(624) Inca Garcilaso copia un párrafo escrito por el cronista
Diego Fernández el Palentino (a quien le voy a dedicar una imagen), en el cual
describe muy bien el arrepentimiento del virrey por haber matado al factor
Illán Suárez de Carvajal. Resulta curioso que Diego Fernández nos muestre de él
una reacción de autodefensa idéntica a la que, muchos años después, describió
Shakespeare en el alma atormentada de un rey inglés (de cuyo nombre no me
acuerdo). Ya que el acceso a la obra del importante cronista Diego Fernández el
Palentino es complicado, voy a recopiar en su honor lo que Inca Garcilaso le
copia: "Descolgaron el cuerpo del factor Suárez de Carvajal por un
corredor, y lo enterraron junto a una esquina en la iglesia mayor. Cuando se le
pasó al virrey el arrebatado ímpetu de la cólera, y se impuso la razón,
ciertamente le pesó en todo extremo lo que había hecho, y se tuvo por cierto
que lloró por ello. El virrey mandó llamar a algunos vecinos principales, y,
disculpándose, afirmó que había tenido bastante motivo para haberle matado,
atribuyendo su muerte al desacato de sus palabras. Y les dijo que nadie se
escandalizase por ello, pues, si bien o mal lo había hecho, él daría cuenta de
ello a Dios y a su Rey. Por lo cual, todo el pueblo se alteró y tomó más indignación
contra él. De manera tal, que de esto sirvió ocasión y falsa apariencia para
prender después al virrey injustamente, aunque es cierto que le dio muerte al
factor sin fundamento alguno. Sintió el virrey mucha pena por lo que hizo, pero
maldecía a su hermano porque le había traído al factor, llamándole torpe y
bestia, pues conocía su condición y que estaba my alterado. Dijo que, si fuera
hombre de entendimiento, no habría cumplido su mandato, fingiendo que no le
hallaba hasta que se le hubiera pasado el enojo". Lo dicho: el arte de
rebotar hacia otros las culpas.
El virrey buscaba con desesperación la manera de enfrentarse a lo que se
le venía encima, pues sabía que Gonzalo Pizarro había reforzado su ejército y
avanzaba hacia Lima. Su enemigo rebosaba entusiasmo, y él, desesperación. Así
lo cuenta Inca Garcilaso: "Sabía que muchos de los que estaban con él en
Lima mostraban claramente su descontento por la ejecución de las ordenanzas, y
que otros lo disimulaban y andaban tibios en su servicio. Viendo que por horas
iba empeorando el ánimo de la gente, quiso cambiar su actitud, aunque tarde, y
suspender la ejecución de las ordenanzas, imaginando que así se apagaría
aquel fuego que tan encendido iba, y que
Gonzalo Pizarro desharía su ejército.Y así, las suspendió por dos años, hasta
que el emperador otra cosa mandase. Pero luego anotó en el libro que, como la
suspensión era por fuerza, ejecutaría las ordenanzas en cuanto se apaciguase la
tierra, lo cual les pareció odioso a todos. Dispuso también que se pudiese
matar a Gonzalo Pizarro y a los que traía con él, y prometió dar sus
encomiendas a quienes los matasen, cosa que indignó mucho a los del Cuzco, y
que no agradó a todos los de Lima. Aquello, antes indignó que aplacó a la
gente, por el ánimo obstinado del virrey, y los de Gonzalo Pizarro quedaron más
rebeldes en su tiranía. De manera que siguieron caminando hacia Lima con
determinación de morir todos en su empeño".
(Imagen) También DIEGO
FERNÁNDEZ DE PALENCIA fue un importante cronista de las guerras civiles de
Perú, aunque su trabajo quedó en un segundo plano. Como Inca Garcilaso, tuvo la
ventaja de escribir tardíamente, lo que le permitió servirse de lo ya publicado
por otros más conocidos. Nació en
Palencia hacia el año 1520. Incorporó el nombre de la ciudad a su apellido para
diferenciarse de los muchos 'Diego Fernández' que había en Indias, y, como
cronista, se le suele llamar, simplemente, EL PALENTINO. Parecía destinado a
ser eclesiástico, pero decidió ir a las Indias para ejercer como funcionario
real. El año 1550 figuraba como escribano público en la la ciudad de Lima.
Decepcionado por la marcha de sus asuntos, estuvo a punto de volverse a España,
pero en 1554 se produjo la rebelión de Francisco Hernández Girón, y el
Palentino decidió probar fortuna con las armas, al servicio de Rey, aunque no
destacó como militar. Fue derrotado en la batalla de Villacuri bajo el mando
del gran Alonso de Alvarado, a quien la humillación llegó a trastornarle de tal
manera, que murió sumido en una gran depresión. Pero, poco después, DIEGO
FERNÁNDEZ tuvo la alegría de participar en la batalla de Pucará, en la que fue
vencido, y después ejecutado, Hernández Girón. Nombrado en 1556 por el virrey
de Perú, Andrés Hurtado de Mendoza, historiador y cronista de los reinos de
Perú, Diego Fernández se dedicó con entusiasmo a escribir, que era lo suyo, y
puso especial interés en narrar lo referente a la rebelión de Gonzalo Pizarro,
que él no presenció, y las que se produjeron después, de las que sí fue
testigo, e incluso protagonista. Su cargo le dio acceso a mucha documentación
que enriqueció considerablemente sus textos, por otra parte, bien escritos,
aunque también tuvo que pagar el precio de adornar la figura de sus promotores.
DIEGO FERNÁNDEZ EL PALENTINO murió, al parecer en Sevilla (donde publicó su
obra), el año 1581.
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