(544) Vaca de Castro, en un derroche de eficacia, mientras se dirigía
amenazante al encuentro de Diego de Almagro el Mozo continuaba enviando hombres
a otras zonas de conquista: “Cuando llegó a la provincia de Andahuaylas, fue avisado de que, junto a las tierras de
Bracamoros conquistadas por Pedro de Vergara, había posibilidades de fundar
alguna ciudad, e, como deseaba derramar a la gente, nombró capitán a Juan
Porcel, quien partió hacia allá con varios españoles. Llegaron entonces desde
la provincia de Chile algunos enviados de Pedro de Valdivia, pidiendo socorro
de españoles para las conquistas de aquellas tierras (no dice si los
consiguieron). Después Vaca de Castro partió para la gran ciudad del Cuzco,
donde le fue hecho solemnísimo recibimiento, e de todos fue recibido con
muchísima alegría”.
Pues, una de cal y otra de arena: Cieza de León no es tacaño
reconociendo los méritos de Vaca de Castro, pero tampoco se corta al hablar de
sus defectos. Conocemos ya suficientemente a Cieza como para darle crédito en
casi todo lo que cuenta a lo largo de su extensa y maravillosa crónica. Ya dije
anteriormente que Vaca de Castro estuvo bajo sospecha durante largo tiempo, con
cárcel incluida, pero que, finalmente, quedó libre de cargos y vivió
tranquilamente los últimos años de su vida. Sin embargo, la opinión de Cieza
vale mucho, y sus críticas son siempre objetivas. Esto es lo que comenta: “Cuando
el Gobernador Vaca de Castro llegó a la ciudad del Cuzco, era de todos muy
visitado, e, como su inclinación le llevó a ser altivo y presuntuoso, viendo
que había desbaratado a Don Diego e vencido la batalla, hinchose tanto de
vanidades, que no se conformaba con las letras que tenía (su condición de licenciado),
e mandó que estuviesen en su casa muchos caballeros como sus continos (hombres
de confianza que tenía la gente noble), y con ellos gastaba bien espléndidamente,
teniendo grandes aparadores de fina plata, e crecidos blandones (candeleros),
lo cual era demasiado para su importancia”.
A Vaca de Castro le gustaba figurar, pero tenía otra inclinación más
peligrosa: “No entendía más que en buscar dineros para henchir su gran codicia.
Caso harto feo, pues, enviándolo Su Majestad a que gobernase con rectitud,
procuraba allegar tesoros por vías no lícitas. Muchos de los que le envidiaban
decían que recibía cohechos vendiendo los repartimientos de indios, pero no es
de creer, ni yo tal cosa he podido averiguar. Mas es verdad que el beneficio
tan preciado de la coca fue provecho particular suyo, e no general de todos
como era antes, mandando con grandes penas que ninguno fuese osado de
utilizarlo. Se quedó con los mejores repartimientos de indios que había, e así
logró grandes tesoros, y procuró siempre colocar a sus criados e amigos lo
mejor que pudo. Pero, aunque Vaca de Castro participó en los vicios de
presunción, vanagloria e codicia, fue buen gobernador e hizo en el reino buenas
cosas, las cuales pondré todas, pues soy muy amigo de la verdad, y de que en
ningún tiempo piensen de mí otra cosa”.
(Imagen) Vimos que Cieza hizo una alabanza particular sobre JUAN DE
VARGAS, por apresar a un capitán de Manco Inca. Se le suele confundir con otros
del mismo nombre. Así se llamaba también el hijo de Gómez de Tordoya, aquel
criado de Pizarro que murió asesinado como él al tratar de defenderlo. Da la
casualidad de que era hermano de Sebastián Garcilaso de la Vega, padre del
cronista Inca Garcilaso, quien confirma expresamente el dato. Nació hacia el
año 1490. Fue un tipo explosivo, de pura acción. El mismo Cieza nos cuenta que
era natural de “La Higuera, junto a Frenegal de la Sierra (Badajoz)”, y
también lo llama “conquistador antiguo”. Ya de joven, perseguido por la justicia,
se enroló en las tropas que batallaban por Europa. Apareció en Perú hacia 1534,
sin que se conozcan bien sus andanzas anteriores por tierras americanas. Colaboró
en aquella conquista con Pizarro, quien lo apreciaba pero también lo apresaba
de vez en cuando por su comportamiento conflictivo. Tuvo un papel de gran
importancia en las guerras civiles. Primeramente, como vemos, luchó contra los
almagristas, quienes habían matado a su, sin duda, querido Gobernador Pizarro.
Pero no aceptó la rebeldía de Gonzalo Pizarro contra el Rey, y se unió, como
capitán de caballería, a las tropas del brillante Diego Centeno para
enfrentarse contra los rebeldes en la batalla de Huarina, una de las más
sangrientas de las guerras civiles. Tenían la victoria en las manos. Tanto que,
como vimos, el capitán pizarrista Hernando Bachicao escurrió el bulto. Pero
hubo una fatalidad: una hábil maniobra del temible Francisco de Carvajal los
derrotó. JUAN DE VARGAS murió en combate. Era el día 20 de octubre de 1547. (Cuando
Hernando Bachicao volvió arrepentido, Carvajal lo mató).
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