(617) Vela Núñez, mientras
tanto, continuaba su marcha hacia Lima. Cieza nos habla de su temor a que
Gonzalo Díaz lo persiguiera para matarlo. Explica también cuál era su
pensamiento sobre las ordenanzas (más moderado que el de su hermano, el
virrey), y añade un dato revelador de que Vela Núñez, a diferencia del virrey,
sobrevivió tras ser derrotados por Gonzalo Pizarro: "Él habría querido que
el virrey hubiese suspendido las ordenanzas, para evitar los grandes alborotos
que había por todas partes. Pero, también, la maldad de la gente le hacía
suponer que, aunque las suspendiera, no cesarían los tumultos. Estas y otras
cosas me dijo a mí Vela Núñez en la ciudad de Cali cuando quería yo informarme
de estos asuntos (eso tuvo que ocurrir antes de que el virrey fuera
asesinado)".
En cuanto llegó a Lima, Vela Núñez le contó al virrey lo que había
pasado. Se llevó un gran disgusto por la huida de los traidores, exclamando en
privado que aquella era una tierra maldita, en la que el atrevimiento de muchos
a rebelarse contra el Rey era tan grande, que resultaba increíble:
"Diciendo esto, salió fuera dando a entender que no recibía pena de la huida de Gonzalo Díaz,
e dijo que los traidores estarían mejor fuera de la ciudad que dentro de ella.
Pero, cuando lo supieron en la ciudad, fue muy grande el alboroto, y,
aunque a muchos les pesase, otros se
alegraban en gran manera, tanto vecinos como soldados, diciendo: 'Ahora
vendrá Pizarro, será gobernador, no
tendremos Audiencia ni limitaciones en nuestros indios ni ordenanzas, e Blasco
Núñez Vela habrá de volverse a España".
Luego el virrey reunió a los oidores, a los capitanes, y a su gente
principal para deliberar sobre lo ocurrido. A todos les dio ánimos y despreció
al enemigo por ser más débil de lo que parecía. Pero el temor a las deserciones
seguía latente: "Se pensaba enviar a Diego Álvarez de Cueto (cuñado del
virrey) para que, con gente ligera de a caballo, fuesen hasta Chincha para
proteger al capitán Garcilaso de la Vega, a Diego de Rojas y a los que les
acompañaban, porque venían huyendo. Pero, aunque Cueto estaba preparado para
ir, temiendo que algunos desertasen, mandaron que no fuese".
Todo iba a desembocar en una guerra. El virrey organizó a sus hombres:
"Se hizo alarde general de la tropa, y, solamente de hombres de infantería,
había más de quinientos. Se nombró capitán de la compañía que había mandado
Gonzalo Díaz a Jerónimo de la Serna, de lo cual se resintió Manuel Estacio.
Dijo que, habiendo Gonzalo Díaz negado como traidor al Rey la lealtad que le
debía, y siendo él su alférez, tenía que sucederle en el cargo de capitán, pues
su persona no era de tan poco valer que no lo mereciese. Y, con grande enojo,
diciendo que bandera de traidor (la de Gonzalo Díaz) no había de estar
en el campo leal, la arrastró por la plaza. El virrey le dijo a Manuel de
Estacio que no se molestase, pues, cuando hubiera más gente, él también sería
capitán, pero todavía mostró Estacio su enfado. El factor Illán Suárez de
Carvajal había enviado con un esclavo negro una carta secreta a su hermano, el
licenciado Benito Suárez, pero no eran en deservicio del Rey, pues, cuando
murió el licenciado, yo vi en el Cuzco esa carta cifrada, la cual solo contenía
exhortaciones para que el licenciado dejase de estar en compañía de Gonzalo
Pizarro, y viniese a juntarse con el virrey para servirle".
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