viernes, 29 de noviembre de 2019

(Día 967) Volviendo atrás, Cieza cuenta cómo maltrataron en Lima a Juan Vélez de Guevara cuando, en representación de Vaca de Castro, fue a tomar el mando de la ciudad.


     (557) Nos traslada de súbito Cieza a Lima para contarnos qué pasó cuando Juan Vélez de Guevara llegó a aquella ciudad. Lo había enviado Vaca de Castro porque sabía que Gonzalo Pizarro hablaba allí con mucha soberbia, diciendo que el verdadero gobernador tenía que ser él, como heredero de su hermano Francisco Pizarro. La peliaguda misión de Guevara consistía en asumir todos los poderes políticos de Lima en representación de Vaca de Castro, pues a este, como ya vimos, se los habían reconocido antes entusiasmados, y le habían recibido en la ciudad con grandes agasajos y evidente peloteo. Pero se diría que la llegada de Gonzalo Pizarro había producido un cambio de postura en los limeños de relieve, y, al parecer, buscando con gran descaro el beneficio propio: “Cuando llegó Juan Vélez de Guevara a la ciudad de los Reyes, Gonzalo Pizarro ya había partido. Presentó en el Cabildo el poder que traía del gobernador Vaca de Castro, en el que lo nombraba Teniente y Capitán suyos de aquella ciudad. Al saberlo, el tesorero Alonso Riquelme, el contador Juan de Cáceres, el factor Illán Suárez y los regidores, teniendo en mucho su autoridad en la ciudad, se quejaban públicamente de Vaca de Castro, y protestaban de que, habiendo entre ellos personas de tanta calidad y que miraban con tanto fervor el servicio del Rey, les enviasen por superior a un extranjero, y acordaron entre sí no recibirle. Y sobre esto hubo palabras en el Cabildo, y vino la cosa a tales términos, que el bachiller Vélez de Guevara fue expelido del cargo e lanzado del Cabildo. Y, por no querer hacerlo, pusieron las manos en él y le quebraron la vara de mando que llevaba. Afrentado de esta manera, salió de allí. Como sabían que Vaca de Castro era vengativo e muy iracundo, temían que les viniese algún daño por lo que habían hecho. El contador Juan de Cáceres, no osando aguardar a Vaca de Castro, se fue en una nave a Panamá, y los demás regidores y oficiales estaban con gran temor de  que les sucediese algún mal”.     
    Llama la atención el comportamiento prepotente de los experimentados funcionarios. Del astuto Riquelme y de Suárez ya hemos hablado. Les quedaban pocos años de vida. El que acertó escapando fue Juan de Cáceres, y se vengó de Vaca de Castro, ya que le hizo mucho daño con la documentacion que aportó sobre su gran corrupción económica. Ese desprestigio apagó injustamente el brillo del gran éxito que logró derrotando a Diego de Almagro el Mozo y en sus acertadas decisiones políticas. Cieza no menciona a Francisco de Barrionuevo, de quien ya hemos hablado, pero seguro que seguía al mando de la ciudad en representación de Vaca de Castro, y se supone que adoptaría una postura prudente, porque la situación no era como para reaccionar a las bravas.
     Luego el cronista deja ahí la anécdota para seguir hablándonos de la reacción de los indios contra Diego de Rojas, Felipe Gutiérrez y sus tropas, que va a dar origen a un triste suceso.

     (Imagen) En la imagen anterior cuenta Pablo de Montemayor que él y el capitán PABLO DE MENESES Y HERRERA se adelantaron a atacar al estático ejército de Gonzalo Pizarro en Jaquijaguana, provocando que muchos pizarristas, que ya llevaban tiempo desmoralizados, se pasaran al bando de Pedro de la Gasca, de manera que Gonzalo Pizarro fue derrotado (y luego ejecutado) prácticamente sin que hubiera batalla. Habrá que dedicarle una reseña al también heroico Meseses. Nació en Talavera de la Reina en 1503. Era de familia noble, puesto que el gran Virrey de Perú Francisco de Toledo, hijo de los condes de Oropesa, dijo que “se había criado en casa de mis padres, como pariente suyo que era”. En Perú dio inicialmente algunos bandazos durante las guerras civiles. Estuvo al servicio del virrey Blasco Núñez Vela, pero pronto se pasó al bando del rebelde  Gonzalo Pizarro. Cuando, muerto el virrey, envió Carlos V a Pedro de la Gasca (el nunca suficientemente alabado) , Pablo de Meneses le hizo la guerra, pero solo hasta que su jefe, Pedro de Hinojosa, fue convencido por La Gasca de la locura de aquella rebeldía. Él y muchos de sus hombres, incluido Meneses, acataron su autoridad. Vencido pronto Pizarro, luego Meneses luchó contra el último rebelde, Francisco Hernández Girón. En 1557, y en la catastrófica ortografía de aquellos tiempos, un informe del Consejo de Indias decía que, “bista la relación, Vuesta Majestad Probeerá, pero, abiendo bien servido, parece cosa razonable hazerle merced a Pablo de Meneses del ábito de Santiago que pide”. No lo disfrutó porque murió poco después en Lima. Ni tampoco pudo matrimoniar con María Robles cuando cumpliera los 12 años, compromiso que había adquirido para evitar un duelo con el padre de la niña por disputas económicas. María se casó después con un sobrino y heredero del gran militar PABLO DE MENESES Y HERRERA.



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