lunes, 24 de febrero de 2020

(Día 1039) Fracasó un plan para matar a los oidores y liberar al virrey. Solo castigaron a Alonso de Barrionuevo.


     (629) Inca Garcilaso se compadece del virrey, y después da algunos datos de quienes acaban  de aparecer en su narración: "Ciertamente da mucha lástima que a un príncipe (el virrey), elegido para gobernador de un imperio como el Perú, le causasen tantas tribulaciones y angustias la mayoría de los suyos. El padre fray Gaspar de Carvajal, de quien se ha hecho mención, fue aquel religioso que contradijo a Francisco de Orellana cuando se rebeló contra Gonzalo Pizarro (sin embargo, al Rey le pareció bien) en la expedición de la Canela (por el Amazonas), y se quedó en la isla de la Trinidad (terminado el viaje), y de allí se volvió a Perú, donde contaba largamente los trabajos que en aquel descubrimiento vio y padeció. Al caballero Don Juan de Mendoza, de quien asimismo he hecho mención, y al que conocí como vecino en el Cuzco, le ocurrió una cosa extraña en México antes de que fuera al Perú con el famoso Don Pedro de Alvarado. Jugando a las cañas en una fiesta solemne, como se suele hacer, tiró una cañuela para mostrar su destreza, y, cuando ponía su fuerza para arrojarla, el caballo paró de golpe, y él, que era muy alto de cuerpo, pero flojo de piernas, y no tan buen jinete como presumía, salió por el pescuezo del caballo adelante, quedándosele los pies en los estribos, y puso las manos en el suelo para no dar en tierra con el rostro. Corrió peligro de perder la vida, de no ser socorrido rápidamente por los circundantes, a muchos de los cuales oí este cuento, y entre ellos estaba Garcilaso de la Vega, mi señor padre. Pedóneseme la digresión sobre esto tan raro".
     Por entonces volvieron a Lima el capitán Alonso de Montemayor y quienes habían salido con él  para unirse a los que perseguían al padre Loaysa. Los oidores tomaron la decisión de detenerlos por considerarlos amigos del virrey: "A ellos y a algunos capitanes del virrey, los pusieron presos con los que habían venido del Cuzco (huyendo de los de Gonzalo Pizarro). Viéndose tan maltratados, determinaron matar a los oidores y soltar al virrey. El plan era disparar ciertos arcabuzazos, y que el sargento Francisco de Aguirre, con cierta gente de la guardia del licenciado Cepeda, lo matase. Se pondrían arcabuceros en las entradas de la plaza, por donde forzosamente habían de acudir  el licenciado Tejada y el licenciado Álvarez a la casa de Cepeda al oír aquellos disparos, y, entonces, los matarían, y luego pondrían la ciudad de Lima al servicio del Rey".
    Es significativo que ni siquiera mencione al licenciado Pedro Ortiz de Zárate, también oidor de la Audiencia, lo que indica que para todos era evidente su absoluta fidelidad al virrey. Pero el plan se fue a pique, como suele ocurrir cuando hay muchos enterados: "Lo cual habría sido muy fácil de hacer, si un vecino de Madrid, a quien se había dado parte del negocio, no se lo descubriera al licenciado Cepeda una hora antes durante la noche en que se había de efectuar. Cepeda, con gran presteza. ordenó prender a los cabecillas del motín, que fueron Don Alonso de Montemayor, Pablo de Meneses, el capitán Cáceres, Alonso de Barrionuevo y algunos criados del virrey. Condenaron a muerte a Alonso de Barrionuevo, aunque luego lo dejaron en cortarle la mano derecha, porque hallaron que había sido el promotor de la conspiración (todo esto confirma lo que vimos no hace mucho en su expediente de méritos)".
    
     (Imagen) Quítense sus señorías el sombrero, porque vamos a hablar de FRAY GASPAR DE CARVAJAL. Hay que imaginárselo, en aquel ambiente brutal de los conquistadores, sufriendo tanto como ellos y dedicado en cuerpo y alma a regalarles a los indios lo que él más amaba: su fe. Nació el año 1500 en Trujillo, por lo que tuvo que corretear de niño con Hernando, Gonzalo y Juan Pizarro. Ingresó en la Orden de los Dominicos, renunciando a ser un militar heroico para convertirse en un fraile heroico.  Partió hacia las Indias en 1536, con ocho compañeros, y pronto fundaron en Lima el primer convento dominico de Perú. Se incorporó como capellán de la expedición que salió en 1541 hacia el Amazonas bajo el mando de su, sin duda, gran amigo Gonzalo Pizarro, lo que ocurrió poco antes de que asesinaran a su hermano Francisco Pizarro. En una situación desesperada, Francisco de Orellana fue río abajo buscando alimentos, y no regresó. Fray Gaspar, que iba con él, se lo reprochó como una traición, que después de su gran hazaña dejó de tener importancia. Carlos V aceptó las explicaciones de Orellana. Y hasta fray Gaspar pareció bendecirle en el largo título de la crónica que escribió sobre el viaje: "Relación del nuevo descubrimiento del famoso Río Grande que desde su nacimiento hasta el mar descubrió el Capitán Orellana en unión de cincuenta y seis hombres". Luego el reverendo volvió a Lima. Se dedicó durante años a una agotadora actividad evangelizadora en las tierras de Tucumán, superando con creces las conversiones que se obtenían habitualmente. Ejerció con sincero interés su cargo de Protector de los Indios, defendiéndolos frente a los abusos que sufrían, en la misma línea que su compañero fray Bartolomé de las Casas. En 1557 fue nombrado provincial de todos los dominicos del Perú. Ya octogenario, FRAY GASPAR DE CARVAJAL murió el año 1584 en su convento de Lima, teniendo el funeral una asistencia multitudinaria, como justo homenaje a alguien tan excepcional.



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