(543) Tras anunciarnos la llegada de Gonzalo Pizarro, nos vuelve Cieza
al escenario de la terminada guerra de Chupas. Lo primero que pensó Diego de
Almagro el Mozo fue huir para salvar la vida. Se decidió a hacerlo acompañado
de Diego Méndez, el hermano del gran capitán Rodrigo Orgóñez, muerto cuatro
años antes en la batalla de las Salinas: “Salieron juntos, con voluntad de
ponerse bajo la protección de Manco Inca, e pudiéranlo hacer fácilmente si
Diego Méndez, por ir a ver a una mujer que tenía por manceba en el Cuzco, no se
detuviera. Don Diego, aun contra su voluntad, no se opuso. Llegados a la
ciudad, Diego Méndez se fue luego a meter en los brazos de su amiga, como si
fuera con victoria”. Aunque el Mozo le metía prisa a Méndez, la demora fue
suficiente para que el plan fracasara. Poco después de que salieran del Cuzco, supieron
los hombres de Vaca de Castro que el Mozo y Méndez acababan de marchar:
“Rodrigo Salazar, Juan Gutiérrez Malaver y otros fueron en su seguimiento, los
apresaron en el valle de Yucay, los trajeron al Cuzco y fueron puestos a
recaudo”. Como ya vimos, Diego Méndez pudo, finalmente, huir del Cuzco y lograr
el objetivo de refugiarse en la zona de los Andes con Manco Inca. Allí
permaneció más de un año con otros pocos españoles. Por un asunto confuso,
asesinaron a Manco Inca, y sus indios mataron a todos, incluido Diego Méndez.
Pronto apareció por el Cuzco el Capitán Garcilaso de la Vega con la misión de imponer como Gobernador a Vaca de
Castro, quien iba algo rezagado pero sin dejar de tomar decisiones importantes.
Le ordenó, por ejemplo, al Capitán Pedro de Puelles, como ya sabemos, que
fundara en la zona de Huánuco la ciudad de León, y lo cumplió. Ahora que le
vemos a Pedro de Puelles tan fiel a la Corona, y bajo el mando de Vaca de
Castro, conviene recordar que, unos años más tarde, se unió al rebelde Gonzalo
Pizarro, ahorcó a una mujer que daba vivas al Rey, y, al día siguiente, hizo
justicia el capitán Rodrigo Salazar matándolo a puñaladas. Por lo que nos ha
dicho Cieza en el párrafo anterior, sabemos también que este mismo Rodrigo de
Salazar fue uno de los que apresaron a Diego de Almagro el Mozo y a Diego
Méndez cuando salieron huyendo del Cuzco.
De paso, Cieza hace un sincero elogio de un capitán que también estaba
por la zona de Huánuco: “Juan de Vargas, antiguo conquistador de aquellas
partes, se dio maña con mucho trabajo para prender a Illatopa, capitán de Manco
Inca, que andaba alzado y había hecho mucho mal. Y, ciertamente, el servicio
que hizo Juan de Vargas prendiéndolo fue notable, e como tal lo consideró el
Gobernador. Este Juan de Vargas era natural de La Higuera, junto a Frenegal de
la Sierra”. El comentario es breve, pero pocas veces se detiene Cieza para dar
un detalle tan particular. Quizá, además de por estos méritos, lo tuviera en
mucho aprecio por otros que no conocemos.
Entre los almagristas que murieron en la batalla de Chupas estaba el
Capitán Juan Pérez, y ahora nos explica Cieza cómo acabó: “Supo Vaca de Castro
que se encontraba cerca, por lo que pidió a los indios (amigos) que lo
buscasen, y, cuando lo hallaron, mandó que fuese hecho cuartos”. Todo indica
que, por sistema, ejecutaba a los capitanes más señalados.
(Imagen) El Capitán JERÓNIMO DE
VILLEGAS nació en Burgos hacia el año 1500. Pertenecía a una familia de
mercaderes. Quién sabe si ese instinto comercial le impulsó a desarrollar una
técnica que ha funcionado en todos los tiempos: las interpretaciones
astrológicas y mágicas. Vemos a Gonzalo Pizarro consultándole con angustia el
sentido de un sueño tenebroso, y parece ser que recurría a él con frecuencia.
Lo que quiere decir que, aunque la Inquisición perseguía a estos supuestos
iluminados, en la práctica, tenían clientela. Pero hay que decir que también
fue un heroico conquistador. Después de vivir con Gonzalo Pizarro los horrores
y el estrepitoso fracaso de su aventura en tierras amazónicas, Jerónimo se casó
con María Calderón, una viuda bien situada. Su peripecia en las guerras civiles
va a estar marcada por cambios de bando oportunistas (comprensibles en medio de
aquel peligroso espanto). Luchó contra el rebelde Gonzalo Pizarro, su antiguo
querido jefe, y el energúmeno Francisco de Carvajal, no pudiéndolo atrapar,
mató a su mujer y a un hijo suyo. Tras la batalla de Chupas, Jerónimo estuvo a
punto de matar a Carvajal, pero lo aplacaron, porque iba a ser juzgado junto a
Gonzalo Pizarro y fueron decapitados los dos. La imagen muestra una petición
que hizo Jerónimo el año 1551, en la que contaba esta triste historia, y
solicitaba que, por estos hechos y por sus propios méritos como capitán, le
concedieran que la encomienda de indios que le había dado el obispo Pedro de la
Gasca tuviera el carácter de perpetua, y que le dieran a su hija una ayuda para
casarse. Tambien quería permiso para poder marchar de Arequipa y vivir en otro
sitio porque estaba enfermo. Al pie del escrito, se puso el triste informe de
los funcionarios: Visto bueno al traslado, si el Virrey estaba conforme, pero,
en lo demás, “no ha lugar”. Probablemente influyó el hecho de que coqueteó con
el último de los rebeldes, Francisco Hernández Girón. JERÓNIMO DE VILLEGAS
murió en Lima en 1555.
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