viernes, 21 de febrero de 2020

(Día 1037) Los oidores quisieron embarcar al virrey para que lo llevaran preso a España, pero su cuñado, que estaba al mando de la nave, se negó rotundamente. La tensión alcanzó un nivel muy peligroso.


     (627) El siguiente paso que dieron los oidores fue bastante sensato, aunque cuesta creer que el Rey aceptara lo que acababan de hacer: "Luego se decidió que el virrey se embarcase, y fuese a España, porque, si Gonzalo Pizarro le hallase preso, lo mataría, y también temían que algunos de los parientes del factor Illán Suárez de Carvajal le habían de matar en venganza de su muerte, pues, de cualquier forma, se les echaría a ellos la culpa del daño. Andaban tan confusos, que no se entendían, y mostraban pesarles lo que habían hecho. Nombraron Capitán General al licenciado Cepeda, y llevaron al virrey al mar, con determinación de ponerle en un navío. Pero no lo pudieron hacer con facilidad".
     Tuvieron problemas porque el cuñado del virrey, Diego Álvarez Cueto, estaba al mando de la flota allí anclada, y, en cuanto vio llegar aquel tumulto de gente con el virrey preso, dio orden de que se cogieran todos las bateles de las naves. Los oidores enviaron en balsas a fray Gaspar de Carvajal, acompañado de otros, para decirle a Álvarez Cueto que, si entregaba la armada y a los hijos de Francisco Pizarro, ellos le entregarían al virrey en un navío, y que, si no la hacía, correría peligro: "Tras oírle al religioso, Diego Álvarez Cueto (en presencia del licenciado Vaca de Castro, que allí estaba preso), viendo el peligro en que quedaba el virrey, echó en tierra en las mismas balsas a los hijos del Marqués, a Don Antonio de Ribera y a su mujer. Pero, por entonces, los oidores no cumplieron lo que habían prometido, amenazando, incluso, que, si no entregaba la armada, le cortarían la cabeza al virrey".
     Hubo varios intentos de arreglo por parte del capitán Vela Núñez, hermano del virrey, pero fueron inútiles. Además, no solo se oponía a entregar la armada Álvarez Cueto, sino que estaba completamnente en contra el vasco Jerónimo de Zurbano, que se ocupaba del mando de todos los soldados, y, además, de los marineros, que también eran vascos: "Los capitanes de los navíos, sabiendo que tenían provisiones suficientes para permanencer en la mar largo tiempo, determinaron salir del puerto de la Ciudad de los Reyes, y andar por aquella costa hasta que viniese algún despacho de Su Majestad ordenando lo que habían de hacer. Considerando que no tenían suficientes marineros para gobernar los diez navíos que estaban en su poder, y que era necesario  no dejar allí ninguno, para evitar que les siguiesen, pusieron fuego a los cuatro navíos más pequeños (y a dos barcos de pescadores que estaban varados en la costa), y, con los seis restantes, se hicieron a la vela, llevando consigo al licenciado Vaca de Castro. Llegaron a Guaura, y determinaron esperar allí hasta ver en qué terminaba la prisión del virrey. Entendiendo esto los oidores, determinaron enviar gente por mar y por tierra para hacerse con los navíos de cualquier manera posible. Encargaron reparar los dos barcos de pescadores, que no se habían quemado del todo, a Diego García de Alfaro, que era muy práctico en las cosas de la mar. Habiéndolos dispuesto, se metió en ellos con hasta treinta arcabuceros, y se fue por la costa abajo. Por tierra enviaron a Don Juan de Mendoza y a Ventura Beltrán con otra cierta gente".

     (Imagen)  Le vemos ahora a VENTURA BELTRÁN obedeciendo a los oidores para ir a apoderarse de unas naves, con el fin de dejar preso en ellas al virrey, aunque, sometido como todos en aquellas guerras civiles a la ley del péndulo, había estado antes a  sus órdenes, y, además, recomendado por el Rey. Seguirá dando bandazos hasta que, finalmente, se decantará por la lealtad a la Corona. Parece ser que nació en Arévalo. El año 1531 dejó un rastro de mal pagador (que se repitió en otras ocasiones) ya que se dio orden de retenerle algún dinero en San Juan de Puerto Rico. Su implicación con los pizarristas le facilitó servir a Vaca de Castro en la guerra de Chupas, porque se libraba contra Diego de Almagro el Mozo, pero tuvo la sensatez de abandonar a Gonzalo Pizarro en la batalla de su derrota y muerte. Parece ser que ejerció algún trabajo como funcionario, y, de hecho, escribía bien. La imagen muestra su estética firma, y estaba al pie de una carta que le escribió al Rey (cosa lejos del alcance de un simple soldado, salvo raras excepciones, como la del gran Bernal Díaz del Castillo). Además, se atreve en ella a explicarle lo que en verdad ocurrió en la batalla de Chupas. Confirma un asunto que deja en mal lugar a Vaca de Castro. Es cierto que el entonces gobernador tuvo mucho mérito al acabar con los almagristas rebeldes. Pero algunos cronistas dijeron que cometió un error garrafal. Ventura Beltrán, sin hacerle un reproche directo, lo deja bien claro: "Era tan dudosa la victoria, que, si el gobernador Vaca de Castro no nos socorriera con la gente que para su guardia y compañía había apartado, no sé quién se llevara la victoria aquel día". Lo que se calla es que el gobernador tenía a su lado los mejores capitanes, y fue uno de ellos el que se hartó de ser espectador, se lanzó a la batalla y arrastró a los demás. La cobardía de Vaca de Castro les pudo haber costado muy cara. VENTURA BELTRÁN falleció en España en año 1555.





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