(557) Nos traslada de súbito Cieza a Lima para contarnos qué pasó cuando
Juan Vélez de Guevara llegó a aquella ciudad. Lo había enviado Vaca de Castro
porque sabía que Gonzalo Pizarro hablaba allí con mucha soberbia, diciendo que
el verdadero gobernador tenía que ser él, como heredero de su hermano Francisco
Pizarro. La peliaguda misión de Guevara consistía en asumir todos los poderes
políticos de Lima en representación de Vaca de Castro, pues a este, como ya
vimos, se los habían reconocido antes entusiasmados, y le habían recibido en la
ciudad con grandes agasajos y evidente peloteo. Pero se diría que la llegada de
Gonzalo Pizarro había producido un cambio de postura en los limeños de relieve,
y, al parecer, buscando con gran descaro el beneficio propio: “Cuando llegó
Juan Vélez de Guevara a la ciudad de los Reyes, Gonzalo Pizarro ya había
partido. Presentó en el Cabildo el poder que traía del gobernador Vaca de
Castro, en el que lo nombraba Teniente y Capitán suyos de aquella ciudad. Al
saberlo, el tesorero Alonso Riquelme, el contador Juan de Cáceres, el factor
Illán Suárez y los regidores, teniendo en mucho su autoridad en la ciudad, se
quejaban públicamente de Vaca de Castro, y protestaban de que, habiendo entre
ellos personas de tanta calidad y que miraban con tanto fervor el servicio del
Rey, les enviasen por superior a un extranjero, y acordaron entre sí no
recibirle. Y sobre esto hubo palabras en el Cabildo, y vino la cosa a tales
términos, que el bachiller Vélez de Guevara fue expelido del cargo e lanzado
del Cabildo. Y, por no querer hacerlo, pusieron las manos en él y le quebraron
la vara de mando que llevaba. Afrentado de esta manera, salió de allí. Como
sabían que Vaca de Castro era vengativo e muy iracundo, temían que les viniese
algún daño por lo que habían hecho. El contador Juan de Cáceres, no osando
aguardar a Vaca de Castro, se fue en una nave a Panamá, y los demás regidores y
oficiales estaban con gran temor de que
les sucediese algún mal”.
Llama la atención el comportamiento prepotente de los experimentados
funcionarios. Del astuto Riquelme y de Suárez ya hemos hablado. Les quedaban
pocos años de vida. El que acertó escapando fue Juan de Cáceres, y se vengó de
Vaca de Castro, ya que le hizo mucho daño con la documentacion que aportó sobre
su gran corrupción económica. Ese desprestigio apagó injustamente el brillo del
gran éxito que logró derrotando a Diego de Almagro el Mozo y en sus acertadas
decisiones políticas. Cieza no menciona a Francisco de Barrionuevo, de quien ya
hemos hablado, pero seguro que seguía al mando de la ciudad en representación
de Vaca de Castro, y se supone que adoptaría una postura prudente, porque la
situación no era como para reaccionar a las bravas.
Luego el cronista deja ahí la anécdota para seguir hablándonos de la reacción
de los indios contra Diego de Rojas, Felipe Gutiérrez y sus tropas, que va a
dar origen a un triste suceso.
(Imagen) En la imagen anterior cuenta Pablo de Montemayor que él y el
capitán PABLO DE MENESES Y HERRERA se adelantaron a atacar al estático ejército
de Gonzalo Pizarro en Jaquijaguana, provocando que muchos pizarristas, que ya
llevaban tiempo desmoralizados, se pasaran al bando de Pedro de la Gasca, de
manera que Gonzalo Pizarro fue derrotado (y luego ejecutado) prácticamente sin
que hubiera batalla. Habrá que dedicarle una reseña al también heroico Meseses.
Nació en Talavera de la Reina en 1503. Era de familia noble, puesto que el gran
Virrey de Perú Francisco de Toledo, hijo de los condes de Oropesa, dijo que “se
había criado en casa de mis padres, como pariente suyo que era”. En Perú dio
inicialmente algunos bandazos durante las guerras civiles. Estuvo al servicio
del virrey Blasco Núñez Vela, pero pronto se pasó al bando del rebelde Gonzalo Pizarro. Cuando, muerto el virrey,
envió Carlos V a Pedro de la Gasca (el nunca suficientemente alabado) , Pablo
de Meneses le hizo la guerra, pero solo hasta que su jefe, Pedro de Hinojosa,
fue convencido por La Gasca de la locura de aquella rebeldía. Él y muchos de
sus hombres, incluido Meneses, acataron su autoridad. Vencido pronto Pizarro,
luego Meneses luchó contra el último rebelde, Francisco Hernández Girón. En
1557, y en la catastrófica ortografía de aquellos tiempos, un informe del
Consejo de Indias decía que, “bista la relación, Vuesta Majestad Probeerá,
pero, abiendo bien servido, parece cosa razonable hazerle merced a Pablo de
Meneses del ábito de Santiago que pide”. No lo disfrutó porque murió poco
después en Lima. Ni tampoco pudo matrimoniar con María Robles cuando cumpliera
los 12 años, compromiso que había adquirido para evitar un duelo con el padre de
la niña por disputas económicas. María se casó después con un sobrino y
heredero del gran militar PABLO DE MENESES Y HERRERA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario