viernes, 20 de noviembre de 2020

(Día 1271) Seguían escapándosele a Girón soldados. Tuvo sospechas de que le iba a abandonar Nuño Mendiola, y, sin permiso suyo, lo mató el ruin Diego de Alvarado. Llegó de Chile Gaspar de Orense con la noticia de la muerte atroz de Pedro de Valdivia.

 

     (861) Ahora Inca Garcilaso nos traslada, brevemente, a Chile: "Por aquellos días vino de Chile un vecino de la ciudad de Santiago, llamado Gaspar de Orense, con las tristes noticias del levantamiento de los indios araucanos en aquellas tierras, y de la muerte del gobernador Pedro de Valdivia con los hombres que le acompañaban, lo cual  fue muy sentido por todos los del Perú, así como el alzamiento de los indios, que empezó en los primeros días del año 1553, y oí decir que todavía no se ha acabado esa guerra cuando yo estoy escribiendo esta crónica, que es casi en el final del año 1611. Incluso están aquellos indios más soberbios y pertinaces que al principio, por las muchas victorias que han tenido y las ciudades que han destruido. Dios quiera que se le ponga remedio como más convenga a su servicio".

     Francisco Hernández Girón iba retirándose con su tropa, muy inquieto por temer que lo alcanzaran sus enemigos, pero se tranquilizó: "Pasados tres días, los contrarios no daban señales de ir tras él, y supo, además, por sus espías que no se ponían de acuerdo, pues a lo que ordenaban los oidores, se oponían los generales, habiendo en todo confusión, bandos y diferencias. Por lo cual, pudo caminar con más seguridad, mas no por eso dejaron de sucederle enojos con sus mayores amigos. Por simples sospechas de que querían huir, ahorcó a dos de sus mejores soldados. Cuando llegaron al valle de Chincha, abundante de comida, el capitán Nuño Mendiola le dijo que convenía descansar allí tres o cuatro días. Francisco Hernández Girón no quiso admitir el consejo, y no faltaron quienes le dijeron que Mendiola quería pasarse al Rey. Lo  creyó con mucha facilidad, y, acordándose de que su alférez, Gamboa, había huido con Diego de Silva pocos días antes, le dijo a su maestre de campo (el brutal Diego de Alvarado)  que le quitase las armas y el caballo, y le dejase huir adonde quisiese. Pero el maestre de campo le quitó también la vida, y así murió el pobre capitán Nuño Mendiola, al que tal pago le dieron a pesar de haber sido uno de los primeros confederados de Girón". Ya vemos que no era la primera vez que Diego de Alvarado hacía lo mismo sobrepasando los castigos ordenados por Girón, por lo que, o era tonto de remate, o está claro que sabía cómo iba a terminar Mendiola. Había muchos Pilatos entre los cabecillas rebeldes, y así se lavaba también las manos Gonzalo Pizarro con las crueles actuaciones de Francisco de Carvajal.

     A pesar del rigor de los de Girón con los traidores, no faltaban quienes decidieran correr el riesgo: "Algunos huyeron, yendo a donde Pablo de Meneses, y le dijeron que Francisco Hernández Girón iba muy mermado, pues ya casi solo le quedaban trescientos hombres, pero, en realidad, tenía más de quinientos. Con estas noticias, Meneses decidió ir tras ellos para desbaratarlos. Se preocupó al darse cuenta de que no llevaban maíz suficiente para sus cabalgaduras, pero se le ofreció un soldado de los que se le habían huido a Girón, que se llamaba Francisco de Cuevas, para coger mucho maíz de un sitio que él conocía, y Meneses lo envió con una docena de indios con los que traer la carga".

 

     (Imagen) Nos vamos para Chile y volvemos a Perú en una misma imagen. GASPAR DE ORENSE, nacido en Burgos hacia el año 1519, llegó a Perú en 1543, y se puso al servicio de Gonzalo Pizarro antes de que iniciara su rebeldía contra la Corona. Luego fue reclutado por Alonso de Monroy para ir a Chile y luchar bajo el mando de Pedro de Valdivia, llevando una carta de recomendación escrita por Gonzalo Pizarro. Ya incorporado en las tropas chilenas, destacó en la lucha contra los terribles indios araucanos. En 1547, al marchar Valdivia a Perú, Orense sirvió al gobernador interino Francisco de Villagra, quien le confió la misión de apresar al obsesivo conspirador Pedro Sancho de la Hoz, tan multifacético, que hasta escribió, como testigo directo y secretario de Francisco Pizarro, una crónica centrada en el apresamiento y muerte de Atahualpa. En cuanto Gaspar de Orense lo apresó y lo entregó, Villagra ejecutó a Pedro Sancho por ser muy peligroso. Tras vencer junto a La Gasca en Jaquijaguana, volvió a Chile Valdivia, y poco después se deterioraron sus relaciones con Orense, quien, sin embargo, se ganó la confianza de Villagra. Muerto Valdivia, fue enviado Orense a España el año 1554 para defender la causa de Villagra como aspirante a nuevo gobernador de Chile, pues había otros pretendientes. Le acabamos de ver llegando a Lima y dando a los oidores de la Audiencia la noticia de la tragedia de Valdivia. El barco siguió su rumbo, y, en Panamá, fue también él quien se lo comunicó a Doña Marina Ortiz de Gaete, la trágica viuda de Valdivia, que nada sabía de lo ocurrido. El documento que portaba Orense informaba de que "los indios araucanos habían matado desastrosamente a Pedro de Valdivia, y lo tuvieron vivo tres días comiéndolo a bocados". Lo habían martirizado a finales del año 1553, pero cuatro meses después (como se ve en el documento de la imagen) daban en Valladolid los del Consejo de Indias su conformidad para que se ampliaran las competencias de Pedro de Valdivia y se le concediera el Hábito de Santiago. Conocieron la verdad  de su fallecimiento bastante más tarde, que sería confirmada con los documentos que portaba GASPAR DE ORENSE, los cuales sirvieron también para que Francisco de Villagra lograse temporalmente la gobernación de Chile. Un último detalle: los documentos llegaron, pero Gaspar no, porque el barco naufragó frente a la costa española y él se ahogó, a principios del año 1555.




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