lunes, 17 de febrero de 2020

(Día 1033) El virrey tuvo sospechas injustificadas de que el factor Illán Suárez le iba a traicionar. Lo apresó, discutió con él y lo mató. Luego los oidores apresaron al virrey.


     (623) A pesar de que, al descifrarse la carta del hermano del factor Illán Suárez de Carvajal, quedó claro que el texto no probaba que tuvieran intenciones de favorecer a Gonzalo Pizarro, el virrey lamentó no poder demostrarlo, y mantuvo vivas sus sospechas.  Ocurrió luego algo que, de manera temeraria, lo interpretó como una confirmación. Diego de Urbina tenía comprobado que muchos soldados habían desaparecido de Lima, y se lo dijo al virrey: "Al  saberlo, se alteró mucho, y, tras revisar casa por casa, averiguó quiénes eran los que faltaban. Como, entre otros, se hallaban ausentes Diego de Carvajal, Jerónimo de Carvajal y Francisco de Escobedo, sobrinos del factor, de quien ya sospechaba que favorecía los negocios de Gonzalo Pizarro, tuvo por cierto que sus sobrinos habían huido por su mandato, o que, al menos, no pudo haber ocurrido sin que tuviera noticia de ello. Envió el virrey a Vela Núñez, su hermano, con ciertos arcabuceros, para que fuesen a apresar al factor. Tras hacerlo, lo llevaron a la posada del virrey. Entrando el factor por la puerta, le dijo el virrey: 'O sea, traidor, que habéis enviado a vuestos sobrinos a servir a Gonzalo Pizarro'. El factor le respondió: 'No me llame vuestra señoría traidor'. Dicen que el virrey le replicó: 'Juro a Dios que sois traidor al Rey'. A lo cual, el factor dijo: 'Juro a Dios que soy tan buen servidor al Rey como vuestra señoría".
     Y el explosivo Blasco Núñez Vela se descontroló: "Por lo cual el virrey se enojó tanto, que arremetió contra él poniendo mano  a una daga. Algunos dicen que le hirió con ella por los pechos, aunque él afirmaba no haberle herido, sino que sus criados y alabarderos, viendo cuán desacatadamente le había hablado, le hicieron tantas heridas con sus armas, que lo mataron, sin que pudiese confesarse ni hablar palabra alguna'. Esto sucedió el día trece de septiembre de mil quinientos cuarenta y cuatro". Luego sacaron el cuerpo con la mayor rapidez y disimulo posible para que no se produjeran alborotos, y lo enterraron en la iglesia.
     Aquel crimen fue un disparate absoluto, del que el virrey se arrepintió, pero a algunos les sirvió para justificar otro despropósito: "Y así, al cabo de tres días, cuando los oidores prendieron al virrey, una de las primeras cosas que hicieron al comenzar su proceso fue averiguar la causa de la muerte del factor. Sabiendo que le habían llevado a la casa del virrey y que nunca más había aparecido, lo desenterraron y vieron las heridas que tenía. Conocida esta muerte por el pueblo, causó muy grande escándalo, porque todos sabían cuánto había favorecido el factor las cosas del virrey, especialmente en el interés que puso para que fuese reconocido como tal en la Ciudad de los Reyes, contra el parecer de la mayoría de los regidores. La muerte del factor causó luego la total caída del virrey, porque los suyos tomaron tanto miedo de su condición por haber hecho aquella muerte tan precipitada y poco pensada, que todos le huían y se escondían para no aparecer delante de él. Y sus contrarios tomaron más ánimo y atrevimiento para justificar su oposición a él".

     (Imagen) Uno de los que huyeron de Gonzalo Pizarro para ponerse al servicio del virrey fue MANCIO SIERRA DE LEGUIZAMÓN, cuyo segundo apellido denota una ascendencia vasca. Nació en Pinto (Madrid) hacia el año 1500. Tuvo una vida fuera de lo común, especialmente viviendo en tierras tan peligrosas. Falleció en 1589, y, durante su larga permanencia en las Indias, siempre sirvió sin fisuras a la Corona, cosa bien rara durante las guerras civiles. Otra 'rareza' suya fue la implacable denuncia que hizo en su testamento contra el mal ejemplo que se daba a los indios (a los que, sin duda, idealiza), de lo que él mismo se sentía culpable: "Hemos corrompido a gente de tanto gobierno como estos naturales, y tan quitados de cometer delitos, ni excesos, así hombres como mujeres. Cuando vieron que entre nosotros había ladrones, y hombres que incitaban a pecar a sus mujeres e hijas, nos tuvieron en poco; y habiendo venido este reino a tal rotura en ofensa de Dios entre los naturales, por el mal ejemplo que les hemos dado, suplico a mi Dios me perdone mi culpa. Soy el postrero que muero de todos los descubridores y conquistadores, y quiero así descargar mi conciencia". En la imagen aparece parte de su relación de méritos al servicio del Rey (la presenta un hijo suyo). Después de andar luchando por Veragua (junto a Panamá), llegó a Perú con Diego de Almagro en 1534, cuando ya estaba preso Atahualpa. Su vida entera fue un continuo pelear, hasta su vejez, y se enfrentó a todos los rebeldes, incluso al propio Almagro. Luchó contra Gonzalo Pizarro y contra Francisco Hernández Girón. Era sumamente respetado por su impresionante historial, y hasta batalló, ya muy anciano, bajo el mando del virrey Francisco de Toledo, contra una rebelión general de los indios. Tuvo doce hijos de cuatro mujeres, siendo la primera Beatriz Manco Cápac, hermana de Atahualpa. Bien se puede decir que MANCIO SIERRA DE LEGUIZAMÓN fue "el último de los viejos conquistadores de Perú".



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