(861) Ahora Inca Garcilaso nos traslada, brevemente,
a Chile: "Por aquellos días vino de Chile un vecino de la ciudad de
Santiago, llamado Gaspar de Orense, con las tristes noticias del levantamiento
de los indios araucanos en aquellas tierras, y de la muerte del gobernador
Pedro de Valdivia con los hombres que le acompañaban, lo cual fue muy sentido por todos los del Perú, así
como el alzamiento de los indios, que empezó en los primeros días del año 1553,
y oí decir que todavía no se ha acabado esa guerra cuando yo estoy escribiendo
esta crónica, que es casi en el final del año 1611. Incluso están aquellos
indios más soberbios y pertinaces que al principio, por las muchas victorias
que han tenido y las ciudades que han destruido. Dios quiera que se le ponga
remedio como más convenga a su servicio".
Francisco Hernández Girón iba retirándose
con su tropa, muy inquieto por temer que lo alcanzaran sus enemigos, pero se
tranquilizó: "Pasados tres días, los contrarios no daban señales de ir
tras él, y supo, además, por sus espías que no se ponían de acuerdo, pues a lo
que ordenaban los oidores, se oponían los generales, habiendo en todo
confusión, bandos y diferencias. Por lo cual, pudo caminar con más seguridad,
mas no por eso dejaron de sucederle enojos con sus mayores amigos. Por simples
sospechas de que querían huir, ahorcó a dos de sus mejores soldados. Cuando
llegaron al valle de Chincha, abundante de comida, el capitán Nuño Mendiola le
dijo que convenía descansar allí tres o cuatro días. Francisco Hernández Girón
no quiso admitir el consejo, y no faltaron quienes le dijeron que Mendiola
quería pasarse al Rey. Lo creyó con
mucha facilidad, y, acordándose de que su alférez, Gamboa, había huido con
Diego de Silva pocos días antes, le dijo a su maestre de campo (el brutal
Diego de Alvarado) que le quitase
las armas y el caballo, y le dejase huir adonde quisiese. Pero el maestre de
campo le quitó también la vida, y así murió el pobre capitán Nuño Mendiola, al
que tal pago le dieron a pesar de haber sido uno de los primeros confederados
de Girón". Ya vemos que no era la primera vez que Diego de Alvarado hacía
lo mismo sobrepasando los castigos ordenados por Girón, por lo que, o era tonto
de remate, o está claro que sabía cómo iba a terminar Mendiola. Había muchos
Pilatos entre los cabecillas rebeldes, y así se lavaba también las manos
Gonzalo Pizarro con las crueles actuaciones de Francisco de Carvajal.
A pesar del rigor de los de Girón con los
traidores, no faltaban quienes decidieran correr el riesgo: "Algunos
huyeron, yendo a donde Pablo de Meneses, y le dijeron que Francisco Hernández
Girón iba muy mermado, pues ya casi solo le quedaban trescientos hombres, pero,
en realidad, tenía más de quinientos. Con estas noticias, Meneses decidió ir
tras ellos para desbaratarlos. Se preocupó al darse cuenta de que no llevaban
maíz suficiente para sus cabalgaduras, pero se le ofreció un soldado de los que
se le habían huido a Girón, que se llamaba Francisco de Cuevas, para coger
mucho maíz de un sitio que él conocía, y Meneses lo envió con una docena de
indios con los que traer la carga".
(Imagen) Nos vamos para Chile y volvemos a Perú en una misma imagen. GASPAR DE ORENSE,
nacido en Burgos hacia el año 1519, llegó a Perú en 1543, y se puso al servicio
de Gonzalo Pizarro antes de que iniciara su rebeldía contra la Corona. Luego
fue reclutado por Alonso de Monroy para ir a Chile y luchar bajo el mando de
Pedro de Valdivia, llevando una carta de recomendación escrita por Gonzalo
Pizarro. Ya incorporado en las tropas chilenas, destacó en la lucha contra los
terribles indios araucanos. En 1547, al marchar Valdivia a Perú, Orense sirvió
al gobernador interino Francisco de Villagra, quien le confió la misión de
apresar al obsesivo conspirador Pedro Sancho de la Hoz, tan multifacético, que hasta
escribió, como testigo directo y secretario de Francisco Pizarro, una crónica centrada
en el apresamiento y muerte de Atahualpa. En cuanto Gaspar de Orense lo apresó
y lo entregó, Villagra ejecutó a Pedro Sancho por ser muy peligroso. Tras
vencer junto a La Gasca en Jaquijaguana, volvió a Chile Valdivia, y poco
después se deterioraron sus relaciones con Orense, quien, sin embargo, se ganó
la confianza de Villagra. Muerto Valdivia, fue enviado Orense a España el año
1554 para defender la causa de Villagra como aspirante a nuevo gobernador de
Chile, pues había otros pretendientes. Le acabamos de ver llegando a Lima y
dando a los oidores de la Audiencia la noticia de la tragedia de Valdivia. El
barco siguió su rumbo, y, en Panamá, fue también él quien se lo comunicó a Doña
Marina Ortiz de Gaete, la trágica viuda de Valdivia, que nada sabía de lo
ocurrido. El documento que portaba Orense informaba de que "los indios
araucanos habían matado desastrosamente a Pedro de Valdivia, y lo tuvieron vivo
tres días comiéndolo a bocados". Lo habían martirizado a finales del año
1553, pero cuatro meses después (como se ve en el documento de la imagen) daban
en Valladolid los del Consejo de Indias su conformidad para que se ampliaran
las competencias de Pedro de Valdivia y se le concediera el Hábito de Santiago.
Conocieron la verdad de su fallecimiento
bastante más tarde, que sería confirmada con los documentos que portaba GASPAR
DE ORENSE, los cuales sirvieron también para que Francisco de Villagra lograse temporalmente
la gobernación de Chile. Un último detalle: los documentos llegaron, pero
Gaspar no, porque el barco naufragó frente a la costa española y él se ahogó, a
principios del año 1555.
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