogiendo cada vez más fuerza y que sus partidarios aumentaban, hicieron los nombramientos del ejército que estaban formando. El puesto clave de maestre de campo se lo confiaron a Pablo de Meneses. Designaron como capitanes de caballería a Don Antonio de Ribera, Diego de Mora, Melchor Verdugo y Don Pedro Luis de Cabrera. Estos dos últimos rechazaron las propuestas, porque, dice el cronista, "les parecía que merecían ser generales de ejércitos mayores".

 

     (Imagen) Vemos ahora los nombramientos que hicieron los oidores de Lima para enfrentarse al alzamiento de Francisco Hernández Girón. Entre los escogidos estaban PABLO DE MENESES y MELCHOR VERDUGO. Pero Melchor no aceptó el cargo de capitán por creer que merecía un puesto mejor, dando pruebas, una vez más, de su estilo independiente y alocado. A los dos les dediqué sendas imágenes, que necesitan algún retoque. Cuando hablé de Meneses, aludí al serio conflicto que tuvo con Martín de Robles, provocado en los inicios de la rebelión de Don Sebastián de Castilla, poco antes de que este matara a Pedro de Hinojosa. Lo atribuí a cuestiones económicas, pero, en realidad, los soldados rebeldes, para conseguir que Martín de Robles se uniera a ellos, trataron de enemistarlo con Pablo de Meneses mediante la sibilina mentira de que tenía un romance con su mujer. De hecho, se desafiaron a duelo, pero todo se aclaró, e incluso establecieron los dos el compromiso de una futura boda de Meneses con la hija de Robles (entonces una niña). De MELCHOR VERDUGO ya vimos que, como hombre rico, preparó unos barcos y luchó contra Gonzalo Pizarro, aunque a Pedro de la Gasca no le gustó su colaboración por ser anárquica y llena de brutalidades (no es casualidad que, entre sus hombres, estuviera el trastornado Lope de Aguirre). Sabiendo el odio que le tenían  en Panamá, no quiso aceptar sus servicios, y le ordenó que se retirara a Cartagena de Indias. Entonces Verdugo decidió ir a España a pedir el amparo del Rey y que le premiara sus esfuerzos, pero se tenía ya una amplia información de sus andanzas piratescas, muy diferentes a los méritos que alegaba,  por lo que, en diciembre de 1552, le rechazaron sus pretensiones, y, además, se le despojó del Hábito de Santiago que tenía concedido, dato que el cronista Inca Garcilaso no conocía, pues nos acaba de decir que era comendador de dicha orden de caballería. Chasqueado Verdugo, volvió a Perú en el momento preciso del comienzo de la rebelión de Francisco Hernández Girón. Algún tiempo después, se dio la paradoja de que  nombraron caballero de la Orden de Santiago a PABLO DE MENESES, el cual murió en 1557. En esto fue más afortunado MELCHOR VERDUGO, ya que siguió vivo hasta el año 1567.




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