jueves, 14 de noviembre de 2019

(Día 954) Vaca de Castro siguió enviando hombres a conquistar. Cieza, que le reconoce sobrados méritos, no puede ocultar lo que pensaba de él, y saca a relucir su vanagloria y su ambición.


     (544) Vaca de Castro, en un derroche de eficacia, mientras se dirigía amenazante al encuentro de Diego de Almagro el Mozo continuaba enviando hombres a otras zonas de conquista: “Cuando llegó a la provincia de Andahuaylas,  fue avisado de que, junto a las tierras de Bracamoros conquistadas por Pedro de Vergara, había posibilidades de fundar alguna ciudad, e, como deseaba derramar a la gente, nombró capitán a Juan Porcel, quien partió hacia allá con varios españoles. Llegaron entonces desde la provincia de Chile algunos enviados de Pedro de Valdivia, pidiendo socorro de españoles para las conquistas de aquellas tierras (no dice si los consiguieron). Después Vaca de Castro partió para la gran ciudad del Cuzco, donde le fue hecho solemnísimo recibimiento, e de todos fue recibido con muchísima alegría”.
     Pues, una de cal y otra de arena: Cieza de León no es tacaño reconociendo los méritos de Vaca de Castro, pero tampoco se corta al hablar de sus defectos. Conocemos ya suficientemente a Cieza como para darle crédito en casi todo lo que cuenta a lo largo de su extensa y maravillosa crónica. Ya dije anteriormente que Vaca de Castro estuvo bajo sospecha durante largo tiempo, con cárcel incluida, pero que, finalmente, quedó libre de cargos y vivió tranquilamente los últimos años de su vida. Sin embargo, la opinión de Cieza vale mucho, y sus críticas son siempre objetivas. Esto es lo que comenta: “Cuando el Gobernador Vaca de Castro llegó a la ciudad del Cuzco, era de todos muy visitado, e, como su inclinación le llevó a ser altivo y presuntuoso, viendo que había desbaratado a Don Diego e vencido la batalla, hinchose tanto de vanidades, que no se conformaba con las letras que tenía (su condición de licenciado), e mandó que estuviesen en su casa muchos caballeros como sus continos (hombres de confianza que tenía la gente noble), y con ellos gastaba bien espléndidamente, teniendo grandes aparadores de fina plata, e crecidos blandones (candeleros), lo cual era demasiado para su importancia”.
     A Vaca de Castro le gustaba figurar, pero tenía otra inclinación más peligrosa: “No entendía más que en buscar dineros para henchir su gran codicia. Caso harto feo, pues, enviándolo Su Majestad a que gobernase con rectitud, procuraba allegar tesoros por vías no lícitas. Muchos de los que le envidiaban decían que recibía cohechos vendiendo los repartimientos de indios, pero no es de creer, ni yo tal cosa he podido averiguar. Mas es verdad que el beneficio tan preciado de la coca fue provecho particular suyo, e no general de todos como era antes, mandando con grandes penas que ninguno fuese osado de utilizarlo. Se quedó con los mejores repartimientos de indios que había, e así logró grandes tesoros, y procuró siempre colocar a sus criados e amigos lo mejor que pudo. Pero, aunque Vaca de Castro participó en los vicios de presunción, vanagloria e codicia, fue buen gobernador e hizo en el reino buenas cosas, las cuales pondré todas, pues soy muy amigo de la verdad, y de que en ningún tiempo piensen de mí otra cosa”.

     (Imagen) Vimos que Cieza hizo una alabanza particular sobre JUAN DE VARGAS, por apresar a un capitán de Manco Inca. Se le suele confundir con otros del mismo nombre. Así se llamaba también el hijo de Gómez de Tordoya, aquel criado de Pizarro que murió asesinado como él al tratar de defenderlo. Da la casualidad de que era hermano de Sebastián Garcilaso de la Vega, padre del cronista Inca Garcilaso, quien confirma expresamente el dato. Nació hacia el año 1490. Fue un tipo explosivo, de pura acción. El mismo Cieza nos cuenta que era natural de “La Higuera, junto a Frenegal de la Sierra (Badajoz)”, y también lo llama “conquistador antiguo”. Ya de joven, perseguido por la justicia, se enroló en las tropas que batallaban por Europa. Apareció en Perú hacia 1534, sin que se conozcan bien sus andanzas anteriores por tierras americanas. Colaboró en aquella conquista con Pizarro, quien lo apreciaba pero también lo apresaba de vez en cuando por su comportamiento conflictivo. Tuvo un papel de gran importancia en las guerras civiles. Primeramente, como vemos, luchó contra los almagristas, quienes habían matado a su, sin duda, querido Gobernador Pizarro. Pero no aceptó la rebeldía de Gonzalo Pizarro contra el Rey, y se unió, como capitán de caballería, a las tropas del brillante Diego Centeno para enfrentarse contra los rebeldes en la batalla de Huarina, una de las más sangrientas de las guerras civiles. Tenían la victoria en las manos. Tanto que, como vimos, el capitán pizarrista Hernando Bachicao escurrió el bulto. Pero hubo una fatalidad: una hábil maniobra del temible Francisco de Carvajal los derrotó. JUAN DE VARGAS murió en combate. Era el día 20 de octubre de 1547. (Cuando Hernando Bachicao volvió arrepentido, Carvajal lo mató).



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