miércoles, 13 de noviembre de 2019

(Día 953) Por una negligencia de Diego Méndez le apresaron a él y a Diego de Almagro el Mozo. Méndez logró escapar. Vaca de Castro ejecutó al capitán Juan Pérez.


   (543) Tras anunciarnos la llegada de Gonzalo Pizarro, nos vuelve Cieza al escenario de la terminada guerra de Chupas. Lo primero que pensó Diego de Almagro el Mozo fue huir para salvar la vida. Se decidió a hacerlo acompañado de Diego Méndez, el hermano del gran capitán Rodrigo Orgóñez, muerto cuatro años antes en la batalla de las Salinas: “Salieron juntos, con voluntad de ponerse bajo la protección de Manco Inca, e pudiéranlo hacer fácilmente si Diego Méndez, por ir a ver a una mujer que tenía por manceba en el Cuzco, no se detuviera. Don Diego, aun contra su voluntad, no se opuso. Llegados a la ciudad, Diego Méndez se fue luego a meter en los brazos de su amiga, como si fuera con victoria”. Aunque el Mozo le metía prisa a Méndez, la demora fue suficiente para que el plan fracasara. Poco después de que salieran del Cuzco, supieron los hombres de Vaca de Castro que el Mozo y Méndez acababan de marchar: “Rodrigo Salazar, Juan Gutiérrez Malaver y otros fueron en su seguimiento, los apresaron en el valle de Yucay, los trajeron al Cuzco y fueron puestos a recaudo”. Como ya vimos, Diego Méndez pudo, finalmente, huir del Cuzco y lograr el objetivo de refugiarse en la zona de los Andes con Manco Inca. Allí permaneció más de un año con otros pocos españoles. Por un asunto confuso, asesinaron a Manco Inca, y sus indios mataron a todos, incluido Diego Méndez.
     Pronto apareció por el Cuzco el Capitán Garcilaso de la Vega con la  misión de imponer como Gobernador a Vaca de Castro, quien iba algo rezagado pero sin dejar de tomar decisiones importantes. Le ordenó, por ejemplo, al Capitán Pedro de Puelles, como ya sabemos, que fundara en la zona de Huánuco la ciudad de León, y lo cumplió. Ahora que le vemos a Pedro de Puelles tan fiel a la Corona, y bajo el mando de Vaca de Castro, conviene recordar que, unos años más tarde, se unió al rebelde Gonzalo Pizarro, ahorcó a una mujer que daba vivas al Rey, y, al día siguiente, hizo justicia el capitán Rodrigo Salazar matándolo a puñaladas. Por lo que nos ha dicho Cieza en el párrafo anterior, sabemos también que este mismo Rodrigo de Salazar fue uno de los que apresaron a Diego de Almagro el Mozo y a Diego Méndez cuando salieron huyendo del Cuzco.
     De paso, Cieza hace un sincero elogio de un capitán que también estaba por la zona de Huánuco: “Juan de Vargas, antiguo conquistador de aquellas partes, se dio maña con mucho trabajo para prender a Illatopa, capitán de Manco Inca, que andaba alzado y había hecho mucho mal. Y, ciertamente, el servicio que hizo Juan de Vargas prendiéndolo fue notable, e como tal lo consideró el Gobernador. Este Juan de Vargas era natural de La Higuera, junto a Frenegal de la Sierra”. El comentario es breve, pero pocas veces se detiene Cieza para dar un detalle tan particular. Quizá, además de por estos méritos, lo tuviera en mucho aprecio por otros que no conocemos.
      Entre los almagristas que murieron en la batalla de Chupas estaba el Capitán Juan Pérez, y ahora nos explica Cieza cómo acabó: “Supo Vaca de Castro que se encontraba cerca, por lo que pidió a los indios (amigos) que lo buscasen, y, cuando lo hallaron, mandó que fuese hecho cuartos”. Todo indica que, por sistema, ejecutaba a los capitanes más señalados.

      (Imagen) El Capitán JERÓNIMO DE VILLEGAS nació en Burgos hacia el año 1500. Pertenecía a una familia de mercaderes. Quién sabe si ese instinto comercial le impulsó a desarrollar una técnica que ha funcionado en todos los tiempos: las interpretaciones astrológicas y mágicas. Vemos a Gonzalo Pizarro consultándole con angustia el sentido de un sueño tenebroso, y parece ser que recurría a él con frecuencia. Lo que quiere decir que, aunque la Inquisición perseguía a estos supuestos iluminados, en la práctica, tenían clientela. Pero hay que decir que también fue un heroico conquistador. Después de vivir con Gonzalo Pizarro los horrores y el estrepitoso fracaso de su aventura en tierras amazónicas, Jerónimo se casó con María Calderón, una viuda bien situada. Su peripecia en las guerras civiles va a estar marcada por cambios de bando oportunistas (comprensibles en medio de aquel peligroso espanto). Luchó contra el rebelde Gonzalo Pizarro, su antiguo querido jefe, y el energúmeno Francisco de Carvajal, no pudiéndolo atrapar, mató a su mujer y a un hijo suyo. Tras la batalla de Chupas, Jerónimo estuvo a punto de matar a Carvajal, pero lo aplacaron, porque iba a ser juzgado junto a Gonzalo Pizarro y fueron decapitados los dos. La imagen muestra una petición que hizo Jerónimo el año 1551, en la que contaba esta triste historia, y solicitaba que, por estos hechos y por sus propios méritos como capitán, le concedieran que la encomienda de indios que le había dado el obispo Pedro de la Gasca tuviera el carácter de perpetua, y que le dieran a su hija una ayuda para casarse. Tambien quería permiso para poder marchar de Arequipa y vivir en otro sitio porque estaba enfermo. Al pie del escrito, se puso el triste informe de los funcionarios: Visto bueno al traslado, si el Virrey estaba conforme, pero, en lo demás, “no ha lugar”. Probablemente influyó el hecho de que coqueteó con el último de los rebeldes, Francisco Hernández Girón. JERÓNIMO DE VILLEGAS murió en Lima en 1555.



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