martes, 18 de febrero de 2020

(Día 1034) El virrey se arrepintió de haber matado a Illán Suárez de Carvajal, pero se amparaba en disculpas ridículas. Se hizo más impopular, y le angustió también que Gonzalo Pizarro se acercaba a Lima.


     (624) Inca Garcilaso copia un párrafo escrito por el cronista Diego Fernández el Palentino (a quien le voy a dedicar una imagen), en el cual describe muy bien el arrepentimiento del virrey por haber matado al factor Illán Suárez de Carvajal. Resulta curioso que Diego Fernández nos muestre de él una reacción de autodefensa idéntica a la que, muchos años después, describió Shakespeare en el alma atormentada de un rey inglés (de cuyo nombre no me acuerdo). Ya que el acceso a la obra del importante cronista Diego Fernández el Palentino es complicado, voy a recopiar en su honor lo que Inca Garcilaso le copia: "Descolgaron el cuerpo del factor Suárez de Carvajal por un corredor, y lo enterraron junto a una esquina en la iglesia mayor. Cuando se le pasó al virrey el arrebatado ímpetu de la cólera, y se impuso la razón, ciertamente le pesó en todo extremo lo que había hecho, y se tuvo por cierto que lloró por ello. El virrey mandó llamar a algunos vecinos principales, y, disculpándose, afirmó que había tenido bastante motivo para haberle matado, atribuyendo su muerte al desacato de sus palabras. Y les dijo que nadie se escandalizase por ello, pues, si bien o mal lo había hecho, él daría cuenta de ello a Dios y a su Rey. Por lo cual, todo el pueblo se alteró y tomó más indignación contra él. De manera tal, que de esto sirvió ocasión y falsa apariencia para prender después al virrey injustamente, aunque es cierto que le dio muerte al factor sin fundamento alguno. Sintió el virrey mucha pena por lo que hizo, pero maldecía a su hermano porque le había traído al factor, llamándole torpe y bestia, pues conocía su condición y que estaba my alterado. Dijo que, si fuera hombre de entendimiento, no habría cumplido su mandato, fingiendo que no le hallaba hasta que se le hubiera pasado el enojo". Lo dicho: el arte de rebotar hacia otros las culpas.
     El virrey buscaba con desesperación la manera de enfrentarse a lo que se le venía encima, pues sabía que Gonzalo Pizarro había reforzado su ejército y avanzaba hacia Lima. Su enemigo rebosaba entusiasmo, y él, desesperación. Así lo cuenta Inca Garcilaso: "Sabía que muchos de los que estaban con él en Lima mostraban claramente su descontento por la ejecución de las ordenanzas, y que otros lo disimulaban y andaban tibios en su servicio. Viendo que por horas iba empeorando el ánimo de la gente, quiso cambiar su actitud, aunque tarde, y suspender la ejecución de las ordenanzas, imaginando que así se apagaría aquel  fuego que tan encendido iba, y que Gonzalo Pizarro desharía su ejército.Y así, las suspendió por dos años, hasta que el emperador otra cosa mandase. Pero luego anotó en el libro que, como la suspensión era por fuerza, ejecutaría las ordenanzas en cuanto se apaciguase la tierra, lo cual les pareció odioso a todos. Dispuso también que se pudiese matar a Gonzalo Pizarro y a los que traía con él, y prometió dar sus encomiendas a quienes los matasen, cosa que indignó mucho a los del Cuzco, y que no agradó a todos los de Lima. Aquello, antes indignó que aplacó a la gente, por el ánimo obstinado del virrey, y los de Gonzalo Pizarro quedaron más rebeldes en su tiranía. De manera que siguieron caminando hacia Lima con determinación de morir todos en su empeño".

      (Imagen) También DIEGO FERNÁNDEZ DE PALENCIA fue un importante cronista de las guerras civiles de Perú, aunque su trabajo quedó en un segundo plano. Como Inca Garcilaso, tuvo la ventaja de escribir tardíamente, lo que le permitió servirse de lo ya publicado por otros más conocidos.  Nació en Palencia hacia el año 1520. Incorporó el nombre de la ciudad a su apellido para diferenciarse de los muchos 'Diego Fernández' que había en Indias, y, como cronista, se le suele llamar, simplemente, EL PALENTINO. Parecía destinado a ser eclesiástico, pero decidió ir a las Indias para ejercer como funcionario real. El año 1550 figuraba como escribano público en la la ciudad de Lima. Decepcionado por la marcha de sus asuntos, estuvo a punto de volverse a España, pero en 1554 se produjo la rebelión de Francisco Hernández Girón, y el Palentino decidió probar fortuna con las armas, al servicio de Rey, aunque no destacó como militar. Fue derrotado en la batalla de Villacuri bajo el mando del gran Alonso de Alvarado, a quien la humillación llegó a trastornarle de tal manera, que murió sumido en una gran depresión. Pero, poco después, DIEGO FERNÁNDEZ tuvo la alegría de participar en la batalla de Pucará, en la que fue vencido, y después ejecutado, Hernández Girón. Nombrado en 1556 por el virrey de Perú, Andrés Hurtado de Mendoza, historiador y cronista de los reinos de Perú, Diego Fernández se dedicó con entusiasmo a escribir, que era lo suyo, y puso especial interés en narrar lo referente a la rebelión de Gonzalo Pizarro, que él no presenció, y las que se produjeron después, de las que sí fue testigo, e incluso protagonista. Su cargo le dio acceso a mucha documentación que enriqueció considerablemente sus textos, por otra parte, bien escritos, aunque también tuvo que pagar el precio de adornar la figura de sus promotores. DIEGO FERNÁNDEZ EL PALENTINO murió, al parecer en Sevilla (donde publicó su obra), el año 1581.


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