martes, 19 de noviembre de 2019

(Día 958) Vaca de Castro organizó la expedición al Río de la Plata. Cieza alaba su iniciativa y otras virtudes suyas. Habla también de la profunda decepción de Gonzalo Pizarro cuando volvió del Amazonas.


     (548) Cuajó el entusiasmo por aventurarse en aquellas prometedoras tierras del sur de Perú, y varios capitanes que ya conocemos se apuntaron a la campaña (de la que también vimos datos): “Felipe Gutiérrez y Diego de Rojas, deseando hacer alguna conquista que fuese memorada, pidieron al Gobernador Vaca de Castro aquella empresa. Como él deseaba ver derramada su gente, que las provincias se descubriesen enteramente y que el nombre de Cristo fuese conocido en todas partes, se alegró, y ayudó a todos los que quisieron ir a aquella conquista con armas, caballos e dineros, nombrando a Felipe Gutiérrez por Capitán General, a Diego de Rojas por Justicia Mayor e a Nicolás de Heredia por Maese de Campo. Dispuso que, si Felipe Gutiérrez faltase por enfermedad o porque los indios lo matasen, quedase el cargo en Diego de Rojas, y, si el mismo Diego de Rojas fuese muerto, quedase el cargo en Nicolás de Heredia. Cuando los soldados supieron que Diego de Rojas iba a la campaña, se prepararon muchos para seguirle”. Conté anticipadamente que esta campaña fue trágica y un fracaso, pero Cieza, de momento, no dice nada más. Seguro que después lo explicará con detalle. Y hay un aspecto que no encaja. A pesar de que Felipe Gutiérrez, según parece, era el máximo jefe de la expedición, luego veremos que, de hecho, ejercía ese cargo Diego de Rojas.
     Luego el cronista alaba la sensatez de algunas disposiciones de Vaca de Castro. Lo cual nos va dejando claro que los problemas que tuvo más tarde este gobernador, sometido a denuncias y pleitos, no fueron por incompetencia en su misión oficial. Su éxito fue indudable, y muy meritorio en la difícil tarea de acabar con la rebelión de los almagristas. Pero también es evidente que, aunque al final quedó libre de culpa, fue un funcionario corrupto, por no ser capaz de resistirse a su ansia desmedida de riquezas.
     A Cieza le gustó también el buen trato que Vaca de Castro daba a los indios: “Al salir del Perú muchos capitanes para ir a las conquistas, les mandó que cogiesen con moderación algunos nativos para su servicio, porque no era cosa decente vaciar las provincias, ya que estaban casi despobladas por las calamidades y las guerras pasadas. Si algún soldado quería saltarse este mandamiento, le mandaba castigar, y, ciertamente, fue de gran provecho que Vaca de Castro mandara lo que decimos, porque en el tiempo pasado hubo un gran desorden”.
     Hace de pasada Cieza un breve comentario sobre la situación de Gonzalo Pizarro en aquellos momentos. Ya comentó su disgusto al saber que había sido asesinado su hermano, y que se encolerizó porque le asignaron a Vaca de Castro la Gobernación de Perú, en lugar de respetársela a él: "Sin embargo, se alegró en gran  manera al enterarse de que habían ejecutado a Diego de Almagro el Mozo y a varios de sus capitanes. Al saber Vaca de Castro que Gonzalo Pizarro había llegado a la Ciudad de los Reyes mostrando públicamente su ira, y que se preparaba con sus amigos para conjurarse contra él, envió a Juan Pérez de Guevara con la misión de actuar como Teniente suyo y no permitir alborotos. Gonzalo Pizarro recibió una carta de Vaca de Castro en la que le mandaba que se presentara ante él, y partió a su encuentro. En cuanto lo supo, Vaca de Castro se alegró de que acatara su orden, pero tomó precauciones preparando a su gente y reforzando su guardia personal".

     (Imagen) Unos mueren y otros salvan su vida, pero les espera una nueva guerra civil en la que se la volverán a jugar. En la lista de los almagristas ejecutados tras la guerra de Chupas aparece un tal Martel, del que no encuentro ni rastro, aunque hubo bastantes en las Indias de origen sevillano con ese apellido. Es casi seguro que otro conquistador llamado ALONSO PÉREZ MARTEL, que llegó a Perú hacia 1535, participara en esa batalla, pero contra los almagristas, porque después estuvo al servicio del virrey Blasco Núñez Vela, aunque (qué lío) enfrentado al rebelde Gonzalo Pizarro. En la imagen se ve una hoja de servicios presentada por su hijo, BERNARDINO MARTEL, el año 1555. En ella incluye los de su padre y los suyos, y resulta curiosa porque, muerto el padre en las guerras civiles, tomó el relevo el hijo (que tenía que ser muy joven). Resumo su contenido: Gonzalo Pizarro le tomó mucho odio a Alonso Pérez Martel por batallar contra él bajo el mando de Núñez Vela. Por miedo a Gonzalo, Alonso huyó del Cuzco. Entonces ocurrió que Alonso de Toro, el capitán de Gonzalo que tenía en su poder el Cuzco, se enteró de que el capitán Diego Centeno había reunido una tropa de soldados leales al Rey. Esta vez el asustado fue Alonso de Toro. Abandonó el Cuzco, y lo pudo recuperar Alonso Pérez Martel. Volvió Alonso de Toro para atacar la ciudad, apresó a Pérez Martel, lo maltrató, y mató a tres de sus hombres. Cuando Gonzalo Pizarro derrotó en Huarina a Diego Centeno, envió al Cuzco al Licenciado Cepeda con orden de matar a Alonso Pérez Martel, y lo hizo. La gran satisfacción de su hijo, Bernardino Martel, fue participar luego en la batalla de Jaquijaguana, bajo las órdenes del gran Pedro de la Gasca, en la que fueron derrotados, y ejecutados junto a otros rebeldes, Gonzalo Pizarro y el siniestro Francisco de Carvajal.



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