martes, 11 de febrero de 2020

(Día 1028) Varios capitanes que estaban en el Cuzco, decepcionados por las intenciones de Gonzalo Pizarro, huyeron a Arequipa. De allí pasaron a Lima, y se encontraron con que al virrey lo habían apresado los oidores con la intención de enviarlo a España.


     (618) Lamento que tengamos que despedirnos de Pedro Cieza de León porque me ha sido imposible encontrar el resto de su crónica sobre las Guerras Civiles. Seguiremos con otros cronistas, y en la imagen explico cómo lo haré. Va a ser fundamental recurrir inicialmente a Inca Grcilaso de la Vega. Así pues, haciendo un pequeño remiendo sobre lo último que nos ha contado Cieza, sigo de la manita de Garcilaso, aquel excepcional mestizo. Recordemos que Jerónimo de la Serna y Antonio de Cáceres tuvieron la osadía y la habilidad de apoderarse en el puerto de Arequipa de dos navíos que eran de Gonzalo Pizarro, y se fueron con ellos a Lima para ponerse bajo el mando del virrey Blasco Núñez Vela, quien los recibió con entusiasmo. Nos cuenta Inca Garcilaso que después otros tuvieron la misma idea, pero sin saber que los barcos ya habían sido secuestrados. Y da el nombre de varios de ellos: "Sucedió  que los vecinos del Cuzco que habían seguido a Gonzalo Pizarro,  viendo que sus intenciones eran muy diferentes a lo que ellos querían, pues nunca imaginaron pedir justicia con las armas en la mano, acordaron huirse de él. Los principales fueron Gabriel de Rojas, Garcilaso de la Vega (padre de Inca Garcilaso), Juan de Saavedra, Gómez de Rojas, Jerónimo Costilla, Pedro del Barco, Martín de Florencia, Jerónimo de Soria, Gómez de León, el licenciado Carvajal, Alonso Pérez Esquivel, Pedro Pizarro y Juan Ramírez. En total eran unos cuarenta, y yo conocí a muchos de los nombrados".
     Se fueron a Arequipa porque allí creían que estaban los navíos de Gonzalo Pizarro, con los que pensaban irse a Lima para servir a Su Majestad. Al llegar, se enteraron de lo que había ocurrido con los navíos: "Viendo burladas sus esperanzas, y no hallando otro camino seguro, se pusieron a hacer un barco grande. Tardaron en hacerlo cuarenta días, pero, como los oficiales no eran maestros ni la madera adecuada, se iba al fondo con la carga que había de llevar". Echándole valor, y a la desesperada, porque podían sorprenderles los hombres de Pizarro, decidieron hacer el recorrido por tierra, y les salió bien el intento,  aunque se encontraron en Lima con algo muy preocupante: los de la Audiencia habían apresado al virrey, embarcándolo después con destino a España.
     Inca Garcilaso se lamenta por esta mala suerte: "Este retraso fue lo que causó la desgracia del virrey y de los vecinos que le acataban. Pues, si estos caballeros hubiesen llegado a tiempo desde Arequipa, habrían ocurrido las cosas de muy otra manera. Ya que, viendo los vecinos en Lima que hombres tan principales del Cuzco negaban a Gonzalo Pizarro y venían a ayudar a Blasco Núñez, perderían el miedo que a Gonzalo le tenían, y no prenderían al virrey. Pero, como otros autores dicen, lo prendieron y embarcaron por puro miedo de que Gonzalo Pizarro matara al virrey si lo hallaba en Lima. Una vez preso y embarcado, muchos vecinos se desperdigaron, y cada uno fue adonde le pareció que aseguraba su vida". Cuesta creer que ese fuera el verdadero motivo. Se diría, más bien, que los oidores de la Audiencia lo apresaron pensando que, alejado el virrey, ellos podrían asumir toda la autoridad, o, al menos, compartirla con Gonzalo Pizarro.

     (Imagen) Da pena, pero tendremos que abandonar al gran PEDRO CIEZA DE LEÓN, que ya era como de la familia. El motivo es que me ha resultado imposible, por más que he buscado, encontrar la continuación de su extensa crónica. Quizá algún día podamos enlazar de nuevo con él en otro punto de esta historia. En cualquier caso, la narración no va a decaer, porque echaré mano de otros tres cronistas muy interesantes. He empezado ya a servirme de INCA GARCILASO DE LA VEGA (viejo conocido nuestro). Era el más joven de todos y el que más tardó en publicar, pero tiene grandes méritos, como el de ser ameno y cordial. Asimiló como nadie ambas culturas, debido a su mestizaje. Amó las dos, y tuvo una formación extraordinaria por la valía de su padre, Sebastián Garcilaso de la Vega, como gran capitán español de familia noble, y el alto nivel social entre los incas de su madre, Isabel Chimpu Ocllo. También recurriré a AGUSTÍN DE ZÁRATE (ya le dediqué una imagen), quien llegó a Perú precisamente con el virrey Blasco Núñez Vela, y al que Inca Garcilaso cita literalmente con frecuencia. La categoría de Zárate hizo que Felipe II le encargara la redacción de su extensa crónica. Más adelante, mostraré abundantes textos de alguien verdaderamente peculiar, y hasta misterioso: PEDRO GUTIÉRREZ DE SANTA CLARA. Era hijo, y probablemente mestizo, de Bernardino de Santa Clara, un zaragozano que peleó en México bajo el mando de Hernán Cortés. Pedro dejó su rastro en Perú a partir del año 1543. Como cronista, escribió la obra llamada Quinquenios, relativa a las guerras civiles de Perú, de forma extensa y minuciosa. Es posible que copiara de otros cronistas, pero lo sazona como nadie, y, además, batalló por aquellas tierras a las órdenes del virrey Blasco Núñez Vela. Aunque tuvo algún cambio de bando, siempre trató de mostrarse imparcial. Solo me queda mandarle un adiós (o hasta la vista) agradecido al gran PEDRO CIEZA DE LEÓN.





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