viernes, 7 de febrero de 2020

(Día 1025) Hubo un enfrentamiento entre Manco Inca y los almagristas a los que había acogido. Lo mataron primero a él, y luego sus indios a ellos. Gonzalo Díaz y otros pensaban traicionar al virrey, matando previamente a su hermano.


     (615) Indica Cieza que los españoles que estaban con Manco Inca tenían allá una vida difícil: "Como le venían noticias a Manco Inca de que todas las provincias estaban sublevadas (contra el virrey), deseaban los españoles en gran manera salir de aquel cruel aunque voluntario destierro que tenían. Manco Inca le preguntaba a Diego Méndez quién era el capitán tan grande y poderoso que había llegado a la Ciudad de los Reyes, y si había de quedar como universal gobernador de Perú. Méndez le respondió que el virrey podría no solamente defenderse de Gonzalo Pizarro, sino incluso castigarle a él y a todos los que le seguían".  
     Esos españoles van a morir, pero la versión que da Cieza no se corresponde con la que escribió en una pequeña crónica Titu Cusi Yupanqui, hijo de Manco, y testigo de los hechos siendo niño (como ya vimos). Titu, quizá falseando la realidad, aseguró que, primeramente, los españoles habían matado a Manco Inca sin ningún motivo. Escuchemos a Cieza: "Me dijo lo que pasó un clérigo llamado Ortún Sánchez de Olabe, quien tenía a su cargo a Paulo Inca, hermano de Manco Inca, y fueron a contárselo muchos indios que se hallaron presentes. Según ellos, Manco Inca les pidió a Diego Méndez y a sus compañeros que fuesen adonde estaba el virrey para suplicarle que no les hiciese ningún daño (a los indios) por la rebelión pasada. Los cristianos le respondieron alegremente que lo harían. Pero después, cuando ya tenían los caballos ensillados, hubo algunas pláticas entre Manco Inca y ellos, las cuales dieron lugar a que Manco Inca mandase a sus gentes que los matasen. Los cristianos, como eran valientes, hicieron mucho daño a los indios, y uno de ellos, llamado Diego Pérez, arremetió contra Manco Inca, y le dio tantas puñaladas, que cayó muerto en tierra (según Titu Cusi, tardó mucho en morir). Hecho esto, los españoles quisieron tomar sus caballos para salir de entre los enemigos, pero, llegando entonces un capitán de los bárbaros con mucha gente, fueron muertos ellos y sus caballos". Y así terminó la historia de los que huyeron para no ser decapitados, como Diego de almagro el Mozo, por orden de Vaca de Castro. Lo único que consiguieron fue vivir (en realidad, sobrevivir) unos tres años más que él.
     Cieza retoma lo que dejó pendiente. Recordemos que el virrey había enviado a Gonzalo Díaz de Pineda al mando de varios hombres (sin imaginar que lo traicionaría) con la misión de apresar o matar a Pedro de Puelles y a los del grupo que iba con él, porque se dirigían al encuentro de Gonzalo Pizarro para unirse a sus tropas. Acompañaban a los de Gonzalo Díaz  otros soldados capitaneados por Juan Velázquez Vela Núñez, hermano del virrey: "Pero Gonzalo Díaz no llevaba aquel propósito, sino que deseaba estar con Gonzalo Pizarro: cosa mal hecha y de gran traición. Llegaron a una iglesia que está en Guayacheri, y, después de haber hecho oración, Gonzalo Díaz tuvo intención de matar a Vela Núñez, habiéndose concertado con Juan de la Torre, Cristóbal de Torres, Juan de Piedrahita, Alonso de Ávila y Jorge Griego".

     (Imagen) Cuando llegue su momento (falta mucho) veremos que el gran Pedro de la Gasca ejecutó a Gonzalo Pizarro. Entonces podré servirme de la gran información epistolar aportada por los protagonistas que el hábil vencedor guardó en sus archivos. Pero también nos irá aclarando hechos sobre la marcha. Y así, por ejemplo, podemos saber ya qué deriva tomó el clérigo ORTÚN SÁNCHEZ DE OLABE. Nos lo acaba de mostrar Cieza actuando con lealtad al virrey, pues puso en el Cuzco sus ordenanzas de cara al público, clavadas en la puerta de la iglesia. Sin embargo, luego se pasó al bando de Pizarro, como lo dejan claro dos cartas que le escribió a finales de 1546, y que terminaron en el archivo de La Gasca. De lo que cuenta se desprende que, además de ser clérigo, se ocupaba de atender una hacienda que poseía Gonzalo en Chuquiabo. Con un estilo muy servil, propio de la época, y acentuado porque sus seguidores lo acataban como Gobernador de Perú, le dice (resumido): "Muchas cartas he escrito a Vuestra Señoría, y de ninguna he recibido respuesta (le contestó tres meses después), aunque siempre he hecho lo que Vuestra Señoría me mandó. En vuestra hacienda hay algún detrimento, pero yo haré presto muchos dineros para ir con ellos a besar las manos de Vuestra Señoría, y saber si desea que siga yo aquí o que vaya adonde pueda mejor servirle. Al presente, estoy muy temeroso de que se revuelva algo, porque no falta gente que provoque alborotos entre los capitanes de Vuestra Señoría, pues no tienen tanta paciencia unos con otros como acá se requiere. Nuestro Señor guarde e prospere como yo deseo la muy ilustre persona y el estado de vuestra señoría". La imagen muestra una Real Provisión (año 1538) presentando a ORTÚN SÁNCHEZ DE OLABE, clérigo presbítero, para un beneficio de la iglesia de la Ciudad de los Reyes. Va dirigida al obispo (de brillantísimo y trágico protagonismo en la conquista de Perú) fray Francisco de Valverde. He subrayado su nombre y el de Ortún.



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