martes, 24 de noviembre de 2020

(Día 1274) La inesperada victoria de Girón creó malestar en la tropa realista, y obligó a los oidores a sustituir a los dos jefes principales por Pablo de Meneses y Don Pedro de Portocarrero.

 

     (864) Por lo que dice el cronista, se ve que los soldados de Meneses huyeron desperdigados: "Como sus hombres escapaban a rienda suelta, se desvió del camino y fue a Chincha con otros tres que le siguieron. Los enemigos, según se retiraban de vuelta, fueron recogiendo cuanto en el camino hallaron, pues los leales a la Corona, por aligerar sus caballos y mulas, lo habían echado, como hacen los navegantes cuando temen ahogarse con la tormenta". Luego cuenta una anécdota que muestra, una vez más, su aprecio por los caballos: "Voy a contar algo que ocurrió en aquellas circunstancias, y se refiere a la lealtad de un caballo que yo conocí. En aquel trance de la huida, se hallaba un caballero del bando de Su Majestad, vecino del Cuzco, y uno de los primeros conquistadores de aquel imperio, que se llamaba Juan Julio de Ojeda. Iban todos huyendo a rienda suelta, y él cayó del caballo, el cual, viéndolo caído, aunque iba corriendo entre más de trescientas cabalgaduras, se paró de repente, sin menearse hasta que su dueño se levantó y subió en él, salvando su vida por la lealtad del caballo, a lo cual se le dio mucha importancia por ser cosa tan rara".

     Está claro que esta primera 'batalla' de Villacurí, que  ganó Francisco Hernández Girón, resultó un levísimo enfrentamiento militar, en el que su victoria se debió a la huida de sus enemigos al verse sorprendidos con su llegada. Pero afectó a la moral de los derrotados, y surgieron problemas en la Audiencia de Lima. Además, ya antes de que ocurriera la humillante desbandada, los capitanes y soldados desconfiaban de la competencia  militar de los dos capitanes generales, el licenciado Santillán y el obispo Loaysa: "Cuando llegó al campamento general la noticia del desbarate de Villacurí, quedaron todos asombrados, porque contaban con la superioridad de Pablo Meneses sobre el enemigo. Los oidores, capitanes y demás consejeros se alteraron mucho, y todos coincidían en que las divisiones de opinión que había entre los dos capitanes generales habían sido la causa de aquella pérdida de la reputación del ejército imperial, aunque sabían que habían ganado en gente, porque muchos del bando del tirano se pasaron al suyo. Por ello, se juntaron todos y acordaron destituir, por provisión real  a los dos capitanes generales, que Pablo de Meneses hiciese el oficio de capitán general, y Don Pedro de Portocarrero fuese maestre de campo. Lo cual también fue criticado por muchos, diciendo que, a un jefe militar que había perdido una batalla como aquella, en lugar de castigarlo, le aumentaban la honra, subiéndole a maestre de campo, en lugar de rebajarlo a la altura de un soldado".

     Se les comunicaron a los dos capitanes generales su destitución, y, aunque la recibieron de muy mala gana, la acataron: "Se ordenó que persiguieran  al tirano rápidamente ochocientos hombres, pero se retrasó la salida tres días, porque también sobre esto hubo muchas discusiones. El licenciado Santillán se disponía a volver a Lima, pero con sus parientes y amigos, que eran muchos, pues casi llegaban a ciento cincuenta personas. Uno de sus amigos le dijo que sería un escándalo que llevase a tantos, pues hasta se pensaría que intentaba rebelarse. Por lo cual, el licenciado despidió a todos, y solo partió con sus criados".

 

     (Imagen) Al preparar su ejército, Alonso de Alvarado nombró, entre sus capitanes, a Juan de Larrínaga Salazar (casado con Francisca de la Mina Medel), quien enderezó su rumbo rebelde pasándose al ejército de Pedro de la Gasca, y permaneció para siempre  fiel a la Corona, llegando a vivir, enriquecido, 95 años. Como ya le dediqué una imagen, toca  hablar de su hijo, LEANDRO DE LARRÍNAGA SALAZAR, el cual, como hombre culto, corrigió el apellido familiar, pues en las crónicas aparece como 'de la Reinaga'. Nació el año 1563 en Osorno (Chile), lo que revela que su padre anduvo también por aquellas tierras, aunque la familia volvió a Lima dos años después. No todos los españoles eran conquistadores. Algunos escogieron caminos menos violentos, como el de los mercaderes, clérigos, letrados y funcionarios. Leandro nació con una clara inclinación intelectual, y, siendo muy joven, inició sus estudios de leyes en San Marcos, la universidad limeña, oficialmente considerada como la primera creada por los españoles en las Indias. No solamente hizo una brillante carrera, sino que, además, se convirtió en una de las figuras principales  de dicho 'templo de la sabiduría', donde alcanzó el grado de doctor (el primer criollo que lo obtuvo), ejerció como catedrático y tomó el mando de la entidad, siendo cinco veces su rector. A lo que se unieron cargos políticos, como el de regidor perpetuo  del cabildo de Lima. Su prestigio le dio acceso a la cercanía de los virreyes, convertido en su consejero, obteniendo así honores como el de caballero de la Orden de Calatrava, y, entre otros cargos, el de abogado oficial de los indígenas. Hay un curioso documento (el de la imagen), redactado el año 1600, en el que se propone como oidor de Tierra Firme (Centroamérica) a LEANDRO DE LARRÍNAGA, abogado de la audiencia de Lima. Se trataba de sustituir al oidor Alonso de la Torre, que tenía más de 70 años,  no veía y llevaba más de ocho meses muy enfermo en la cama. Y lo estaba por la insalubridad de la zona. En el escrito se dice: "Como esta tierra es muy enferma, los que sirven aquí dos años pueden adquirir los méritos de (los que luchan en) Flandes, por las continuas enfermedades y el riesgo de la vida". No se sabe si Leandro se atrevió a ir a semejante infierno. Murió en Lima el año 1624, y su mujer, Juana Cervera de Rivadeneira, en 1653.




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